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Premio Pincesa de Asturias

El pensamiento de Gloria Steinem resumido en 10 frases

La periodista y escritora es una de las feministas históricas y ha ganado el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2021

Fotografía de archivo (27/05/2011) de la escritora feminista Gloria Steinem en un foro de Seúl, Corea del Sur.
Fotografía de archivo (27/05/2011) de la escritora feminista Gloria Steinem en un foro de Seúl, Corea del Sur.JEON HEON-KYUNEFE

Aquí está Gloria Steinem, Premio Princesa de Asturias, una de las feministas históricas. Ella pertenece a esa generación de mujeres que recogió el testigo de las primeras voces que reclamaron la igualdad. Protestó cuando pocas lo hacían y se enfrentó a los prejuicios de las sociedades acomodadas. Ella inició su militancia cuando todavía las mujeres estaban vetadas en muchas universidades, cuando se podía trabajar, sí, pero en unos empleos determinados, y cuando las empresas solo contaban con la presencia femenina para unos puestos concretos, y nunca eran los directivos ni los más importantes. No había, por tanto, esa supuesta igualdad que debería suponerse en Occidente, cuna de la democracia, los derechos humanos y de los ciudadanos.

Entonces, Gloria Steinem comenzó a escribir, se convirtió en una activista y, en una época muy anterior a internet y a Twitter, descubrió que no existe mejor discurso que una idea bien condensada en unas pocas palabras. Quieres cambiar el mundo, pareció decirse, pues habrá que empezar por conmocionarlo. Y lo hizo.

Un Filme, «The Glorias», inspirada en su propia autobiografía, que contó con el protagonismo de la siempre genial Julianne Moore y de Alicia Vikander, aireó su vida, que, en realidad, ha sido su batalla para que el género femenino alcanzara las mismas ventajas de las que disfrutaban los hombres. Aunque en la actualidad se ha avanzado mucho en algunos campos (todavía queda avanzar en otros muchos asuntos), lo cierto es que parte de esos logros se han conseguido en parte gracias a ella y a mujeres como ella, que se han mostrado combativas, que se han negado a permanecer en silencio y que han dado su parecer cuando muchos no querían escuchar cuáles eran sus opiniones.

Una de sus frases más celebradas y extendidas, de esas que se imprimen en camisetas o que se repiten cuando se menciona su nombre, reza:

«Las mujeres no serán iguales fuera del hogar mientras los hombres no sean iguales dentro de él».

Pero probablemente una de esas sentencias que cayó en la sociedad como si fuera una bomba de hidrógeno es la que afirmaba:

«Si los hombres se pudieran quedar embarazados el aborto sería sagrado».

Fue una de esas proclamas que no solo resultaban impactantes, que, a la vez, resultaban reivindicativas y no dejaban pliegues a las dudas, sino que también mostraban a las claras las diferencias que existían entre los hombres y las mujeres. Pero ella no es una radical. Que nadie se equivoque. Ella no es una feminista que desea apartar a los hombres o que los critica. Es una persona que lo que principalmente defiende es que exista igualdad entre los dos sexos y que los hombres y las mujeres tengan las mismas posibilidades:

«Feminista es cualquiera que reconozca la igualdad y la humanidad plena de mujeres y hombres».

Gloria Steinem, cofundadora, junto a Robin Morgan y la incombustible y peleadora Jane Fonda, de Women’s Media Center, una organización que busca la visualización de las mujeres en los medios de comunicación, acuñó también otro de esos pensamientos que desnudaban las hipocresías vigentes en la sociedad norteamericana:

«Si dices que estoy a favor de la remuneración igualitaria, es una reforma; si dices que soy feminista, es una transformación de la sociedad».

La escritora, que ha tenido una vida dura desde la infancia, abortó en una época en que no era legal, como le sucedió también a la escritora francesa Annie Ernaux, (ahora acaba de publicarse «Tienes que mirar», de Anna Starobinets, que cuenta otra experiencia especialmente dura en este sentido). Quizá un cúmulo desafortunado de vivencias y de constataciones le impulsó a glosar un pensamiento sobre las relaciones que en ocasiones se establecen en las parejas:

«Las mujeres tienen dos opciones: o son feministas o son masoquistas»

Pero no se detuvo ahí y apreciando determinadas simbiosis que se estaban dando, no dudó en afirmar:

«Nos estamos convirtiendo en los hombres con los que queremos casarnos».

Una frase que, desde luego, molestaría a más de una mujer bien asentada en un matrimonio monótono o en esas otras mujeres que la única manera que han encontrado para crecer fue convertirse en aquello contra lo que peleaban. Gloria Steinem también cuenta con otra joyita que dice:

La verdad te liberará, pero primero te enfurecerá»

Algo que se ajusta como anillo al dedo a la polémica investigación periodística que llevó a cabo en 1963. Ese año decidió infiltrarse en el Club Playboy de Nueva York. Se convirtió en una de las conejitas del antro y así llegó a fotografiarse en una ocasión. Su objetivo era descubrir cuál era la vida de las mujeres que contrataban, cómo se las trataba, cuáles eran las condiciones en las que se desenvolvían sus horas laborales y las ofertas sexuales que recibían, entre otros asuntos escabrosos. Cuando publicó el reportaje, una de esas apreciadas literaturas del periodismo de investigación que honran a este oficio, en la revista «Huntington Hartford’s Show», se armó una buena en los medios. La consecuencia es que ella pasó por bastantes dificultades para seguir publicando artículos.

«Hemos comenzado a criar a nuestras hijas más como hijos, pero pocos tienen el coraje de criar hijos como nuestras hijas».

Con esta controvertida frase criticaba el sistema educativo imperante en su país durante una buena época y con esta otra soltaba un buen aldabonazo a lo que hoy se ha llamado heteropatriarcado:

«Nunca vamos a resolver la feminización del poder hasta que resolvamos la masculinidad de la riqueza».

Gloria Steinem nunca se ha mordido la lengua, ha criticado a las revistas feministas y también a los hombres que pueden llevar una carrera y un matrimonio sin hacer sacrificios personales mientras sus mujeres apenas podían desarrollar sus aficiones o proyecciones intelectuales, pero sin duda, hay una frase por la que todos la recuerdan y la recordarán:

«Una mujer sin un hombre es como un pez sin bicicleta».