Sección patrocinada por sección patrocinada
Un asaltante al Capitolio con la bandera de combate confederada

La distancia que va de la Guerra de Secesión al procés

Emilio Ablanedo publica «Confederación» (Actas), un libro canónico sobre la secesión sureña que une el mito de la Causa Perdida con el «procés» y el asalto al Capitolio

¿Cómo funcionaba la esclavitud en los Estados Unidos? ¿Por qué se produjo la secesión del Sur? ¿Tenían los sureños «derecho a decidir»? ¿Fue Abraham Lincoln siempre abolicionista? ¿Cómo se formó esta sociedad diferente? ¿Por qué surgieron las plantaciones? ¿Pudo ganar la Confederación o fue solamente una quimera? ¿Por qué pervivió el supremacismo blanco? ¿Cómo tratan la literatura y el cine a la Confederación? Estas y otras muchas cuestiones se preguntaba Emilio Ablanedo (Avilés, 1971), del Cuerpo Superior de Letrados de la Seguridad Social, profesor de la Universidad de Barcelona y subdelegado del Gobierno en Barcelona y Tarragona (2012-18), y no encontraba respuestas por no existir una bibliografía a la que recurrir para profundizar en estos acontecimientos históricos.

Ahora publica «Confederación. Los Estados Confederados de América y la Guerra Civil, 1861-1865» (Actas), que en cierto modo es el ensayo que le hubiese gustado leer y con el que trata de responder a esas interrogantes que despertaban su curiosidad. «Mi gran afición por el viejo Sur viene desde pequeñito, impactado por películas como “Misión de audaces”, “Lo que el viento se llevó”, “La conquista del Oeste” o “La cabaña del tío Tom”, pero mi información era prácticamente nula, porque no había –ni hay– nada publicado en español, este es el primer libro sobre dicho tema. Cuenta con 579 páginas, 97 fotos y 16 mapas, y viene a llenar ese gran vacío bibliográfico», afirma el autor.

El volumen analiza la Guerra Civil, «por eso puede gustar a los aficionados a la Historia militar, doy detalles y análisis sobre su organización, banderas, símbolos, uniformes…, pero también puede interesar a otros lectores porque trata todo lo que tiene que ver la Confederación desde una perspectiva social, política, jurídica, diplomática, económica, cultural, y también desde la medicina o el papel de la mujer. Una síntesis de aspectos fundamentales sobre cómo se formó el viejo Sur, lo diferente que era la esclavitud en lugares como Virginia o el valle del Misisipi, por qué se produjo la secesión, cómo los separatistas consiguieron crear estructuras de Estado y dominar la opinión pública o por qué fueron derrotados».

La confesión de Brandon Fellows
La confesión de Brandon FellowsJIM LO SCALZOEFE

Además, entronca con el presente: «Valoro la influencia de la Confederación en la actualidad, las recientes polémicas sobre monumentos y símbolos confederados en espacios públicos», explica Ablanedo. «La película que conformó nuestra visión fue, sin lugar a dudas, “Lo que el viento se llevó”, estrenada en 1939. En esos años imperaba la visión de los Fugitivos de Nashville, un grupo de escritores que defendían la tesis agrarista como causa de la Guerra Civil y no la esclavitud, el enfrentamiento inevitable entre una sociedad agraria idealizada, armónica y tradicional, anclada en sólidos valores espirituales como la caballerosidad o el honor; frente a un Norte capitalista, agresivo, imperialista y depredador. Esta es la tesis imperante que se plasma en la película, que refleja ese halo de romanticismo que desprendía el viejo Sur, su simbología, su música, las grandes mansiones y otros iconos de ese episodio cruento de la historia americana».

Si fue o no la esclavitud la causa que originó la guerra, es motivo de una gran discusión que Ablanedo deja claro: «Entre el Norte y el Sur había intereses económicos contrapuestos. Al Sur le interesaba exportar algodón a bajo precio e importar productos baratos y de calidad de Europa, por eso defendía aranceles bajos. Sin embargo, al Norte industrial le interesaban altos aranceles que protegieran su industria de la competencia británica. La política aduanera suponía una diferencia de intereses importante, que incluso llevó a una amenaza de secesión en la década de 1830, pero negociable. Lo irresoluble era el tema de la esclavitud, en él se llegó a un punto donde no cabía la transacción y esto acabó provocando la guerra, aunque los sureños nunca lo reconocieron así», subraya.

Partidarios de Donald Trump durante al asalto al Capitolio el pasado 6 de enero.09/02/2021
Partidarios de Donald Trump durante al asalto al Capitolio el pasado 6 de enero.09/02/2021MICHAEL NIGRO / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTOMICHAEL NIGRO / ZUMA PRESS / CON

«Fueron ellos y no los vencedores quienes, tras perderla, hicieron el relato de la guerra para lavar su imagen, en ocasiones, incluso de forma agresiva. La Sociedad Histórica Sureña creó el mito de la Causa Perdida, según el cual la causa de la guerra no fue algo tan despreciable como la esclavitud, sino como otras más nobles como el derecho de autodeterminación, las diferencias económicas, la defensa de esa sociedad rural idílica, llena de caballeros y valores. Decían que la guerra estaba perdida de antemano, pero se lanzaron a luchar por ideales tan elevados como su sentido del honor, que el general Lee había sido el mejor de la historia, que los norteños se impusieron únicamente por la fuerza abrumadora de su industria y su ingente número de soldados. Ese romanticismo del mito de la Causa Perdida –prosigue– acabó calando incluso en el Norte y los héroes confederados terminaron siéndolo de todos los EEUU, como el mencionado general Lee. Esta es la visión que pasó a la literatura y al cine y se extendió por todo el mundo, pero hay pruebas sobradas, incluso declaraciones de líderes sureños, de que fue la defensa de la esclavitud la causa primordial de la secesión. Paradójicamente, el Norte no quería su abolición por motivos humanitarios, sino económicos, sabían que la expansión de la esclavitud era el fin de la clase media y querían impulsar una sociedad capitalista, moderna, con una clase media pujante. En realidad, el racismo “yankee” no era muy diferente al de los sureños», afirma el autor.

«La secesión fue provocada por los grandes plantadores del Sur, a pesar de ser minoría. Solo un 26% de la población tenía esclavos, la mayoría eran pequeños granjeros con uno que formaban una población empobrecida, integrada por pequeños granjeros que practicaban una agricultura de subsistencia, pero también querían mantener la esclavitud para conservar el supremacismo blanco; tenían un temor pavoroso a la posibilidad de una revuelta racial que acabara con los esclavos negros liberados controlando el Sur, como había sucedido en Haití. Este miedo compartido por todos los blancos, tuvieran esclavos o no, los unió. A mayor proporción de esclavos, mayor influencia del separatismo». Para el ensayista, «la guerra fue muy desigual en todos los sentidos, el Norte tenía más recursos humanos, materiales, industriales, logísticos…, pero a pesar de esta enorme diferencia de tamaño y fuerza, el Sur podía haberla ganado si, por ejemplo, hubiera tenido éxito la famosa carga de Pickett en la batalla de Gettysburg, donde se jugaron el todo por el todo y porque tenían objetivos distintos».

Independentistas con una estelada durante una protesta contra el Gobierno de Pedro Sánchez en 2020
Independentistas con una estelada durante una protesta contra el Gobierno de Pedro Sánchez en 2020NACHO DOCEReuters

Los sureños, comenta, «no querían invadir el Norte, les bastaba con resistir y hacer pagar a los unionistas un precio tan alto que les hiciera desistir. Sin embargo, el Norte sí estaba obligado a invadir, a conquistar su territorio y destruir la Confederación, a ganar de forma abrumadora. Las posibilidades del Sur no eran una quimera, sus propios líderes manifestaron que no cometieron el grave crimen de lanzar a su pueblo a una lucha imposible, al comenzar la guerra estaban convencidos de que iban a ganar», resalta Ablanedo.

Que sostiene asimismo que el proceso secesionista tiene cierto paralelismo con el «procés» catalán, porque «ocurrió uno de los ejemplos de tancredismo político más palmarios de la historia. Lincoln fue elegido en noviembre de 1860, pero no tomó posesión hasta marzo de 1861, y esto disparó el separatismo. James Buchanan, presidente demócrata en funciones, se limitó a declarar que la secesión era ilegal, pero dejó claro que no haría nada por evitarla. Los separatistas aprovecharon para ocupar el territorio, controlar puertos, arsenales militares, fronteras, aduanas, oficinas postales, tribunales… para hacer desaparecer al gobierno federal y construir sus propias estructuras de Estado». Y redactaron entonces «una Constitución provisional, eligieron un gobierno, una bandera, un ejército, una administración, un himno... Construyeron un país ante la gran pasividad de Buchanan, con lo que se ve lo peligrosa que puede ser esta actitud ante el separatismo», advierte Ablanedo.

Constitución provisional

«El paralelismo con Cataluña es grande –insiste el autor–, los sureños lanzaron un desafío a un régimen constitucional, que tenía una Constitución desde 1787, igual que España, basada en la unidad de la nación. Según el derecho internacional, para que un nuevo Estado sea reconocido internacionalmente es indispensable que éste controle el territorio y ejerza su soberanía de manera exclusiva. Los sureños estuvieron a punto de ejercerla casi en su totalidad, consiguieron ocuparlo, crear estructuras y ejercer su soberanía, pero al final Lincoln se lo impidió recurriendo a la fuerza con una guerra». En Cataluña, en cambio, «anunciaron la creación de estructuras de Estado, que ocuparían infraestructuras (aeropuerto, puerto…), pero no se hizo. No basta con proclamar la independencia durante ocho segundos, hay que ejercer la soberanía de hecho y no se atrevieron. Porque esto conlleva expulsar al gobierno, sus símbolos y autoridades y eso, en último término, se trata de una cuestión de fuerza. Hay que tener claro que, al final, la independencia está basada en el ejercicio de la fuerza», remata.