Ayanta Barilli: «Sánchez Dragó era para mí un ser mitológico»
La autora publica «Si no amaneciera», una novela con tintes biográficos que reflexiona sobre la relación entre hijas y padres
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«De mi padre se ha hablado mucho. Algunas cosas de las que se han contado de él eran verdades, otras mentiras y también ha habido algunas cuantas que resultaban fantasías. Pero una cosa es Fernando Sánchez Dragó y otra muy distinta mi padre». La escritora Ayanta Barilli asentaba en una novela anterior, «Un mar violeta oscuro», la memoria y los recuerdos del linaje femenino de su familia. Un libro, que quedó finalista del Premio Planeta, que, aunque en el horizonte de entonces resultaba imposible discernirlo, ahora queda claro que forma un evidente díptico con «Si no amaneciera» (Planeta), un libro también de mimbres intimistas y peajes biográficos, que trae consigo un tema original y poco explorado desde la mirada de las mujeres: la relación entre el padre y las hijas, cuando lo que resulta más común y sencillo es encontrar la del padre y el hijo. «Me di cuenta de que se ha hablado muy poco de este vínculo cuando llevaba ya escritas cien páginas. La única voz que existía entonces era la de Manuel, así que volví hacia atrás e introduje la de Anita».
En capítulos alternos, estos dos personajes van dándose réplica y confesando pasajes y pasados. «Hace tres semanas, una antes de fallecer, mi padre lo leyó. Me mandó un correo diciéndome: “El libro exige una honda conversación”. Fue una charla más sobre literatura que sobre el contenido, pero le había gustado mucho. Llegó a decirme: “Me has acompañado hasta la muerte...”. No podía entonces imaginar lo que sucedería después. Cuando escribimos, entramos en las capas del subconsciente, del miedo. A veces se tiene una percepción, como la de que nuestros mayores nos dejan y la literatura se convierte en una manera de exorcizar estos temores. Yo lo hice con esta obra, quizá impelida por un instinto involuntario. Esto es de los asuntos que pertenecen a los misterios de la vida».
«Mi padre necesitaba ir a la contra de todo, era un provocador. Jugaba a despistar»Ayanta Barilli
Ayanta Barilli, con traje, que sonríe, pero que es honesta y tampoco intenta disimular el dolor del duelo, reconoce que para escribir un libro «tiene que haber un tema que me toque de una manera profunda. Tiene que ser una historia cuyo poso me produzca una emoción. La literatura que me gusta leer es la que te muerde el corazón y aquí lo que hay es el deseo de una hija que quiere que el tiempo se detenga para que su padre no fallezca».
La novelista quedó huérfana de manera temprana y tampoco sintió la desenvoltura común que los chavales sienten en el colegio. «Dejé de ir a los 13 años. No he estudiado una carrera. Para mí, acudir a las aulas me producía angustia. Mi padre entonces me dijo: “No vayas, quédate conmigo. Vamos a viajar. Lee todo lo que puedas. En un colegio no vas a aprender nada”. De esta manera me convertí en una lectora voraz. Los libros formaron desde ese momento un muro que me han salvado de las zozobras y los problemas. Podría haber un tsunami que ellos me protegerían».
Ayanta Barilli reconoce que aprendió de forma autodidacta, «conversando con los amigos de mi padre. He sido como una mascota suya. Le acompañaba a todas partes». Por eso explica ahora que uno de los legados de Fernando Sánchez Dragó fue «su independencia y su cuestionamiento de todo lo que se ha dado por hecho que es verdad. Esta actitud es necesaria para pensar y dudar. Si se duda, se existe. Espero que con el tiempo se comprenda toda su complejidad. La base de su pensamiento no es ideológica. Él ha atravesado diferentes etapas, desde el antifranquismo hasta Vox. A veces confundimos las ideas con la ideología». La escritora reconoce que «mi padre era un provocador. Necesitaba ir a la contra de todo. Él siempre ha jugado a despistar a todo el mundo y siempre se ha mantenido en esa batalla. Era su forma de vivir. Debo reconocer que a mí me hacía gracia».
«Comprendo la actitud de mi padre de ponerse el mundo por montera»Ayanta Barilli
La novelista admite que «no comparto su ideología de sus últimos años, pero sí comprendo su actitud de ponerse el mundo por montera. El carácter es el destino y ese era el destino de mi padre». Uno de los motivos que impulsó a Ayanta Barilli a escribir este libro fue el paso del tiempo y la necesidad de despedirnos de los padres con las cuentas resueltas, el ánimo tranquilo y el pensamiento calmado. «En ocasiones terminamos conociendo a nuestros padres a través de sus amigos, sus novias... ¿Quién era esa persona con la que convivías? Yo perdí a mi madre cuando era muy pequeña. No podemos perder todas las ocasiones que tengamos para hablar con ellos. No era nuestro caso precisamente. Mi padre y yo éramos grandes conversadores. Yo quería exorcizar el miedo a la muerte de mi padre. Él para mí era un ser mitológico, un ser muy grande».