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El empresario José Manuel Muriel vuelve con una novela ambientada en tiempos de epidemias e intolerancias

“No se puede crear complejos a la gente por algo tan natural como el sexo”

El también empresario publica su nueva novela, “La plaga del infiel”, un alegato contra la intolerancia y el racismo plagado de amor y erotismo

Corren tiempos de intolerancia y de epidemias y en esa actualidad se mueve “La plaga del infiel” (Liberman), la nueva novela escrita por el empresario José Manuel Muriel (La Carolina –Jaén-, 1953), aunque esté ambientada a principios de los años 70. Él la define como “una novela negra de amor pasional y contra la intolerancia”. Una pasión oculta llena de amor y erotismo, una campaña de la iglesia contra el infiel, una sociedad opresiva y una mujer que se debate entre el amor de su vida y un entorno restrictivo e implacable. ¿Amor, sexo, represión? ¿Fe o fanatismo? Este es el escenario donde, sin que nadie lo espere, surge de repente una plaga terrible que se va propagando sin saber su causa ni cómo se transmite. Una acción que discurre entre Marrakech y La Carolina.

-¿Un alegato contra la intolerancia y la xenofobia?

-Para mí la intolerancia es el mayor problema que hemos tenido siempre en España, de ahí deriva la tremenda convulsión política que padecemos. Estamos alarmados de ver cómo se tratan unos políticos totalmente intolerantes. Y la xenofobia está instalada en nuestra sociedad, los españoles tenemos una connotación racista importante. Yo he querido mostrar lo que puede llegar a provocar el racismo y la intransigencia, hasta una plaga. Lo hago como llamada de atención para las generaciones venideras, para que poco a poco vayan corrigiendo esos defectos.

-¿La sexualidad y las creencias religiosas son incompatibles?

-El sexo era una aberración, estaba demonizado. En aquella época nos deformaron la mente, te hacían pensar que era un pecado grave, sentirte culpable hasta por darle un beso a la novia y eso es una barbaridad, porque el sexo es consustancial y connatural con el ser humano. No se puede crear complejos a la gente por algo tan natural. Es un tabú que poco a poco la sociedad se ha ido quitando de encima y es conveniente que desaparezca por completo.

-Plantea también la intolerancia de una sociedad opresora.

-Sobre todo en la España rural, donde todos se conocen y comentan, esa presión es mucho mayor que en las ciudades, la sientes encima de ti, te condiciona. En cuanto te destacas por algo no lo tolera y se echa encima, es intransigente.

-¿Cómo se puede resolver todo esto?

-La intolerancia y el racismo son falta de empatía, hay que empatizar y hablar de ello, poniendo blanco sobre negro, no tapándola, denunciándolo. Hay que animar a la gente a que cambie las actitudes. También viajando y potenciando la cultura.

-Curiosamente, surge una plaga terrible.

-Sí, aparece de pronto y se va transmitiendo de unos a otros sin saber cómo. La casualidad quiso que terminara el libro en plena pandemia y, claro, sirve de inspiración, tener referentes de esta terrible plaga que vivimos me ha facilitado escribir. Cuando vi la película “Contagio” pensaba que era imposible que ocurriese algo así y lo que nos ha pasado ha sido exacto a la película.

-¿Cree que estamos combatiendo la pandemia correctamente?

-Para combatir una plaga es necesario conjugar tres pilares, los políticos, los médicos/científicos y los personales, tanto individuales como colectivos. La gestión política ha sido un caos y sigue siéndolo, una catástrofe de todos en general, reconociendo que la vacunación está siendo modélica porque nuestros profesionales sanitarios saben hacer su trabajo. Pero tenemos una clase política incapaz de tomar decisiones, que no quiere asumir ningún riesgo y me parece vergonzoso. La ciencia es imprescindible, porque sin vacuna no salimos y la respuesta a escala mundial ha sido espectacular, ha conseguido que en un año haya cuatro vacunas en el mercado. Por otro lado, la conciencia social es imprescindible también, tomar medidas, no exponerse a riesgos innecesarios y creo que, en general, la ha habido, que el 90% de la población la ha tenido y se ha comportado correctamente con arreglo a la situación que vivimos.

-¿Por qué sucede entre Marrakech y La Carolina?

-Por vinculación familiar, mi padre nació en el protectorado español de Marruecos, luego se trasladó a La Carolina y allí vivió el resto de su vida, casado con una colona de sexta generación de los antiguos pobladores. En un viaje a Marrakech se me ocurrió escribirla y desarrollarla entre estos dos ambientes porque ambos me servían para el fin de la novela, venían bien para hablar de intransigencia y xenofobia.

-¿Por qué hay que leer este libro?

-Porque es muy ameno y tiene tirón, y porque en sus páginas encontrarán un mensaje de plena actualidad, los efectos devastadores de la intolerancia y del racismo que seguro que no les va a dejar indiferentes. Debemos ser conscientes que convivimos con esto y debemos luchar para vencerlo, si no nosotros, las generaciones que vienen de nuestros hijos y nietos.