Alfonso Ussía: «Al Marqués de Sotoancho le tengo mucha envidia»
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Me gusta casi todo de Alfonso Ussía, su humor, su retranca, su fina ironía, su inteligencia a veces malvada y sibilina, su lealtad, su honradez, su coherencia.
Me gusta casi todo de Alfonso Ussía, su humor, su retranca, su fina ironía, su inteligencia a veces malvada y sibilina, su lealtad, su honradez, su coherencia... Casi todo, digo. Porque no me gusta nada que sea «mourinhista». Qué le vamos a hacer. No íbamos a coincidir en todo. Y el escritor y periodista que no ha dejado ni un día de su vida de escribir y que es más merengue que la clara de huevo a punto de nieve no solo quiso un día ser presidente del club madridista que lideró Mourinho durante varias temporadas, sino que, de haberlo sido, igual hasta le hubiera consentido más al portugués que Florentino, que ya le consintió bastante: «Soy ‘‘mourinhista’’ porque me gustó la actitud de no permitir a las estrellas y a las estrellitas más de lo que son. Hablando de un futbolista del que no diré el nombre, me decía Di Stefano, ‘‘pero, ¿ese tío por qué se ha dejado el pelo así, si todavía no ha hecho nada?’’. A un tío que ha sido el mejor jugador de la historia, pues le asombraba. Mira, cuando yo empecé a ir al fútbol, que tenía 6 años, jugaban Di Stefano, Gento, Rial, Puskas... y tenían mujeres normales, más bien con pinta húngara-soviética, gorditas, jamoneras. La belleza estaba en el automovilismo, que era el deporte ‘‘fashion’’. Ahora un jugador de segunda B, que falla seis penaltis, está casado con una modelo... Las mujeres atractivas han ido al fútbol porque el fútbol es el poder».
Me rindo. Puestos a filosofar de fútbol no soy nadie al lado de Alfonso Ussía, así que le pregunto por el Marqués de Sotoancho, al que Ussía ha castigado en su última aventura, «El gato negro y la pildorita azul» (Ediciones B), haciéndole lo peor que se le puede hacer a un hombre. Es decir, dejándolo inservible para el sexo por cuestión de edad... al menos, un ratito. ¿Qué por qué lo ha hecho? «Pues no lo sé. Quizá porque yo al Marqués de Sotoancho le tengo mucha envidia. Y soy muy español. Y aunque no conozco la envidia como un defecto constante, de vez en cuando la saco. Y me he querido vengar de este tipo que lo tiene todo». Y tanto. Por tener, tiene hasta mayordomo. Y es clave. Casi tanto como su madre. «Es verdad. Sotoancho sin Tomás no hubiese tomado las decisiones que ha tomado en los últimos años. Es su apoyo. Sabe que le quita dinero (porque además él se lo pone y le ha dado permiso: ‘‘Cuando te haga falta dinero me lo quitas’’), sabe que le traiciona, que se ríe a sus espaldas..., pero es el gran amigo. Tú piensa en una persona que a su cumpleaños o a su Primera Comunión sólo van amigos de su madre porque no tiene ni un solo amigo... Entonces él encuentra al gran amigo en su mayordomo, en Tomás. Y yo creo que ese personaje es fundamental, porque lo humaniza». La figura del mayordomo es muy literaria y muy británica. Y está claro que la vida de Ussía es literatura y humor. Inglés, naturalmente. ¿Será ese el humor inteligente? «Yo creo que hay humor con apellidos. Hay un humor de encía, que es ese humor de la televisión, del público que va ahí, que se ríe con carcajadas impresionantes de las cosas más procaces del mundo. Hay un humor de copas, que es un humor muy alcohólico, que suele ser muy divertido. Y luego, ya entrando en lo que es el humor culto, pues hay distintas categorías. Yo desde luego soy mucho más del que te hace sonreír que del que te hace reír. Es un tópico, pero creo que el gran humor es insular, de Inglaterra».
Me cuenta también que el humor tiene que sobrevolar y nacer de la más absoluta seriedad y es cuando me pregunto por qué no se ha puesto serio del todo, o al menos en parte, y ha escrito esa novela histórica que tiene en la cabeza. «Me encantaría, pero, ¿sabes lo que pasa?, que yo creo que no se deben cambiar los ritmos literarios. El artículo diario es ya una esclavitud... Y bueno, es posible que yo en mi cabeza tenga estructurada la gran novela histórica, con el personaje más extraordinario que ha habido en la historia de España... Pero, si hay un momento en el que me dicen: ‘‘Oye, estás fatal, te quedan 18 meses de vida’’, pues esos 18 meses los dedico a esa novela». Le digo que por qué retroceder en el tiempo con la de argumentos de novela que hay ahora, como el episodio del robo del Códice Calixtino, «si de verdad supiéramos los códices, los incunables, las obras de arte que han desaparecido en España, nos asustaríamos. Ha habido incluso gente que en un páramo de Castilla se ha encontrado una iglesia románica, ha entrado y ya está...». Vamos, que somos unos chorizos sin remedio: ¡Espero que no sea un deporte sólo nacional! «También lo son los italianos y los franceses... Y si ahora mismo vas a EE UU y tienes la suerte de que te convide a cenar un magnate de California o de Florida, te encuentras esas piscinas llenas de cariátides y con unos mosaicos maravillosos... todo robado». Chico, es que no se salva nada ni nadie...
El buenismo europeo
Así estamos, desesperados al borde de unas elecciones y sin saber en quién confiar para dejarles nuestra suerte en sus manos. «Hombre, es que estamos asistiendo a lo que puede ser el fin del sistema y de una forma de vida. Yo tengo muchas dudas de que sean ciertas las encuestas que hablan de la ascensión de ese grupo que es un guirigay, porque nadie sabe de verdad ni qué hay ahí. Creo que todo eso se ha hinchado para asustar. Pero desde luego el PP y el PSOE no tienen más remedio que pagar sus culpas con un descenso de votos». Le digo que a mí lo que de verdad me asusta es lo de los atentados islamistas. Eso y que nadie se atreva a decirles a los musulmanes que en Europa es obligatorio aceptar las reglas constitucionales. «Es el buenismo europeo, lo que alguien llama “la puta Europa”, el miedo. Porque, vamos a ver, las religiones no han sido brutales, lo que ha sido brutal ha sido la época de las religiones. Tú no puedes achacarle a la Iglesia católica su brutalidad en el año 1300. Era la sociedad la que era brutal entonces. Y luego la Iglesia evoluciona hasta el XXI, la católica, la hebrea y hasta el budismo, que nunca se ha metido excesivamente en nada; pero lo que no puedes es darles el mismo margen de confianza a quien está en al siglo XXI y a los que siguen en el siglo XI, que es lo que pasa con el islamismo». En fin, cuando ya no quede nada, siempre nos quedará la Jaralera, la finca del Marqués de Sotoancho, el Macondo de Ussía...