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María Zaragoza, una rescatadora de libros gana el Premio Azorín

«La biblioteca de fuego» es una historia sobre la salvación de libros durante la Guerra Civil española
  • Licenciada en Periodismo en la Universidad de Valencia, empezó a escribir en La Razón en 2005. Durante estos casi 20 años su tarea se ha centrado en informar sobre la Economía y la Agricultura valencianas, aunque durante los últimos tiempos se ha especializado también en la sección de Sanidad

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La obra «La biblioteca de fuego», escrita por María Zaragoza bajo el seudónimo de Genoveva Villar y presentada bajo el título «Castillos de fuego», ha resultado hoy ganadora del Premio Azorín 2022, un galardón entregado por Planeta y la Diputación de Alicante que cada año incrementa su prestigio entre los premios literarios del país.
El argumento de la obra no puede estar más de actualidad. Cuenta la historia de una joven funcionaria de la Biblioteca Nacional que asume el encargo de salvar de la quema los libros condenados por el bando ganador de la Guerra Civil. La protagonista de la historia debe crear la Biblioteca Invisible y, para ello, entrará en contacto con una red de misteriosos personajes, llegando a jugarse la vida por las convulsas calles de Madrid.
Zaragoza ha señalado, nada más recibir el premio, que «en tiempos difíciles lo primero que intentan dejar caer es la cultura» y dio las gracias a la Diputación de Alicante y a Planeta por mantener un premio como este. Apunta que la novela «es un canto de amor a la gente que en tiempos muy complicados cree que la cultura es lo primero y decide protegerla; es también un homenaje a las bibliotecarias y las archiveras que participaron en el salvamento del tesoro artístico durante la Guerra civil, unas personas que fueron borradas de la historia».

Tesoro artístico

En declaraciones a LA RAZÓN, María Zaragoza explica que siempre había tenido la ilusión de escribir acerca de los libros prohibidos y sobre cómo estos acaban repercutiendo en la vida de las personas. «Encontré la historia de los bibliotecarios que participaron en el salvamento del tesoro artístico español y a partir de ahí empecé a investigar sobre ellos y sobre por qué habían sido silenciados».
Preguntada por si teme que suceda lo mismo en la actual invasión de Rusia a Ucrania, lamentó que, en tiempos difíciles, «lo primero que se intenta atacar es la cultura, de ahí la importancia de preservarla». María Zaragoza Hidalgo (Madrid, 16 de septiembre de 1982) es autora de novelas y libros de relatos, así como de guiones y textos dramáticos. También colabora regularmente con artículos en diferentes medios digitales. Ha recibido, entre otros, el XXVII Premio Margarita Xirgu de Teatro Radiofónico por «Un candidato para el fin del mundo» (2019), el Ateneo Ciudad de Valladolid, por su novela «Los alemanes se vuelan la cabeza por amor» (2011) o el Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla por «Dicen que estás muerta» (2010).
Los miembros del jurado de este año fueron Julia Parra, diputada de Cultura de la Diputación de Alicante, Juan Eslava Galán, Luz Gavás, Reyes Calderón, Cristina Llorens, Juanjo Payà, Belén López Celada y María José Angulo Poyatos. Durante el acto actuó la orquesta Adda·Simfònica que, bajo la dirección de Josep Vicent, interpretó la Sinfonía Nº 1 «Clásica» de Sergei Prokofiev. La ceremonia se presentó con el lema «Donde la curiosidad te lleve». El premio está dotado con 45.000 euros.La obra La biblioteca de fuego, escrita por María Zaragoza bajo el pseudónimo de Genoveva Villar, y presentada bajo el título Castillos de fuego, ha resultado la ganadora del Premio Azorín 2022, un galardón entregado por la Diputación de Alicante y Editorial Planeta, que cada año incrementa su prestigio entre los premios literarios del país.
El argumento de la obra no puede estar más de actualidad. Cuenta la historia de una joven funcionaria de la Biblioteca Nacional que asume el encargo de salvar de la quema los libros condenados por el bando ganador de la guerra civil. La protagonista de la historia debe crear la Biblioteca Invisible y, para ello, entrará en contacto con una red de misteriosos personajes, llegando a jugarse la vida por las convulsas calles de Madrid.
Zaragoza ha señalado tras recibir el premio que “en tiempos difíciles lo primero q intentan dejar caer es la cultura” y ha dado las gracias a la Diputación de Alicante y a la editorial Planeta por mantener un premio como este. Ha señalado que la novela “es un canto de amor a la gente que en tiempos muy complicados cree que la cultura es lo primero y decide protegerla, es también en especial un homenaje a las bibliotecarias y archiveras que participaron en el salvamento del tesoro artístico durante la Guerra civil, unas personas que fueron borradas de la historia”.
En declaraciones a LA RAZÓN, María Zaragoza ha asegurado que siempre había tenido la ilusión de escribir una historia sobre los libros prohibidos y sobre cómo estos acaban repercutiendo en la vida de las personas. “Encontré la historia de los bibliotecarios que participaron en el salvamento del tesoro artístico español y a partir de ahí empecé a investigar sobre ellos y sobre por qué habían sido silenciados”.
Preguntada por si teme que suceda lo mismo en el actual conflicto ente Rusia y Ucrania, ha señalado que en tiempos difíciles, “lo primero que se intenta atacar es la cultura, de ahí la importancia de preservarla”.
María Zaragoza Hidalgo (Madrid, 16 de septiembre de 1982) es una escritora española, autora de novelas y libros de relatos, así como guiones y textos dramáticos. También colabora regularmente con artículos en diferentes medios digitales.
Ha recibido, entre otros, el XXVII Premio Margarita Xirgu de Teatro Radiofónico por Un candidato para el fin del mundo (2019), el Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, por su novela Los alemanes se vuelan la cabeza por amor (2011) o el Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, por su novela Dicen que estás muerta (2010).
Zaragoza forma parte desde 2014 del colectivo artístico fundado por Fernando Marías Amondo, llamado Hijos de Mary Shelley. Con él, en 2015, participó en las sesiones de homenaje a la pionera feminista Mary Wollstonecraft y en el libro titulado Wollstonecraft. Hijas del horizonte, donde también figuran otras importantes escritoras como Espido Freire, Paloma Pedrero, Nuria Varela, Cristina Cerrada, Eva Díaz Riobello, Cristina Fallarás, Raquel Lanseros y Vanessa Montfort. Además, María Zaragoza es una colaboradora habitual de jornadas literarias y eventos culturales.
Los miembros del jurado son Julia Parra, diputada de Cultura de la Diputación de Alicante, el escritor Juan Eslava Galán, la escritora Luz Gavás, la escritora Reyes Calderón, Cristina Llorens, Juanjo Payà, Belén López Celada, María José Angulo Poyatos.
Durante el acto actuará la orquesta Adda·Simfònica, bajo la dirección de Josep Vicent, ha interpretado la Sinfonía Nº 1 “Clásica” de Sergei Prokofiev.
La ceremonia se presenta con el lema ‘Donde la curiosidad te lleve’, con el que se ha querido expresar el importante papel que tiene la curiosidad tanto en la trayectoria de Azorín como en los escritores y en los lectores. También la imagen que este año representará el Premio Azorín incluye alusiones a su obra y de nuevo al concepto de curiosidad, representado por la mirilla de una puerta.
El Premio Azorín está dotado con cuarenta y cinco mil euros para la obra ganadora. En esta vigésimo novena edición se han presentado 223 novelas, -el quinto año que más obras han concurrido en la historia del galardón-procedentes de España y de otros países de Europa y América, entre las que se han elegido las diez finalistas.
Los diez finalistas de este año eran: Castigo de fuego, de Genoveva Villar (seudónimo), Cien espadas de Damocles, de Hugo Sanz Rodero, El tirocinante, de A. L. Blanco (seudónimo), Lo que el fuego no apagó, de Claudia Fernández (seudónimo), Pazman, de José Ángel Astillero Fuentes, El faro, de Nadiya (seudónimo), Los Prytz, de Gabriel Martínez, Habana nostra, de Pavel Giroud, Como un cuerpo muerto cae, de Álvaro Solís Llano y Arliach, de Gabriel Sapiña Bertomeu.
Durante la gala, el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, ha señalado que el poder de un relato emana de lo que despierta en el lector, sin apenas margen para el esfuerzo ni tiempo de reacción. “La palabra más hermosa, la más sencilla, fue la de Azorín, porque la suya era y siempre lo fue, la palabra perfecta, precisa”, ha indicado en homenaje al escritor. Ha recordado el calmoso epitafio del escritor, “cuanto cuesta morir, q larga es la agonía”.
Ha mostrado su agradecimiento a la editorial Planeta por unir su nombre al de la Diputación de Alicante a través de este premio, dedicado a “uno de nuestros escritores más ilustres”, en “el día más grande de las letras alicantinas”. Ha querido dedicar algunas de sus palabras a los jóvenes, para que no repitan los errores cometidos por los que les hemos antecedido. “Nuestro futuro depende de las acciones y gestas que emprendan con ilusión”.

Punto de inflexión

Hubo un punto de inflexión en la trayectoria de María Zaragoza: cuando en su camino se cruzó el que considera su padrino literario, Antonio Gala, que le brindó un cariño y un respaldo interminable que le dio confianza para dar continuidad a una carrera que ya se prometía meteórica. Con dieciocho años había visto cómo veían la luz sus “Ensayos sobre un personaje incompleto”, en 2000, y cuatro años más tarde le llegaba la beca para jóvenes creadores desde la Fundación Gala. A partir de ese momento, Zaragoza fue recibiendo un premio tras otro sin cesar, pero eso no es lo relevante, sino la forma en que ha incursionado en la narrativa, pero también en el mundo del guion de cómic o el radiofónico, y también en el ámbito de la literatura infantil y juvenil, lo que al fin y a la postre la lleva a haberse ganado el favor de un público muy diverso. Con todo, si tenemos que destacarla en un territorio concreto, podríamos citar las páginas que ha consagrado al género del terror. Fue el caso de la reciente “Avenida de la Luz” (editorial Planeta), en que nos metía en un espacio que formaría parte de una Barcelona desconocida y llena de pesadillas, a raíz de una desaparición: la ocurrida en 1955 por parte de un hombre que trabajaba en la Ciudad de la Luz, un proyecto arquitectónico en el subsuelo que debía ampliar la antigua Avenida de la Luz y que nunca llegó a inaugurarse. Ese hombre reaparece diez años después como si tal cosa, con la misma ropa con la que se había ido a trabajar aquel día de que se le perdiera el rastro. He ahí la clave de su narrativa: las desapariciones o surgimientos inquietantes, como ocurre en “Sortilegio” (Minotauro), sobre una muchacha que goza de la capacidad de advertir detalles que pasan desapercibidos para el resto. Entonces, abandonará su pueblo para estudiar en la ciudad donde fueron asesinados sus padres, desvelando allí una serie de secretos que le salen al paso y que tendrán que ver con un asunto de lo más fantástico, trascendental y milenario.