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No se confundan: la vieja música, por suerte, vende

La plataforma musical de “streaming” Hipgnosis consolida su éxito con unas ganancias de más de 100 millones de dólares durante la pandemia gracias a canciones clásicas
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La Razón
  • Alberto Bravo

    Alberto Bravo

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¡Breaking news! Lo que nos han estado vendiendo desde hace más de una década es mentira: la música, la vieja música, todavía es un negocio. Resulta que hay una famosa empresa llamada Hipgnosis que recientemente compró los derechos de las canciones de Neil Young, Shakira, Barry Manilow y muchos más. Se gastó 1.000 millones de dólares y la industria convencional compró entradas en primera fila para aplaudir su caída. Pero resulta que meses después su catálogo tiene un valor de 2.200 millones de dólares y registró más de 100 millones de dólares en ganancias hasta el mes de marzo. Ver para creer.
Lo primero que hay que decir es que había un plan: comprar derechos de explotación de artistas consolidados y aprovechar las nuevas oportunidades del streaming, algo que detestan los músicos (les llegan muchísimos menos royalties), pero que aman los nuevos inversores en música y usuarios. Y lo segundo es que junto al plan hubo bastante de suerte. Merck Mercuriadis, fundador y director ejecutivo de Hipgnosis, confesó el mes pasado que si bien nunca deseó una pandemia, el resultado fue una “aceleración del consumo de canciones clásicas a través del streaming”.
La música, la vieja música, se asocia a recuerdos, a nostalgia y en general a sentimientos únicos que crea el paso de los años. Y la gente sigue consumiendo esa música y esas memorias para intentar sentirse mejor. Desde que en 2018 comenzara a cotizar en la Bolsa de Valores de Londres, Hipgnosis ha gastado 2.000 millones de dólares en derechos y ahora valora su cartera general de 138 catálogos en 2.200 millones de dólares, lo que equivale a un aumento del 13,6% (265 millones de dólares) desde la salida a bolsa.
No, la música no estaba muerta. Lo que olía a naftalina era el viejo modelo -que todavía siguen algunas de las grandes expresas del negocio musical- de sacar CDs, muchos de ellos simples reediciones, y ponerles un precio irreal para sentarse a esperar a que el idiota de siempre se gastara un dinero que no valía. La vieja estafa de tantos y tantos años. El boom del streaming parece que ha salvado a una industria de la música que había estado luchando contra la piratería y la inexorable caída de las ventas de CDs físicos. Los ingresos totales de música a nivel mundial aumentaron más del 50% desde su punto más bajo, en 2014, gracias a los 443 millones de usuarios de servicios de transmisión por suscripción como Spotify, Apple Music o Amazon Music. Ahora solo falta por ver cómo evoluciona el mercado con la progresiva mitigación del efecto de la pandemia. Pero, por lo pronto, esa música que parecía enferma (o más bien arruinada) exhibe músculo y cartera.