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Ángel Mateo Charris: «En el arte no hay nadie imprescindible»

Expone en Madrid sus pinturas originales para el libro «Grandes esperanzas», de Charles Dickens
larazon

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Parece como si el artista se hubiera mimetizado con Charles Dickens, tan admirado por él. Será la barba, serán los años. La primera vez que vimos a Charris (hace de esto casi veinte años) fue en un bar, con un magnetofón inusualmente grande. Estaba junto a Gonzalo Sicre. Ya apuntaban maneras. Y les seguimos siempre. Fueron la cabeza más visible de los «neometafísicos». De eso ha pasado mucho tiempo ya, pero no suficiente. La galería My Name’s Lolita Art expone ahora sus pinturas para «Grandes esperanzas», de escritor barbado. ¿Cuáles son las de Ángel Mateo Charris? «La principal es poder dar todo de mí, estirar al máximo mis posibilidades. Me gustaría que la vida me siguiera dando oportunidades y una cierta claridad de mente para afrontarlas, sin caer en rutinas ni autocomplacencias».
-¿Qué libro ilustraría?
-Lo de ilustrar libros fue una sorpresa que me vino hace unos años a través de «El Corazón de las tinieblas», que hice para Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, una sorpresa agradable y satisfactoria que me ha llevado a otras, pero no es algo que me hubiera planteado nunca. De hecho, en mis comienzos rechacé alguna propuesta para ilustrar artículos para un importante suplemento, me parecía que me podía encasillar y yo quería ser pintor, contar mis propias historias y no las de otros. Años después, con un lenguaje más consolidado y con un montón de obras a cuestas, no me importó prestar mis imágenes a otras voces, enredarme con autores a los que admiro y que han sido fuente de inspiración para mí. Tal vez lo fantástico sería ilustrar una fabulosa obra desconocida, preferentemente de un autor joven o poco conocido, o de otro viejo y oculto, o una de esas joyitas olvidadas.
-La literatura forma parte de su universo personal. ¿Qué lugar ocupa?
-Muy importante desde siempre; me ha servido para construirme, para entender el mundo, para liarme a veces y para desliarme otras ha estado en la base de muchas de mis obras y ha sido siempre buen compañero de viaje. Pero decir libros es decir tantas cosas, profundidad y banalidad, conocimiento y entretenimiento, es decir vida, a fin de cuentas.
-¿Prima la literatura sobre la pintura?
-Empecé a pintar en una época en que las generaciones anteriores habían anatemizado la relación entre ambas. Cualquier pintura que fuera tachada de literaria no era básicamente arte sino ilustración, propaganda, academia; se reclamaba el valor exclusivo de lo plástico, lo constructivo, la materia ante todo. Así que incluso acabaron enzarzándose en ese antiguo enfrentamiento entre lo figurativo y la abstracto, casi tan tonto como este nuevo de ahora de pintura contra nuevos medios. Supongo que como uno siempre quiere cargarse a los padres, reaccioné interesándome por lo que otros desdeñaban o simplemente es que se acomodaba más a mi manera de entender el arte, más inclusivo, que admite más niveles de lectura y complejidad, que valora la forma sin descartar el contenido, y dentro del contenido me interesaban los mecanismos de la ficción, el valor de lo inventado y lo reconstruido, y eso me llevaba a lo literario, claro.
-¿Qué ha sido de los «neometafísicos»?
-En muchos de los casos siguen, o seguimos, pintando y creando una producción más interesante y madura de lo que lo era cuando esa etiqueta salió a la palestra, en condiciones más oscuras, porque ha ido desapareciendo un poco la red de galerías y apoyos que los soportaron en sus comienzos. La crisis, y el empuje de nuevas generaciones son siempre razones para una menor visibilidad, pero la metafísica, o la «neometafísica», como la llamaron, no es más que un adjetivo o una actitud que se aplica a cierto tipo de representaciones. De todas forma dentro de poco, y coincidiendo con los veinte años de una exposición programática como «Muelle de Levante», se presentará en Valencia «Travesías», una muestra que recoge la evolución de muchos de estos artistas y va a ser una buena ocasión para revisitar su trabajo.
-¿Piensa que está suficientemente representada en museos y colecciones?
-La fama y el destino son unos chicos caprichosos y bastante imprevisibles, cambian de opinión constantemente y nunca está dicha la última palabra. Hace unos años hubo una exposición de un grupo de estos artistas en el Museo Checo de Bellas Artes en Praga y el año pasado otra en Francia, en la Villa Tamaris de Toulon, así que no podemos decir que haya dejado de interesar. Sus artistas están en numerosas colecciones y museos, pero ahora el concepto de grupo o generación tiene bastante menos peso que los individualismos; todo es cuestión de modas.
-¿Que le parece que My Name’s Lolita, la galería con la que trabaja, no esté presente en Arco 2015?
-No conozco a los participantes de la edición del año que viene, pero viendo la selección del año pasado, me parece bastante incomprensible e injusto. No acierto a entender los criterios que puedan valorar a algunos de los expositores de los últimos años sobre el proyecto, la trayectoria, los artistas o la presencia de My Name’s Lolita en la escena española. Puede ser que le pasara factura su apuesta decidida por la pintura en una época en que el papanatismo local la veía, o la sigue viendo, como una opción poco «moderna» o en decadencia. Supongo que en todas partes cuecen habas, pero veo que fuera tienen una concepción mucho más desprejuiciada de lo que es contemporáneo o no. Y si es por otras cuestiones, casi prefiero no saberlas.
-¿Hay vida en el arte después de Juan Muñoz?
-Era un gran artista, pero no hay nadie imprescindible, ni en el arte ni en la vida. Hay algunos que consiguen una resonancia mayor ahí fuera, porque son buenos, pero también por condiciones ajenas a la calidad de su propuestas, por su personalidad y carisma, por su red de apoyos, por su inteligencia social, suerte... La Prensa y el mercado son los que necesitan este tipo de figuras; al arte le importan un bledo.
-¿Se puede vivir de la pintura?
-Se puede vivir de ella, conozco a muchos que lo hacen, como yo mismo, pero si alguien elige esta profesión pensando en ganar pasta o llevar una vida estable y acomodada, que se vayan preparando, porque eso sólo le ocurre a unos pocos, y no se sabe durante cuánto tiempo. Pero, ¿no es eso parte de la gracia y la aventura?
-¿Qué se cuece en el arte español hoy?
-Lo mismo que en todas partes, pero menos, si nos comparamos con los países punteros, o más si lo hacemos con el resto del planeta. O lo ves todo como una chapuza, cuando lo comparas con entornos mucho más profesionalizados, con un coleccionismo y unas instituciones más interesadas en el valor del arte y la cultura, o te sientes como un privilegiado si te vas a países que aún están en pañales. Pero para mejorar, ya sabes adónde tienes que mirar, claro. Sigue habiendo artistas muy interesantes y la energía suficiente como para que esto todavía resulte apasionante.