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Teatro

Carlos Hipólito: «Me gusta C. Tangana, sus letras son muy teatrales»

Está inmerso en la preparación de «Oceanía», un texto de Gerardo Vera que se va a convertir en su primer monólogo

Por primera vez en su carrera, Carlos Hipólito acepta un monólogo y se enfrenta a un escenario en solitario
Por primera vez en su carrera, Carlos Hipólito acepta un monólogo y se enfrenta a un escenario en solitarioJose Alberto Puertas

Carlos Hipólito se halla en inmerso en una gira teatral, la de «Oceanía», que en estos momentos afronta su descanso veraniego. Se trata de un texto de Gerardo Vera, fallecido en 2020, que ha sido definido como «el testamento artístico y vital» del desaparecido creador madrileño pero también como el «retrato de un país y de una época». Por si ello fuera poco, Hipólito está recién llegado de el Puerto de la Cruz, del Festival Veranos del Taoro, donde ha participado en una propuesta escénica acompañado por el pianista José Manuel Cuenca y el barítono Luis Santana, donde ha puesto voz a los versos de Miguel Hernández en el recital Dejadme la esperanza. De poesía, de teatro, y de su pasión por el oficio hablamos con este gran intérprete.

«Oceanía». Resúmalo para quien no lo haya visto.

Es un monólogo hermosísimo que escribió Gerardo Vera junto a José Luis Collado y que cuenta una historia emocionante de un niño peculiar que intenta buscar su lugar en el mundo, en un entorno poco favorable.

Gerardo Vera se obsesionó sobremanera con este texto.

Era su historia. Primero fueron memorias con la idea de que terminaran siendo una novela pero, al final, se convirtió en un monólogo. Estaba empeñado en que lo hiciera yo, que me he resistido siempre a los monólogos... Al final, ante su insistencia y la belleza del texto, acepté.

¿Rechazaba los monólogos?

Lo que más me gusta del escenario es estar con otros y que pasen cosas... pero este libreto está por encima de casi todo. Y ahora le estoy cogiendo o gusto y he de decir que los encuentro atractivos (risas).

En la historia aparecen personajes que intervienen de manera directa, tienen parlamentos... ¿cómo es posible?

El protagonista es un niño que nace a finales de los cuarenta en una familia falangista, en una etapa de enfrentamientos muy marcados debido a la posguerra. Ese niño va contando su vida a través de la relación con sus padres, su criada, sus tías... y yo los voy incorporando con gestos, inflexiones de voz... se logra crear esa ilusión. Para colmo, los personajes interactúan entre sí.

«Dejadme la esperanza» es un espectáculo basado en la poesía de Miguel Hernández.

Me pareció una propuesta atractiva porque es uno de mis poetas de cabecera que, para colmo, logra que sus versos dialoguen con un barítono y un pianista. Nos hace falta un poquito de Miguel Hernández, la verdad. Su visión tan lúcida del compromiso social, de la explotación del hombre por el hombre... está vigente, lamentablemente. Ojalá pudiésemos decir que no.

¿Se puede interpretar a un personaje detestable?

A veces hay que hacer personajes que a uno le repugnan. Siempre que estén dentro de una historia que cuente algo con lo que esté de acuerdo, no me importa hacer un personaje detestable. Si una obra está defendiendo el asesinato, no quiero hacer de asesino, pero si evidencia lo terrible del hecho, entonces, sí. Y no necesito quererle, solo entenderle.

¿Qué no ha hecho nunca sobre un escenario y le fascinaría hacer?

Me ofrecieron hacer de Drag queen cuando el musical «Priscila», pero no pude porque tenía otro proyecto. Me hubiera encantado.

Ni el cine, ni las plataformas han sustituido al teatro

Porque hay un público militante del directo, que tiene algo mágico. El espectador se siente partícipe de lo que está pasando y eso no te ocurre viendo una pantalla. Después de la pandemia, nos cansamos de consumir ficción y lo estamos viendo, también, con los conciertos.

¿Es muy de conciertos?

Muy rockero no he sido nunca pero sí me gusta ir a conciertos. Recuerdo uno mítico de Prince que no olvidaré en mi vida. Soy de los clásicos pero me veo perfectamente en un concierto de C. Tangana porque es muy actoral y sus letras son muy teatrales... como pequeñas obritas.

Si el teatro se inventó para que los hombres se pusieran en paz con los dioses... ¿por qué no ayuda a tener un mundo más justo?

La verdad es que sí. Me viene a la cabeza un meme que me enviaron que decía que después de la pandemia, la erupción del volcán, la viruela del mono, el cambio climático... si se me lleva un extraterrestre no lo tomaré como un secuestro sino como un rescate (risas). Es cierto que el teatro se inventó con el fin que dices pero, a pesar de tantos siglos haciendo teatro, no lo conseguimos.

«Cuéntame» ha ilustrado a los jóvenes o ha alimentado la nostalgia de los mayores.

Las dos cosas. Hay una generación que ha entendido mejor cómo era su país gracias a la serie porque, en 50 años, cambió todo rápidamente y, a veces, viendo capítulos de la primera etapa parece que hablaran de otra España. Y también ha alimentado la nostalgia de los que lo vivimos porque veíamos los mismos programas, jugábamos a los mismos juegos, las tiendas de barrio eran iguales...

Consume tele en abierto: realitys, programas de corazón..?

No mucho, la verdad. En casa ponemos la tele para ver los informativos o para ver series o películas. Claro que veo algunos programas de salseo, y no voy a cerrar los ojos. El problema es que hablan de gente que no conozco porque son personajes creados por la propia televisión: exconcursantes de programas, etc. Antes un famoso era un cantante, un actor o un escritor, pero ahora no sé de dónde salen. Si funciona y hace que se vea más tele, pues adelante.

Una de las cosas más bonitas que le ha regalado la vida..

Que todos aquellos que admiraba en el teatro se han convertido en mis amigos: Galiana, los Gutiérrez Cava... Eso es impagable.