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“4 días”: o cómo desintoxicarse de los fantasmas del pasado

Glenn Close y Mila Kunis son madre e hija a las órdenes del director colombiano Rodrigo García, que busca huir de los tópicos para narrar las consecuencias de la adicción a las drogas
DEAPLANETA
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Con el cheque de un gigante del «streaming» bajo el brazo para rodar la vida de Eva Perón y con otro ya en su cuenta para adaptar por fin y de una vez por todas «Cien años de soledad», la obra maestra de su padre, el director Rodrigo García estrena «4 días», su última película y la más fresca de una larga lista de colaboraciones con Glenn Close (”Albert Nobbs”, “Nueve vidas”), junto a la que incluso ha coleccionado un par de nominaciones al Oscar: «Nunca me ha intimidado. Es una actriz a la que le tiras una piedra y te devuelve un desarrollo de personaje completo. Casi todos los buenos actores, incluso los no tan buenos, se preparan mucho y suelen ser personas delicadas que quieren hacerlo bien. Como director, no me gusta ser pesado, no quiero echarles un rollo. Quiero que cuenten lo más estimulador y no solo pedirles algo, sino marcar una dirección por la que creo interesante ir», explica en entrevista con LA RAZÓN desde Estados Unidos, donde lleva afincado desde los noventa como responsable en la dirección de series tan ilustres como «Los Soprano» o «A dos metros bajo tierra».
¿Hay vida más allá de los clichés?
En su nuevo trabajo, García se sirve de una historia real, publicada originalmente hace tres años en «The Waghington Post», sobre una madre y una hija que, tras un tiempo largo de idas y venidas, se habían encontrado gracias a la rehabilitación y desintoxicación de la segunda. Con Close en el papel de madre coraje y una contenida Mila Kunis como politoxicómana, la película va más allá del cliché e intenta convertir los cuatro días de sobriedad del título –condición indispensable para que la hija adicta pueda acceder a un tratamiento en pruebas– en un duelo dialéctico entre ambas intérpretes con los fantasmas del pasado como únicos espectadores: «La dirección más contundente es el guion mismo, porque a partir de ahí se construye todo», explica el director.
Y sigue, sobre el intenso rodaje: «Tuvimos varias sesiones de lectura previa donde lo importante era medir. Qué tan fuerte es esta pelea o cuánta ironía debe haber en esta escena, sobre todo, respecto al personaje de Mila, porque para mí era importante reflejar esa pérdida de la personalidad en favor de las drogas, cuando uno no sabe si está hablando con su hija de toda la vida o la consumida por la adicción».
El relato de «4 días», eso sí, lejos de ser complaciente aborda la problemática de los opiáceos sin caer en los tópicos del género de auge y caída. Y lo hace de forma consciente, según el director: «Lo fácil hubiera sido caer en la pornografía de las adicciones. No quería explorar esos aspectos tan tremendos, sino trasladar dicha tensión a lo doméstico. Quería dar fe de cómo era tener a esas dos mujeres en la olla a presión que era su casa y conseguir ordenar su ajedrez emocional». De la misma manera, García explica su relación con las protagonistas originales de la historia, a las que pudo conocer en Detroit gracias al periodista y co-guionista Eli Saslow: «El artículo era bastante franco, pero quería saber qué había detrás. Les prometí que íbamos a usar todo con lo que estuvieran cómodas, a pesar de que la historia en realidad las desnudase. Ellas se mostraron muy comprometidas para que entendiéramos su lucha, para que la adicción sea vista más como una enfermedad y menos como un crimen», recuerda.

Un director más allá del formato

Después de casi tres décadas dirigiendo lo más exquisito de la televisión por cable estadounidense, García tiene una opinión bastante menos radical de lo esperable sobre el momento de locura transitoria por el que pasa el sector del audiovisual: “Me gusta que mis películas salgan en sala, porque siempre la experiencia es diferente, mucho más inmersiva. Sabes que el público está prisionero de la calidad, la oscuridad y la química que se genera dentro del cine. Es una experiencia que siempre me interesa, pero en cuanto a lo digital, tiene muchas ventajas saber que tu película estará disponible en tu pequeña pantalla para siempre y en cualquier momento. Así me pude acercar a clásicos y a películas contemporáneas yo mismo, por ejemplo. No hay que ser tan radical”, añade, antes de matizar: “Seguirán existiendo las salas, por supuesto, pero la dificultad pasa ahora por qué películas van a entrar a esos cines. Hace un par de semanas cerraron en EE.UU. cadenas enormes y otras están en serios aprietos. El cine volverá, pero qué películas serán más allá de los superhéroes y la animación. No creo que desaparezca la exhibición en cines pero yo creo que va a ser más difícil y más comprometida para las que no son de gran presupuesto”, remata.