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Libros

Estas dos novelas fueron escritas sin usar ni una vez la letra “e”: más de 300 páginas sin la vocal más frecuente

Se trata de dos lipogramas que llevaron a cabo, en inglés, el estadounidense Ernest Vincent Wright en “Gadsby”; y, en francés, Georges Perec en “La Disparition”

Más de 15.000 escritores publican en Círculo Rojo
Más de 15.000 escritores publican en Círculo RojoGOBIERNO DE ARAGÓNGOBIERNO DE ARAGÓN

Un lipograma es un texto que omite deliberadamente una letra del alfabeto, un artificio lingüísitico concebido casi como un pasatiempo o un ejercicio de estilo. Sin embargo, a muchos les puede parecer imposible escribir una sola página prescindiendo de la vocal más usada en su idioma, especialmente si forma parte de las construcciones verbales o de terminaciones de adverbios, por ejemplo. Sin embargo, dos escritores no solo lo hicieron, sino que publicaron sendas novelas completas sin utilizar ni una sola vez la letra “e”. Hablamos de las más de 50.000 palabras que forman, sin usar una vez la misma vocal, “Gadsby”, la novela del escritor estadounidense Ernest Vincent Wright aparecida en 1939, libro que tuvo poca repercusión pero que a su vez inspiró al escritor francés Georges Perec, quien completó 300 páginas sin pulsar esa letra escribiendo en francés su novela “La Disparition” treinta años después.

En el caso del estadounidense, la novela trata sobre una ciudad ficticia, Branton Hills, que se encuentra en decadencia y que trata de ser revitalizada por el protagonista de la historia, John Gadsby, junto a un grupo de jóvenes. Para contar la historia, el escritor estadounidense se enfrentaba a dos grandes problemas: el artículo más utilizado en lengua inglesa, “the”, que cualquiera teclea constantemente, quedaba prohibido. También la mayoría de verbos en pasado simple de construcción regular, que se escriben añadiendo “ed”, como en el caso de “walked”. Tan frecuente es esa letra en la lengua de Shakespeare, que Wright tuvo que inutilizar la tecla de la letra en su máquina de escribir para evitar pulsarla en un lapsus.

Ernest Vincent Wright conoció el gran clásico de Francis Scott Fitzgerald “El gran Gatsby”, publicada en 1930, y se decidió a hacer el ejercicio de parodia del gran clásico americano pero su obra no tuvo apenas repercusión. La calidad literaria, es obviamente, mucho menor y ni siquiera encontró un editor que la publicase. Además, según parece, el propio Wright se saltó tres veces la norma y se “colaron” tres veces la palabra “the” y, en una ocasión, “officers”.

Finalmente, al cabo de años de espera, optó por autopublicarla, y, tristemente, falleció el día que se presentaba el libro. No fueron pocas las vicisitudes que pasó la historia, porque el almacén donde se conservaban los ejemplares que Wright había decidido imprimir, se incendió. Quedaron muy pocas copias de la primera edición disponibles que se convirtieron en el mito que, en el fondo, su autor, deseaba. Hoy son muy buscados por los coleccionistas y bibliófilos. La obra fue reeditada después y así es como llegó a las manos de Georges Perec.

Fascinado por la idea, Perec decidió enfrentarse al mismo lipograma que Wright, pero en francés. En su caso, decidió que la novela fuese una trama de investigación que, además de a la desaparición de la letra e, se enfrentase al secuestro de un personaje, que, claro, ha sido secuestrado. Se trata de Anton Voyl (que suena casi como vocal), un hombre que sufre de insomnio y de alucinaciones y que desaparece sin dejar rastro. Con muchos golpes de humor, la novela de Perec cuenta cómo la policía es incapaz de resolver el caso y los amigos que se acercan a la verdad se ponen en peligro.

Según algunos cálculos, en un texto de 300 páginas en lengua francesa, que es precisamente la extensión de la novela, la vocal “e” aparece unas 50.000 veces, así que el autor tuvo que forzar el estilo alambicado de la narración para culminar su alarde lingüístico. Una de las curiosidades más notables fue la traducción de la historia al español. “El secuestro” (Anagrama, 1997) requirió de hasta dos equipos de traductores, integrados por varios filólogos cada uno, para acometer la versión española de la obra, que apareció sin el uso de la “a”, en el caso del español, la segunda vocal más utilizada.

No contento con su hazaña, la siguiente novela del autor francés, publicada en 1972, se tituló “Les Revenentes” y dio la vuelta al reto: la única vocal que utiliza en todo el libro es, en este caso, precisamente la “e”.