Daniel Pennac: «Europa ha fracasado pedagógicamente»
El escritor recupera la figura de Bartleby en un libro donde evoca la figura del hermano que le inculcó el amor la lectura
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Los hermanos, sostiene Daniel Pennac, están hechos para pelearse. Pero él jamás tuvo una disputa con el suyo. Los primeros once años de su vida, cuenta, los pasó a su lado. Compartían juegos, miedos, confidencias y libros, como el de «Bartleby, el escribiente». Él fue quien le introdujo en la magia de la lectura y quien le dejó sobre la cama el relato de Melville. Ahora recupera esta figura literaria para recordar la ausencia que ha dejado la pérdida de su hermano. «Es el mito del hombre carente de deseo. Se caracteriza por el hecho de que no quiere nada. Todos preferimos vivir. Es una opción inconsciente, pero una opción. Otros no quieren vivir y se suicidan. Bartleby, en cambio, pronuncia esa frase hoy tan conocida: “preferiría no hacerlo”». Daniel Pennac reconoce que su hermano era «un poco Bartleby»: «Se parecía en el sentido de que había un montón de cosas que no deseaba consumir. Puedo confesar que, por él, nunca me he comprado un coche nuevo. Solía decir que usáramos lo utilizado, que no añadiéramos más entropía en el mundo. Por este motivo no cambio de móvil cuando sacan un modelo. Desde hace años, el único deseo que tengo es contar».
La oportunidad perdida
La idea de Daniel Pennac contrasta con una sociedad raptada por el hecho de poseer y tener. «Tengo una convicción clara: Europa ha fracasado pedagógicamente y este fracaso tiene consecuencias catastróficas». Para él se perdió la oportunidad de estrechar vínculos hace años, cuando se podía haber enviado a los estudiantes, «aún en edad de aprender y asimilar idiomas» a otras naciones. «Son esos años en que, además, se crean fidelidades y afectos. Ahora tendríamos una Europa políglota. Todos hablaríamos varios idiomas, los ciudadanos estarían unidos por diferentes vínculos. Pero, sobre todo, tendríamos un cuerpo electoral que sabría lo que vota cuando vota y lo que preserva, también». Pero eso no ha sucedido y por eso afirma que no tenemos ese mundo, «porque una vez más en la historia, hemos privilegiado la Europa de los negocios y la economía, cuando lo indispensable era construir más unidad». Para el escritor esto es insólito, sobre todo cuando se tiene en cuenta que habíamos salido de dos guerras, la del 14 y la del 40. «Era la ocasión de reconciliarnos intelectualmente mediante una enseñanza común. Me parece escandaloso que yo no hable español, griego o alemán. Esa Europa políglota sería mucho más interesante de la que tenemos hoy».
Su visión de lo que ocurre en la actualidad no es positiva. Para Pennac, «lo que caracteriza a la sociedad es que se encuentra en una época en que emergen violencias políticas con dictadores y locos rabiosos que están en el poder en Brasil, hace poco en Estados Unidos, Turquía o Polonia. Son gobiernos que se expresan rompiendo la gramática de la diplomacia y actúan de manera brutal interiormente y exteriormente». Por eso eso sostiene que «la democracia se ve confrontada a la muerte de la educación diplomática y al lenguaje directo, que revela un inconsciente político, que se reduce a las pulsiones de un individuo». Pennac no evita la comparación y defiende que estamos ante «la afirmación de la violencia como doctrina, como sucedía a finales de los años treinta. Lo vemos en las redes donde se disfruta del placer de insultar».