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Palma de Mallorca

Aquellos estanques circulares

La Razón
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Desde el principio de su carrera me interesó la obra de Jaume Plensa. Y todas las fases de su creación me han seguido llamando la atención por igual; no importaba que se tratase de series basadas en el cuerpo humano o de valores más conceptuales. Plensa ha creado un lenguaje propio a base de esfuerzo, dedicación y constancia. Su trabajo tiene una fuerza expresiva muy lírica y poética, que te invita a acercarte a sus obras y a participar de ellas. Recuerdo como uno de sus mejores trabajos la instalación que hizo en Palma de Mallorca, en el Monasterio de Santo Domingo de Pollença, que construyó a traves de unos pequeños estanques circulares en los que caían lentamente gotas de agua. Esa instalación resumía algunas de las mejores virtudes de su trabajo: el movimiento, la luz, el sonido y la presencia son algunas de sus mejores herramientas y le convierten en un creador poderoso y poético. Por eso sus obras se relacionan muy bien con los espacios públicos. Hablando de su trabajo es inevitable referirse a la palabra escrita, que probablemente sea su contribución más original y una de sus peculiaridades, a la que llegó como resultado de su incansable búsqueda poética.