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Carmen G. de la Cueva: «Todos los hombres deberían ser feministas»

En el libro «Mamá, quiero ser feminista» (Lumen) demuestra que la igualdad es una lucha común de todos. Y todas.
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En el libro «Mamá, quiero ser feminista» (Lumen) demuestra que la igualdad es una lucha común de todos. Y todas.
Escribe en primera persona, de forma autobiográfica, para denunciar la discriminación que sufren las mujeres, arremeter contra el paternalismo de la sociedad y establecer un diálogo intergeneracional que demuestre que no se trata de un relato único. El feminismo es una aventura colectiva, una lucha común, de todas y de todos. Y «Mamá, quiero ser feminista» (Lumen) –ilustrado por Malota– recoge la experiencia de Carmen G. de la Cueva quien desde que creara su web literaria «La tribu» se ha convertido en una activa dinamizadora cultural. Su segunda novela saldrá en primavera, se titulará «La mujer subterránea» y abordará el deseo, el amor y la identidad.
–¿Qué le contestó su madre cuando le dijo que quería ser feminista?
–Nunca pronuncié la frase del título del libro. Más bien, le dije: mamá soy feminista. Y me contestó: hija, yo también quiero.
–¿Y su padre?
–Es el gran conflicto del feminismo en mi vida. Hace poco que hemos empezado a hablar del tema. Siempre me ha visto como contestona, mandona y rebelde.
–¿Por qué es usted feminista?
–¿Cómo no voy a serlo? No se puede concebir como algo radical la igualdad entre hombres y mujeres.
–Una mujer, ¿es feminista o no es mujer?
–Ser mujer no es sinónimo de ser feminista.
–¿Pero todas las mujeres deberían serlo?
–Sí, y todos los hombres. Pero hay mujeres machistas. El hecho de tener vagina no te hace feminista.
–¿Cuáles son los mayores mitos asociados al concepto?
–Que las feministas somos mujeres enfadadas que no queremos a los hombres.
–¿España es machista?
-Sí, bastante.
–¿Y el mundo?
–También, totalmente.
–¿El poder está en manos de los hombres?
–Exacto. Y las mujeres que lo ostentan no son feministas. No podemos seguir viéndonos como diferentes. Hay que dar más voz y espacios a las mujeres. El talento de mi generación está en manos femeninas. Ojalá esas mujeres en unos años se encuentren en puestos de poder y puedan cambiar España.
–¿Qué pasaría si se feminizara la sociedad?
–Si hubiera más políticas tendríamos una sociedad distinta. Y si las decisiones las tomaran personas feministas, nos iría mucho mejor.
–¿Algunas cosas son de mujeres y otras, de hombres?
–No. (Piensa) Bueno, quizá un hombre no puede hablar de la maternidad como una mujer, pero éste es un tema que nos afecta a todos. Los hombres deben sentirse libres para manifestar dolor y sensibilidad en público.
–¿Hasta qué punto todas las mujeres pueden contar la misma historia, la de la discriminación?
–Estoy de acuerdo. El patriarcado nos ha querido vender que nuestra historia es única y excepcional, pero en realidad mi historia es la de otras muchas. Es la historia de sentirte diferente, inferior, de pensar que lo que tengas que decir quizá no merezca la pena...
–¿Se sienten inferiores?
–No sabría decirte, pero siento que cuando estoy en un grupo los chicos hablan mucho más. Las chicas, a veces, nos sentimos inseguras para manifestar nuestras opiniones.
–Como mujer, ¿siempre es más difícil?
–Hay cosas que son más difíciles para las mujeres. Tener ambición, decir lo que piensas, enfadarte públicamente o mostrar tu desconcierto sin que te acusen de histérica... Eso a los hombres no les pasa.
¿La igualdad es una utopía?
–No me gustaría pensarlo, pero es verdad que para alcanzarla habrá que esperar décadas.
–¿Qué es machismo?
-Que te toquen el culo en un bar, que te menosprecien en el trabajo, que se sientan autorizados a opinar sobre tu cuerpo, que siempre tengas que estar justificando tu valía...
–Yo, como hombre, ¿cómo puedo contribuir a combatirlo?
–Haciendo entrevistas como ésta, leyéndote mi libro... Poniéndote en el lugar de la mujer. Debemos crear espacios para reunirnos, discutir y establecer un diálogo intergeneracional para que sepamos que nuestro relato no es único.
–¿Qué opina de las mujeres machistas?
–A veces una es machista porque nunca ha salido de su entorno o porque se ha educado en una familia machista. El machismo es como una caverna. Pero esas mujeres son responsables, ya que podían haber hecho el ejercicio de informarse. En esta sociedad hay muchas paredes que derribar. La palabra feminista se considera como un insulto, como algo peyorativo.
–¿Y de los hombres feministas?
–Me encanta cruzarme con un hombre que se considere feminista. Para ellos supone romper con el relato de la masculinidad.
–¿Cuánto analfabetismo hay en una mujer machista?
–El mismo que en un hombre machista.
–¿El lenguaje es sexista?
–Sí, por supuesto.
–¿Y machista?
–Muchas veces, sí. No sé si la palabra miembra es la solución, porque al final nos quedamos con la anécdota. Pero hay que educar en la igualdad del lenguaje.
-¿Hubiera preferido que le entrevistara una mujer?
–No. Me gusta que me hayas entrevistado tú.