Pintura
El Prado esperará al informe oficial sobre la pintura de Sijena, comprada "de buena fe"
La Pinacoteca cuelga hoy en sus paredes la tabla que formó parte del retablo mayor del Monasterio de Sijena
El Museo del Prado espera conocer los detalles del informe oficial sobre la tabla de "La Natividad", que formó parte del retablo mayor del Monasterio de Sijena (Huesca) y que hoy cuelga en las paredes del museo para valorar la situación y “actuar en consecuencia”. “La obra se compró de buena fe; si ahora se demuestra que la historia no fue como creíamos, se procederá en consecuencia”, explica a EFE este miércoles el director de Comunicación, Carlos Chaguaceda, quien subraya que “claridad y legalidad es lo primero” y asegura haber conocido el informe por la prensa y no tener la "documentación oficial para valorar la situación”.
Chaguaceda se refiere así a las declaraciones realizadas por el historiador y perito del Ayuntamiento de Sijena en el litigio Juan José Nieto, al asegurar que la documentación aportada por el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) incluye unas fotografías que mostrarían la presencia de la tabla en la sala capitular del monasterio y que fecha al inicio de la Guerra Civil. Si esto fuera así, la tabla de "La Natividad" se encontraba depositada en esa estancia en 1936, por lo que no pudo ser vendida entonces, ya que el Monasterio de Sijena fue declarado monumento nacional en 1923.
Sin embargo, en contraposición, según el Museo del Prado, la tabla habría sido vendida legalmente por las monjas en 1923, antes de que el monasterio fuera declarado monumento nacional. Tras un largo periplo, salió a subasta en 2003 en Madrid, momento en el que el Ministerio de Cultura la compró para el Prado. Esta era la versión oficial del periplo de la tabla, “ hasta ayer; si ahora se demuestra que la historia fue otra, se abre un proceso de investigación y certificación que habrá que esperar para decidir”, explica Chaguaceda.
“El Prado cree que las obras deben estar en manos de sus legítimos propietarios”, asegura y apunta que “si alguien tiene acreditado respeto y cuidado de las obras expoliadas, es este museo”, que ya ha devuelto obras expoliadas o perdidas tras la Guerra Civil a sus legítimos dueños.