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Estados Unidos: el laboratorio que determinará el futuro del español

El acto del 70 aniversario de la ASALE recuerda el momento de la fundación de las academias y saca a relucir los desafíos y los retos que afronta el español en el siglo XXI
Javier LizonEFE

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La celebración del 70 aniversario de la Asociación de Academias de la Lengua Española se convirtió también en un ejercicio de memoria. Durante el acto se viajó al siglo XIX, al momento en que las naciones americanas se independizaron de España y, en un momento de extrema gravedad y cuando la lengua pudo desintegrarse en múltiples lenguas, estos países decidieron dejar aparte las rencillas, no mezclar la política con el legado cultural y conservar el castellano como lengua oficial. Un hito que logró dejar de lado las rencillas, rencores y desencuentros para avanzar juntos en el camino común de la preservación de una lengua. El escritor Arturo Pérez-Reverte leyó el contenido del documento que impulsaba la creación de academias hermanas a la RAE (datado el 24 de noviembre de 1870) en aquellas repúblicas nuevas que nacían al otro lado del Atlántico.
Después, distintos directores de estas academias recordaban el momento de su fundación. Todos sus responsables traían a colación este momento y, a continuación, exponían las dificultades que se abren en estos instantes para el español: La influencia del estatus social que disfrutan y marcan para bien o para mal a los hablantes, la penetración de nuevo léxico, el mestizaje de lenguas, la tendencia a la hibridación entre idiomas, con sus contaminaciones lógicas, la presión del inglés, la identidad que concede la lengua, pero, a la vez, «los cantos de sirena» que provienen de la cultura norteamericana, ese gigante que atrae tanto y que hace años hacía que muchos jóvenes se separaran de su lengua materna para incorporarse mejor en aquella sociedad.
Jorge Ignacio Covarrubias, Subdirector de la Academia en Estados Unidos, comentó a este diario cuál es el futuro que le aguarda al español. Para él, «el español en EE. UU. va a determinar el futuro del idioma, porque en este país concurren todas las regiones del mundo. Es un laboratorio que nos indicará hacia adonde va el español. El futuro del español está ahí». Y aportó unas cifras que respaldan sus afirmaciones: «Hay 60 millones de hispanos. Unos 45 lo tienen como primer idioma. La media de estos hablantes tiene, de media, diez años menos que gran parte de la población de allí. Hoy los hispanohablantes representan un 18,5 por ciento de población; para 2050, serán cien millones y supondrán un 26 por ciento de la población».

El peor momento

Ignacio Covarrubias comenta que «Hemos pasado el reto de Trump, el peor presidente de EE.UU. cuya primera medida fue cerrar la versión en español de la página web del gobierno, para la cual nosotros habíamos asesorado, aunque ahora la han repuesto». Él mismo comenta un dato de suma relevancia para el español: «Los lingüistas sostenían que la primera generación de hispanohablantes en Estados Unidos, la que proviene de nuestro países, conserva la lengua; la segunda, es bilingüe, pero la tercera tiende a perder el español. Pero ahora nos hemos dado cuenta de que los chicanos de la frontera lo mantienen a lo largo de generaciones. A eso se añade que llegan inmigrantes constantemente, a parte de que su nivel social y económica ha aumentado. El español es pujante y la gente ha perdido el temor a que los hijos lo mantengan”.
Pero Ignacio Covarrubias no olvida las grandes amenazas que aguardan al español. «Sobre todo provienen de cierta reacción de movimientos retrógrados, como “English Only”, que quieren imponer el inglés como lengua oficial. Estados Unidos no tiene lengua oficial, aunque sí lo hayan establecido en 32 estados. Pero ahora hay muchos norteamericanos que también tratan de aprender español, porque han descubierto que es útil para le comercio y la ciencia, sobre todo ahora, que existen tantos hispanos en esta área, como, por ejemplo, en la NASA. Es cierto que el español está atacado por una minoría retrógrada, pero también es cierto que avanza».
Pero también existen tareas pendientes. Para él, «el mayor reto es la educación. Hay varios niveles de programas bilingües y, de hecho, hay chicos estadounidenses que se han beneficio de esto. El segundo reto es resistir la presión de los grupos retrógrados que mencionaba y que se han exacerbado y salvaguardar la unidad del idioma, aunque los cambios sintácticos, derivados de la convivencia con otra lengua, solo han traído cambios menores».

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