Fundación ARCO

Arco redescubre el taller de arte contemporáneo

El artista ya no trabaja en solitario. Necesita un equipo. Factum Arte es uno de ellos. Carlos Garaicoa y Jan Hendrix cuentan cómo es el proceso de creación de una obra en un taller

RESULTADO FINAL La Galería Elba Benítez exhibe en Arco una obra de Carlos Garaicoa
RESULTADO FINAL La Galería Elba Benítez exhibe en Arco una obra de Carlos Garaicoalarazon

El artista que trabaja en la soledad de su estudio es una imagen que el paso del tiempo se ha encargado de dejar atrás, como una espléndida reminiscencia o huella romántica de una época pretérita.

El artista que trabaja en la soledad de su estudio es una imagen que el paso del tiempo se ha encargado de dejar atrás, como una espléndida reminiscencia o huella romántica de una época pretérita. El arte contemporáneo ha abierto nuevas vías de exploración, tanto conceptuales como materiales, que ha obligado a una paulatina renovación de las formas de trabajar para alcanzar la realización de una idea. Y, en un paradigma irónico de la historia, ha regresado a la vieja noción de la colaboración, del trabajo en equipo, del taller, que era un espacio o reducto de la creación que había quedado en el imaginario común ligado al Renacimiento y a los siglos inmediatos a ese periodo. El impresionismo, con esa corte de artistas que encontraron en la bohemia una manera distinta de entender y de vivir el arte, creó una mitología de almas independientes, autónomas, que viajaban con su caballete y sus pinturas, y que no necesitaban nada más. Pero eso fue ayer. La irrupción de materiales modernos, de las tecnologías recientes y de las oportunidades que ofrecen los medios digitales han ensanchado el horizonte de las posibilidades y la ambición de los artistas, que ahora piensan en una escala diferente.

Una tarea multidisciplinar

Factum Arte, que es conocido por la producción de facsímiles para preservar algunas de las joyas del patrimonio artístico, también colabora con artistas actuales para ayudarles a ver materializadas sus obras. Están en medio de ese proceso. Su investigación y conocimientos de materiales, y el alto desarrollo de hardware, les ha puesto entre los mejores centros mundiales en su especialidad. La idea nació de Adam Lowe y ahora colaboran con creadores como Marina Abramovic, Anish Kapoor, Marc Quinn, Peter Greenaway, Manuel Franquelo, Antoni Muntadas, Subodh Gupta o Gabriel Orozco, entre otros. Pero, ¿cómo es esa relación? Carlos Garaicoa es uno de los artistas que trabaja con ellos. «Cuando Miguel Ángel proyectó la cúpula de la basílica de San Pedro necesitó la ayuda de arquitectos, artesanos... eso mismo está sucediendo ahora. Cada vez se hacen ideas y cosas más complejas. Por eso se necesita un equipo de trabajo. En mi estudio hay historiadores, maquetistas... hasta siete personas. Se necesita alta tecnología. Esas herramientas cada vez son más difíciles y se requieren más habilidades para ello». El artista, que presenta en la galería Elba Benítez, en Arco, algunas de sus obras (unas foto-topografías que ha hecho en poliestireno), revela que, hoy en día, para concretar una pieza se pueden requerir conocimientos de ingenieros, arquitectos y expertos en materiales. A través de un taller, como representa Factum, los artistas encuentran un amplio abanico de intercambio de conocimientos para ejecutar bien un trabajo, teniendo en cuenta la materia, el transporte, la fragilidad y si es factible concretarlo. Jan Hendrix es otro artista que ha trabajado con Factum. Él cuenta también cómo es la realización de una obra en equipo. « Rodin no tenía su propia fundación. Yo cada vez me meto más en problemas intelectuales y escalas mayores, y necesito un taller de categoría. Lo que más me intriga es el intercambio de opiniones. Y cuáles son los alcances y las posibilidades técnicas, prácticas y económicas para una pieza, que puede terminar en una plaza en cualquier parte del mundo. También se debe saber que hay que pensar en logística, en el transporte, que son aspectos reales. Ya no es el taller del pintor solitario, sino un artista productor que trabaja con el taller».

Hendrix incide después: «También es importante saber cuándo no puede hacerse. Hay situaciones que son imposibles. Pero generalmente, ahondamos en la búsqueda de materiales. Nos movemos ahí. Buscamos un aluminio, una plata, empiezan ciertas discusiones que amplían el catálogo de opciones materiales que podemos usar. Incluso existe una inquietud permanente para encontrar nuevos métodos, como si cada pieza fuera un prototipo de algo que no se repite. La manera de concebirla, hacerla y finalizarla. En muchos casos no se hacen ediciones. En los últimos años, el lugar del artista ha cambiado. Ha pasado del estudio al cuarto de hotel y el aeropuerto. Hay que moverse porque existen pocos talleres buenos».

Artesanal y moderno

Garaicoa asegura: «El proceso con el taller es completamente enriquecedor. Hay que ser muy abierto y creativo. Se parte desde parámetros multidisciplinares». Durante este tiempo se testan nuevas texturas y materiales, pero también se acuden a maneras artesanales para completar procesos. En ocasiones se funden o combinan para lograr el resultado más adecuado, el que se ajusta a la noción que el artista ha defendido desde el principio. De hecho, la conversación es esencial para que en la actualidad se llegue a hacer una obra. En ocasiones, el artista se deja aconsejar; en otras, tiene las ideas claras y precisa justo lo que quiere y cómo lo quiere. En medio queda una labor de investigación que da como resultado procesos que después también terminan aplicándose más adelante a otras obras. De esta manera han ido surgiendo en este tiempo las esculturas de Marc Quinn, las enormes ballenas de Gabriel Orozco, o la reproducción de «La última cena» que necesitó Peter Greenaway para uno de sus trabajos. «La identidad del artista es suficientemente fuerte para que el público le reconozca. Hay obras que pienso y no ejecuto yo. Pero estoy ahí. Pero la noción de autoría, también es importante. Incluso, a algunos artistas les gusta diluirla». Garaicoa añade: «El artista se amolda a sus necesidades. Yo necesitaba ampliar mi campo. Uno va a un lenguaje para culminar una idea». Jan Hendrix concluye: «La unión hace la fuerza. Hay un proceso creativo que es el que tiene que definir el resultado final. No es la orden de un artista hacia un taller. Todo lo que sucede en el proceso enriquece la obra. Además ,hay sorpresas. El mayor gusto es acabar la obra».