Crítica de “Una librería en París”: despertar a la vida ★★★☆☆
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Dirección: Sergio Castellitto. Guion: Margaret Mazzantini y Sergio Castellitto, según el guion de Ettore Scola, Furio Scarpelli y Silvia Scola. Intérpretes: Sergio Castellitto, Bérénice Bejo, Matilda de Angelis. Italia-Francia-USA, 2021. Duración: 89 minutos. Drama.
Uno de los libros que Vincenzo (Sergio Castellitto), librero tímido y vestido siempre de punta en blanco, le lee a su hija, que dejó de hablar cuando se quedó paralítica, es “Don Quijote de la Mancha”. Algo de Quijote vencido tiene este hombre amable y hermético, amante de las ficciones, que decidió abandonar sus sueños para venderlos a sus clientes, y que, encerrado en su molino de viento, cuando no espera ninguna sorpresa de la vida, se topa con una Dulcinea imposible (Bérénice Bejo), voluble e impetuosa, que le devuelve una mirada apasionada sobre las cosas que él, como su hija ha hecho con la palabra, había reprimido hasta su llegada.
Sergio Castellitto aborda este personaje desde una delicada empatía, no exenta de su dosis de azúcar, que se impregna en esos escenarios únicos, esas prisiones de la Historia, tan habituales en el cine de Ettore Scola (“La terraza”, “Le bal”), uno de los autores del guion original. Estéticamente, bebe, sin embargo, de la novela gráfica que adaptó ese guion: el artificio de esa porción de barrio parisino, reconstruido en un estudio de Cinecittà, evoca tanto algunas de las bellas incursiones en el constructo teatral del último cine de Resnais (por ejemplo, la hermosa “Asuntos privados en lugares públicos”) como la recreación, vivaz y estereotipada, del realismo poético francés de “Amélie”.
Como en esas películas galas que convertían un pequeño comercio en lugar de paso pero también de encuentro, con el fin de crear una especie de ilusión de comunidad, “Una librería en París” tiene una nómina de personajes secundarios que colorea, con menor o mayor fortuna (a veces con una cierta tendencia al paternalismo sentimental), ese “material emocional” que le sirve de título original a la película. Con una cierta modestia, y potenciando la teatralidad que seguramente empapaba el trabajo de Scola (con el que Castellitto trabajó en “La familia”), la película explica la historia de dos despertares a la vida y dos sacrificios por amor como quien cuenta un cuento de hadas para adultos, discreto y edificante, sin ánimo de sentar cátedra.
Lo mejor
El diseño de producción y la melancólica modestia de la propuesta.
Lo peor
A veces se le va la mano con el azúcar.