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Romero de Ávila, un retrato del Madrid de los 80 en clave realista y oscura

María Jesús Romero de Ávila de Lara ha publicado “Encadenada al miedo a morir”, una intrigante novela de suspense ambientada en Madrid en los años 80 y 90 con historia, pasiones y erotismo
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Si una novela de suspense debe tener un comienzo que enganche y un final que sorprenda para cerrar el círculo, no cabe duda que “Encadenada al miedo a morir” (Ediciones Doce Calles), la nueva publicación de María Jesús Romero de Ávila de Lara, lo cumple, aparte de mantener el interés continuo durante toda la lectura. La muerte por accidente de una mujer joven, es el hilo conductor de una historia que abarca amores, celos, pasión, miedos, sexo, lujuria, envidias y venganzas e, incluso, fenómenos paranormales.
El contexto: Madrid, años 80 y 90, en los que a una joven estudiante recién llegada del pueblo, le toca vivir un periodo histórico determinante en los albores de la democracia. Aparte de la Movida, la protagonista se ve inmersa en acontecimientos como el Golpe de Estado de Tejero, la intoxicación por el aceite de colza, la bomba de ETA en Telefónica, el incendio de la discoteca Alcalá 20, los mundiales de fútbol del 82 o la visita del Papa Juan Pablo II. Romero de Ávila de Lara es Licenciada en Filología Hispánica, aunque periodista de vocación. Ha sido y es locutora de radio en distintas emisoras, entre ellas Radio Horizonte de La Solana, su pueblo natal, donde durante diez años mantuvo el programa “Crónicas de una solanera”.
La inquietud por escribir la he tenido siempre, leía todo lo que caía en mis manos”, explica. “Viaje a través de una mujer”, fue su primera novela en 1990, en la que plasmó un desengaño amoroso grande; luego vino “Todo por un sueño gastronómico” – que va por la 7ª edición- y “La fuente de la vida”, sobre la historia de su familia”. Con “Encadenada al miedo a morir”, Romero de Ávila ha querido entrar en el tema de la muerte, que en algún momento llegó a obsesionarla. “A raíz de una crisis, pensaba mucho en ella, cómo sería, si hay algo después…empecé a hablar de la muerte para aclarar un poco mis ideas y porque socialmente es un tema tabú, aunque esté presente a diario en nuestras vidas. No se habla, parece que no va con nosotros y yo quise tratarlo en una novela, pero no como algo triste u horrible, sino como parte de nuestra vida y añadiendo otros ingredientes más apetitosos como la historia, las pasiones o la pulsión sexual y, por supuesto, sentido del humor”. Porque al final, explica, “el mensaje es una reflexión sobre lo importante de disfrutar el momento, el “carpe diem”, un canto a la vida, a vivir la pasión, a aprovechar la vida porque no sabemos si hay otra”.

Conformidad

La autora reconoce que su escritura ha tenido un efecto catártico. “Me ha ayudado para soltar fantasmas personales, a liberarme de esa obsesión, parece que escribiendo sale todo lo que hay dentro y eso tiene un efecto sanador, aparte de que luego los personajes te lleven por un lado distinto a la idea inicial, cobran vida propia, te llevan por unos derroteros que ni te imaginabas, es curiosísimo el proceso de escribir”, afirma, y pone como ejemplo el sorprendente y tremendo final de la novela. “Yo igual hubiera finalizado antes, pero algo me decía que había que acabar de otra manera”. Más de acuerdo, quizá, con esa tendencia que tenemos, como tiene el personaje, a complicarnos la existencia, “muchas veces de forma innecesaria, por egos, dinero, envidias, poder…”
todo eso quise plasmarlo aquí”. Y prosigue: “Hemos convertido la vida en una locura, vivimos en un sin vivir, la hemos llenado de estrés, ansiedad, prisas e insatisfacción, nunca estamos conformes, siempre queremos más, y eso le ocurre a la protagonista, cuando consigue una cosa quiere otra, algo muy habitual en la sociedad consumista que vivimos”. Por otro lado, Romero de Ávila ha querido reflejar la doble lectura en toda conducta. “Los personajes tiene dobleces, una cara desconocida que no comparten con nadie, como nos sucede a todos, una parte más oscura, más íntima, que no mostramos, de ahí las continuas sorpresas que descubren unos de otros. Quizá esa parte desconocida sea la más real –se cuestiona-, pero es la que menos compartimos, y quizá no sea la más sana. Mi intención ha sido mostrar esa cara oculta, dejar al descubierto ese yo más profundo”. Y concluye: “Muchas veces buscamos fuera lo valioso cuando en realidad lo tenemos cerca, pero no lo vemos ni lo valoramos, no sabemos apreciar lo que tenemos y, a veces, en lo más sencillo es donde está lo importante”.