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Crítica de “Lamb”: el radical silencio del cordero ★★★★☆

La Razón

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Director: Valdimar Jóhannsson. Guion: S. Sigurdsson, V. Jóhannsson. Intérpretes: Noomi Rapace, H. S. Guðnason. Islandia, 2021. Duración: 106 minutos. Drama.
En el establo, las ovejas se apiñan buscando calor y miran a la cámara como vacías, como pidiendo ayuda o a lo mejor únicamente más balas de hierba. Algunas están preñadas, y esas son las que serán ayudadas por María e Ingvar, una pareja joven sin hijos, para parir con cuidado y en silencio. Silencio. Ambos, en la solitaria granja donde viven en medio de un páramo alejado de la mano de Dios, están acostumbrados a trabajar duro y sin protestas, al frío extremo, a la soledad, a la (no) comunicación con pocas palabras, pero ambos también parecen llevar a cuestas un dolor, un vacío insondable y persistente como los balidos constantes de los animales. La radical, extrema y turbadora opera prima del islandés Valdimar Jóhannsson no será plato de gusto para todo tipo de espectadores, rotundamente. Sobre todo, cuando, ya en las primeras escenas del filme, los protagonistas descubren que una recién nacida es mitad niña, mitad cordero. María la acuna, le busca un lugar donde dormir en casa, la viste igual que si fuera un bebé, le da leche caliente.
La maternidad se dispara en el vientre quizá seco de la mujer, e Ingvar las abraza a las dos cada noche, cuando el largo día está acabando y la familia descansa apretada. Pero alguien fuera sigue inclemente reclamando lo suyo. Y, sin embargo, no se extrañen todavía demasiado. Hay también casas donde los perros, pobres perros sin identidad o con la identidad dividida, vestidos de niños o adultos cursis, duermen en el regazo de sus dueños y puede que sueñen mientras tanto que son una especie de humanos con la diferencia de que ellos husmean los genitales de otros descaradamente. Sí, pronto se descubre que los personajes han llevado, como el director, la propuesta al límite, y quieren a ese pobre engendro como si fuera una auténtica hija que, con la cabeza y medio cuerpo de bestia, agarran de la otra mano, sientan a comer en la mesa y presentan al hermano de él, un tipo turbio que no puede creerlo, que intenta incluso algo extremo; no obstante, al final entra en este peligroso juego de la fe. Porque el filme también posee un algo difuso de lectura bíblica. Los ojos de Noomi Rapace, en su mejor papel hasta ahora, derraman amor egoísta cuando mira al híbrido que ha llegado a su vida para esconder un pasado incómodo, feo, inane. Y por él será capaz de todo. Terror folk, terror a secas... da igual cómo califiquemos la difícil y opresiva película que premió el Festival de Cannes y barrió en Sitges: cuando nos vamos acercando al sorpresivo y delirante, aunque hasta un punto lógico, final volvemos a pensar en la vertiente de la religión más salvaje: quien a hierro mata...
Lo mejor
Resulta una apuesta muy arriesgada; es imposible, guste o no, que deje indiferente
Lo peor
No se trata de una película que puedas aconsejar a cualquier tipo de público

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