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Cine

Premios Oscar

Leo Sánchez, ganador del Oscar: “El silencio tras el bofetón fue bárbaro”

El productor español levantó la estatuilla junto a Alberto Mielgo por “The Windshield Wiper” (”El limpiaparabrisas”) como el Mejor Cortometraje de Animación de los Premios Oscar

Leo Sánchez (i) y Alberto Mielgo (d) posan con el Óscar por mejor cortometraje de Animación por "The Windshield Wiper". EFE/ David Swanson
Leo Sánchez (i) y Alberto Mielgo (d) posan con el Óscar por mejor cortometraje de Animación por "The Windshield Wiper". EFE/ David SwansonDAVID SWANSONAgencia EFE

Tuvo que ser en la gala previa, esa a la que la Academia mandó hasta a ocho categorías por no considerarlas «televisivas» y luego poder tirar de tijera en sus discursos, pero el sabor de la victoria es el mismo: “He visto la estatuilla junto a la cama esta mañana y seguía sin poder creérmelo. La he mirado, la he cogido y, creo, pesa un poquito más que anoche”, confiesa todavía emocionado y con una sonrisa de oreja a oreja Leo Sánchez, productor español que junto al director Alberto Mielgo ganó el Oscar al Mejor Cortometraje de Animación. «The Windshield Wiper» («El limpiaparabrisas») rompió esa barrera otrora imposible para Nacho Vigalondo o Borja Cobeaga y coronó una fiesta española a la que ni Penélope Cruz, ni Javier Bardem, ni Alberto Iglesias pudieron sumarse. Todavía con resaca tras una de las noches más felices de su vida, el productor atiende a LA RAZÓN.

-¿Cómo está? ¿Cómo es despertarse con un Oscar en la mano?

-Si empiezo a hacer flexiones de brazo igual puedo buscarme un oficio nuevo. Es una pasada.

-¿Con qué sensaciones se queda? ¿De quién se acuerda haciendo el paseíllo hacia el escenario?

-Es fácil de responder. De mi madre, porque fue la primera en la que pensé. Primero pasas por un estado rápido de excitación, cuando escuchas el nombre del corto y luego, en ese paseo con Alberto Mielgo me acuerdo de ella. Falleció hace algo menos de dos años y ha sido una parte fundamental en mí y en este proyecto, que comenzamos a montar hace siete años.

Leo Sanchez, en el centro, en la fiesta de ganadores del Oscar REUTERS/Mike Blake
Leo Sanchez, en el centro, en la fiesta de ganadores del Oscar REUTERS/Mike BlakeMIKE BLAKEREUTERS

-La Academia acortó vuestro discurso, que era una reivindicación de la animación como algo más que un nicho infantil...

-Sí, Alberto hizo un discurso buenísimo, pero aunque lo cortaran la idea seguía ahí. Queríamos reivindicar la idea de la animación como elemento universal, defenderla como un medio y no como un género para todas las audiencias, todas las edades, todos los públicos. Adoro y amo la animación infantil, que es a la que me he dedicado toda mi vida, toda mi carrera, pero eso es solo una parte. Hay que seguir explorando y seguir abriendo puertas.

-¿Se llegó a cruzar o a compartir con los otros españoles nominados?

-Pude conocer a Alberto Iglesias, que fue extremadamente amable con nosotros. Es un tipo encantador y compartimos con él antes de la gala y después, en la fiesta. Con Penélope Cruz y Javier Bardem no pudimos coincidir, porque después de recibir el premio te hacían pasar por varios protocolos y se hizo imposible. A ellos dos, eso sí, les conocimos en el almuerzo previo a la gala y también, fueron muy amables con nosotros. Fue un placer.

-¿Cómo se ha llevado con la parafernalia propia de los Oscar?

-La pompa excedió todo lo que yo o Alberto podíamos imaginar. Es algo que has visto toda tu vida en la tele y, de cerca, es todavía más impresionante. Pensé que verlo desde dentro podía ser un poco decepcionante, pero al contrario. Fue fantástico. Y ya cuando ganamos, y terminamos de atender a la prensa, todo fue mucho más relajado. Es una experiencia montada para que tú disfrutes, para que sientas la importancia del premio. Y, claro, luego hay un montón de anécdotas de la noche... que era joven.

-¿Hay algo que se pueda contar?

-¡Sí! Después de que nos entregaran el premio, nos metieron a Alberto y a mí en una especie de sala VIP. Allí estaban todos los que salían a entregar o a dar discursos. Nada más entrar me encontré a Robert de Niro y a Bill Murray conversando entre ellos. Me moría por conocerles, pero claro, tampoco era cuestión de asaltarles. Por casualidad, más tarde, Bill Murray pisó sin querer el vestido de mi pareja y dio pie a una situación cómica. Ahí acabamos hablando de todo un poco. Otra conversación que también me hizo mucha ilusión fue la de John Travolta, porque además de crecer con sus películas él fue muy importante en mi carrera. Cuando llegué a Disney, la primera película en la que trabajé fue “Bolt”, el perro blanco al que él ponía la voz. Así que fue también como cerrar un círculo.

-Tengo que preguntarle, ¿cómo vivió el bofetón de Will Smith?

-Uf... Fue todo muy desafortunado, feo. Es inexcusable. Además en esa sala en la que estábamos también estaban las hermanas Williams, que no sabían cómo reaccionar. El silencio tras el bofetón fue bárbaro. Yo estaba distraído y no vi la torta en sí, pero cuando comenzaron los gritos todo el mundo se quedó callado. Viendo las caras me di cuenta de que aquello iba en serio, que no era parte del espectáculo. Me dejó un mal sabor de boca, porque había coincidido con él en el almuerzo de nominados y me transmitió exactamente lo que creía que era, un tío muy simpático. No sé qué situación personal tiene, ni qué le llevó a eso, pero fue todo muy feo y desagradable.

-¿Es este el primero de muchos?

-(ríe) No me lo he planteado, y no es un objetivo, pero seguiremos trabajando mucho más motivados ahora. Claro que sí. Al final esto fue un proyecto personal, un poco fuera de nuestro campo en el sentido de que hemos controlado todo, y normalmente nos dedicamos a aspectos más específicos, no como para recibir el Oscar a título personal.