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Brit Benentt, la escritora que rechaza las etiquetas sociales

La revista “Time” la seleccionó entre los cien rostros más importantes del futuro y la plataforma HBO está adaptando a una miniserie su última novela

La escritora Brit Bennett, la nueva voz de la literatura afroamericana
La escritora Brit Bennett, la nueva voz de la literatura afroamericanaEmma TrimEmma Trim /Penguin Random House

Anticipan el nombre de Brit Bennett una portada de la revista «Time», un polémico ensayo titulado «No sé qué hacer con la buena gente de raza blanca», que en los días del «Black Lives Matter» abrió una fuerte disputa alrededor del racismo, y dos novelas que la han apuntalado no solo como escritora, sino como la sucesora de autores de la talla de Toni Morrison o James Baldwin. «La mitad evanescente» es uno de esos dos libros alabados por la crítica. Una historia sobre unas niñas gemelas de color en una pequeña localidad de Luisiana. Un pueblo con población afroamericana que se ha esforzado por erradicar o matizar el color de su piel. Allí regresará a Desirée huyendo de un matrimonio roto, un marido maltratador y con un hijo negro en su seno. «Mi madre me contó una vez que existía una aldea que estaba obsesionado con el color de la piel y este fue el punto de arranque. Este libro ha supuesto regresar a mi familia y mi historia, y reflexionar sobre la identidad y el racismo». A partir de ahí, la escritora medita sobre el género y los temas antes mencionados. Se retrotrae hasta la década de los sesenta, aquellos años donde las ilusiones y las esperanzas acabaron perdiéndose en un festival de manifestaciones y acciones.

Este libro ha llegado en un instante oportuno, cuando la fracción social en Estados Unidos es más grande que nunca. Trump ha dado alas a los suyos a golpe de tuit y el racismo se ha desbocado. «Pues no sé qué es lo peor que ha hecho Trump. Hay tantas cosas mal. Pero creo que hay algo que resulta crucial: reveló las fracturas que ya existían en nuestro país y las hizo aflorar. Muchos han venido después para aprovecharse y afianzarse en ellas. El problema esencial es que esto no va a desaparecer. Después de la investidura de Joe Biden, alguien tuiteó que se había marchado la mascota, pero el equipo se ha quedado y todavía continúa siendo fuerte. Ahí están todavía a millones de personas que lo han votado y que no se han ido. Y no espero que la cosa cambie a corto plazo».

Brit Bennett, que juega con la simulación, el derecho a buscar y a convertirte en lo que deseas, aseguró que «una de las cosas que más admiro de esta literatura que se centra en la simulación es que no versa únicamente sobre la raza, sino también sobre la sexualidad y la clase social. Todas estas dimensiones están interconectadas y estos personajes lo que desean en el fondo es transformar el mundo. En realidad, todo esto forma parte de la historia de los Estados unidos. Llevamos con ellas muchos años. Es el hecho de reinventarte, ser otro».

La novelista, que ha tenido unas reseñas impresionantes, que dentro de poco verá cómo esta obra es adaptada a una miniserie por la plataforma de televisión HBO asegura que «durante la redacción de esta obra hubo varios momentos en que tuve que cuestionarme algunos asuntos sobre la identidad, también sobre la de los demás. Me di cuenta de que tenía formas de etiquetar a las personas. Caía en esa trampa. Hubo un momento en que tuve que detenerme para obtener una visión más amplia. El ejemplo es uno de los personajes que aparecen en el libro: Kennedy. Descubrí que quería asignarle una categoría lo antes posible. Tuve que esforzarme para no sucumbir a esa tentación inmediata. Me apremiaba adscribir una etiqueta, decir si es blanco o negro, cómo lo ve su prima o su madre. Pero no es necesario poner etiquetas en la vida. Esa necesidad de juzgar y categorizar no está bien».

Al hilo de esta cuestión añade un detalle: «Esta idea de la identidad, de lo multirracial, se ha ido complicando. No sé si estos personajes se hubieran identificados con muchas opciones de personas actuales, porque la sociedad estadounidense de esa época era binaria y estaba hecha de hombres blancos y negros. Hoy tenemos una idea más compleja de estas cuestiones. Se puede ver en el lenguaje, que se ha ido complicando. El lenguaje no siempre ha estado a la altura, pero nuestra lengua lo está intentando ahora, ponerse al día de la complejidad de lo que supone hoy ser persona».