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Camilo: “Soy incapaz de escribir un discurso político”

El colombiano esculpe canciones que, desde «Vida de rico» a «Millones» reivindican la felicidad de las pequeñas cosas y asegura que ya está en paz con el «folio en blanco».
Cristina BejaranoLa Razón

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Lo que más le gusta de España es «la manera en la que me adoptaron». Ha puesto voz a la temporada de LaLiga con su canción «KESI». Presume de familia política –Los Montaner- y de sus padres y hermana, dice que son los que le permiten seguir «ancladito».
-¿Qué lleva en la maleta?
-Me regalaron un vaporizador de agua. Va con vapor de agua caliente para la voz y me ha ido súper bien, y un termito, todo el día agua, agua, agua. Es esencial para ir de gira.
-Y, si sus manos escribieran discursos políticos, ¿qué dirían?
-Mis manos no son capaces de eso. Me refugio en las canciones no por inocencia, sino que el arte creo que tiene más herramientas para transformar cosmovisiones y mundos que la política misma. Y por inocente que parezca, sí creo que el amor es el más grande de todas las revoluciones y lo defiendo así.
-¿Qué leyenda cuentan sus anillos?
-De todos mis anillos, el más importante es el de boda: 8 de febrero. Mi anillo dice Evaluna y el suyo dice Camilo. Y tengo este otro que es una abejita, que me regaló un amigo, compositor. La abeja es como el emblema de mi casa. Mis papás son apicultores, yo también lo soy. La abejita es siempre como nuestro animal, con el que más nos identificamos.
-¿Le hubiera gustado escribir la canción de «La Abeja Maya»?
-Algunas veces soy envidioso creativo. Es más, lo que las canciones me dan a mí, que la envidia de haberlas hecho yo. Pero, la de la Abeja Maya, es de las más importantes de la historia creativa del mundo.
-Camilo –José Cela– se llamaba el premio nobel de literatura y escribió «La Colmena». ¿Lo ve premonitorio?
-Mi casa, mi única casita en Miami, se llama «La Colmena», ahí le dejo ese dato.
-Dijo un día... «Dios escribe con mis manos». ¿Qué mensaje nos trae del más allá?
-Del más allá no sé. Pero de aquí y ahora sí que tengo certeza de que las manos y los pies del universo, de Dios, del absoluto, de la fuente, nómbrelo como quiera... Las manos y los pies de aquello, somos nosotros. Acá y ahora. Así que más que andar mirando más lejos del allá, a mí me gusta extraer todos esos pa cá.
-¿Cuántos «planetas ha roto» con cosas que ha dicho?
-Un montón. La honestidad trae consigo imprudencia también, he destruido mil planetas con cosas que he dicho. No porque yo sea especialmente destructor, soy un observador de mí mismo y, cuando uno para y se da cuenta del arma filosa que son las palabras, te llevas planetas por delante y, a veces, sin darte cuenta. Me pasa un montón. En este caso puntual era la sorpresa de que Evaluna, mi esposa, se fijara en mí con todas esas falencias.
-¿Cómo hace uno para no rendirse a pesar de que le hayan cerrado una puerta?
-Cuando uno tiene claro el norte, no el destino, sino el norte que le apunta. Si se pasa un tren, uno sigue esperando el que sigue que le lleve a la dirección. En mi caso, puertas que yo pensé que estaban cerradas para siempre, con un poquito más de insistencia, se fueron abriendo. Y ahora, miras para atrás y parecía que no hubo tales puertas porque la gente no las conoce. Pero yo sí tengo memoria de lo bueno y lo menos bueno. Estoy muy agradecido a Dios por las puertas cerradas, por ese contraste: porque fueron las que me permiten hoy disfrutar de esto.
-¿Qué le hizo no tocar fondo?
-Fondo he tocado, gracias a Dios, tan agradecido por los fondos también, porque entonces ya solo hay ruta para arriba. Los fondos para cada persona son diferentes, pero he tenido mis rutas...
-¿Con ese bigote es más mosquetero, más pintor o más revolucionario?
-Qué decir... Soy como una versión fallida de las tres cosas, pero con mucho honor, no lo digo con cabeza baja.
-¿Se puede seducir con un plan de «cervecita en la playa»?
-Depende a quién quieras seducir. A mi esposa le puede parecer el mejor plan del mundo. El levantarnos a las 4:30 o 5 de la mañana, llevar un termito de café a la playa y ver el amanecer, que es gratis. A mi esposa logré seducirle con cosas así minúsculas, que no lo son tanto.
-En pandemia se han roto muchos amores... ¿Tiene algún antídoto para repararlos?
-¿Cómo dar uno consejos? Lo que es un antídoto para alguien, es veneno para otro. Es tan complejo... Nuestro antídoto para mantener la relación viva ha sido el absoluto disfrute del otro, la celebración de aquello que es cierto en el otro, la consciencia diaria de todo aquello que merece ser celebrado en el otro. Ese disfrute es lo que nos mantiene. Evaluna y yo somos supremamente diferentes y, al principio, chocábamos en muchas cosas. Pero teníamos la certeza de que esas cosas que suelen derrumbar edificios, a nosotros nos ayudaron a remodelar.
-¿Da vértigo que a uno le nominen por su historia personal?
-Da vértigo. Sí, la honestidad siempre da vértigo y es peligrosa también. Es fantástica porque las flores si que los recibes con propiedad, pero los tomatazos también los recibes cuando no tienes una máscara. Si tienes una máscara, te blinda, pero si no la tienes el tomatazo te duele un poquito más.
-Si se encontrara con Eduardo Manostijeras... ¿qué le pediría que esculpiera?
-Soy yo uno; es justo tratando de esculpir cosas que he terminado rompiendo cosas. Le pediría quietud, más que tratar de andar esculpiendo.