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Pilar Quintana y el abismo de la realidad adulta

La escritora colombiana presenta el Premio Alfaguara de Novela, un título con una niña como protagonista que pronto descubrirá que la vida «no es color rosa», confiesa
Manuela UribeAP

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Se suele dar por sentado que, hasta la adolescencia, hasta eso de los doce años aproximadamente, el niño sigue siendo niño. Un ser sin más preocupaciones que jugar y que acordarse del día de la semana que tiene gimnasia en el colegio para no olvidarse el chándal. Pasada esa barrera de edad, ya comienzan el resto de «problemas». Empieza la preparación para ser mayor. Un tiempo en el que se dejará ver el «pavo» de altibajos que llevamos dentro y que terminará con el inicio de una edad adulta durante la que ya siempre se mirará con nostalgia la paz e inconsciencia de antaño.
Sin embargo, para Pilar Quintana, ese torbellino de emociones y responsabilidades tiene un principio del resto de tu vida mucho más temprano: a los siete años, la protagonista de su libro «descubre que la vida no es de color rosa y que los adultos tienen un mundo que no había advertido», confiesa. «Tenemos la infancia idealizada y, en realidad, es ahí cuando te das de bruces con la realidad, aunque luego todo caiga en el olvido hasta que, ya grandes, vamos a terapia y nos damos cuenta de que de pequeños éramos más sagaces y conscientes de lo que pensábamos».
Este es el germen de «Los abismos», Premio Alfaguara de Novela 2021 y quinto título de Quintana (Cali, Colombia, 1972). Un libro que gira alrededor de dos Claudias: «La narradora o adulta y la niña», separa la escritora. La primera es una completa desconocida para el lector, sin embargo, es esta la que cuenta cómo la Claudia «niña», que no es otra que ella misma, vivió un periodo importante de su infancia, el momento que va de los siete a los nueve años: «Empieza siendo inocente y feliz y termina perdiendo esa inocencia. Carga con las frustraciones de los adultos y se vuelve la madre de su madre».
Cuenta Quintana que no cree que el caso de su personaje fuera la norma a finales de los 70-principios de los 80, pero que «sí me parece que los niños de mi generación fuimos hijos de unos padres que no creían en la ayuda psicológica. Aparentaban ser familias funcionales, pero eran los niños los que cargaban las taras familiares. A la generación de mis padres no les gustaba mirarse al espejo y hacían como si nada pasase. La siguiente generación sí fue capaz de mirar ese reflejo, de acudir al psicólogo, de discutir...», argumenta.
De esta forma, se desarrolla una novela que «se adentra en la oscuridad del mundo de los adultos a través del punto de vista de una niña que, desde la memoria de su vida familiar, intenta comprender la conflictiva relación entre sus padres –puntualizaba el acta del jurado del Premio Alfaguara–. Con el telón de fondo de un mundo femenino de mujeres atadas a la rueda de una noria de la que no pueden o no saben escapar, la autora ha creado una historia poderosa narrada desde una aparente ingenuidad que contrasta con la atmósfera desdichada que rodea a la protagonista. Con una prosa sutil y luminosa en la que la naturaleza nos conecta con las posibilidades simbólicas de la literatura, y los abismos son tanto los reales como los de la intimidad».
La infidelidad de la madre Claudia con el marido de la tía Amelia hará saltar por los aires una trama en la que la matriarca caerá en una profunda depresión que la mantendrá en cama abrazada al alcohol y con una obsesión enfermiza por aquellas famosas, como Grace de Mónaco, que tal vez murieron no de un modo accidental, sino por voluntad propia. Mientras, el padre calla. La que sí terminará suicidándose será una buena amiga de la madre, lo que supondrá el empujón final para que la protagonista se tope definitivamente con la realidad de los mayores.
Es Claudia, en parte, un «alter ego» de aquella Pilar Quintana de los 80: «Tenemos muchos puntos en común. Desde esa capacidad de observación, que terminaría convirtiéndose en la de la escritora que soy hoy, a esa obsesión con la naturaleza». Una naturaleza que la autora ha trasladado a las páginas de la novela en recuerdo de esas montañas de Cali en las que creció y donde también se alimentaron sus miedos infantiles.
  • «Los abismos» (Alfaguara), dePilar Quintana, 256 páginas, 18,90 euros.