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Literatura

Puerto Rico

Carmen Hernández-Pinzón: «A JRJ le ha perjudicado su leyenda negra»

Sobrina nieta de Juan Ramón Jiménez

Carmen Hernández-Pinzón: «A JRJ le ha perjudicado su leyenda negra»
Carmen Hernández-Pinzón: «A JRJ le ha perjudicado su leyenda negra»larazon

Es el año de Juan Ramón Jiménez. Se celebra el centenario de «Platero y yo», se publica «Por obra del instante» y próximamente saldrá «Vida». Pero su imagen aún está rodeada por una bruma que desvirtúa la figura del escritor. Es el momento, quizá, de mirar en el otro lado de su personalidad, el que permanece oculto, el que muchos no han deseado ver.

–¿Cuál es la importancia de «Por obra del instante», el libro de entrevistas de JRJ?

–Es un proyecto que no pudo terminar. Lo dejó esbozado con mucho material en carpetas, aunque faltaban cosas. Este libro formaba parte de su obra completa. Él deseaba que se conociera. Está también esa parte crítica hacia otros autores, pero hay que señalar que esas cosas las dijo en vida de esas mismas personas que criticaba. Aunque también expresa otras que son maravillosas.

–¿Todavía pervive su mala imagen?

–Esas sombras siempre han existido en su vida. Es lo que se ha destacado. Parece ser que es lo que vende. Pero él quiso que se le conociera en toda su dimensión. Hablando con expertos, me han dicho que él tenía razón en lo que decía de otros escritores. Su problema es que no se callaba. Todo lo decía en público. Jamás tuvo interés en herir a nadie. Toda la generación del 27, que tanto le debe, se volvió contra él. Ellos daban clase en la universidad y se metían con JRJ. Hubo generaciones de alumnos que crecieron odiándole. Sin embargo, la familia me ha contado que era el ser más cariñoso de todos ellos, no por ser JRJ sino por ser como era.

–Sólo se extrae lo negativo...

–Por ejemplo, se sacan las citas negativas del diario de Zenobia. Pero ahí también hay frases maravillosas, pero ninguna de las destacan su lado positivo, nunca las mencionan. Otra prueba es la cantidad de mujeres que se enamoraron de él. Camprubí decía que todas estaban enamoradas de él porque sabía como hablarles y tratarlas.

–No era como se asegura.

–JRJ, como todos los genios, podía tener un lado negativo. Espero que este libro de entrevistas ayude para conocerlo mejor. Si algo tenía era una ética intachable. Podía admirar a una persona aunque no compartiera su pensamiento. Estaba en el lado opuesto a las ideas de Ezra Pound, pero fue de los pocos que acudieron a Italia para verlo. Y tenía que pedir un permiso federal. Yo me siento incapaz de defender a alguien con ideas que aborrezco, pero JRJ sí diferenciaba. En la guerra respetó a los que no fueron republicanos. Los trató con el mayor respeto. Un sobrino de él, Juan Ramón Jiménez Bayo, cayó en la guerra luchando por el bando nacional y él le dedicó algunos textos.

–Le criticaron su postura ante la guerra.

–Al final de su vida estaba enfermo y quien daba las clases era Zenobia. El jefe de ella era Segundo Serrano Poncela, al que Santiago Carrillo consideraba responsable de Paracuellos. Ellos vivían de ese sueldo, pero JRJ jamás le dio la mano, porque no se la daba a un asesino. Fuera de un bando o de otro.

–¿Por qué no hay una obra completa de él?

–Hasta el año pasado no habíamos tenido ayudas y no podíamos digitalizarlo. JRJ trabajaba en sus obras completas. En realidad, en todas sus obras. Él no usaba la palabra «corregir». Aseguraba que las cosas las iba «reviviendo». Lo primero es catalogar y unir todo lo que existe. Hay cerca de 300.000 papeles. No todos son poemas. Cuando se hace un libro de JRJ, no son importantes únicamente los textos, también sus indicaciones. Para «Vida» existen cien esquemas. Y, otra cosa, hace años que nadie se interesaba por su obra.

–¿Por qué?

–Le ha perjudicado la leyenda negra que hay a su alrededor. Hemos conocido personas en EE UU que querían escribir tesis sobre él y en España las han convencido para que no las hicieran. Cuando recibió el Nobel, los periodistas acudieron a la Real Academia Española para recoger la opinión de los académicos. Ninguno dijo nada. Bueno, uno declaró que le parecía increíble que le dieran el premio a un señor que había escrito un libro sobre un burro.

–¿Quedan inéditos?

–Quedan inéditos enteros de poesía y prosa. Un ejemplo es el poema «Ý yo me iré. Y se quedarán los pájaros catando». Es una de sus composiciones más famosas y pertenece a un poemario inédito. Es verdad que poemas de ese libro se han publicado. Pero de este poemario, «Poemas agrestes», hay mucho material desconocido. Existen otros, como «Historias», «Pureza», «Ornato». A «Libros de amor» se han incorporado poemas nuevos conforme se hacían ediciones.

–¿Qué imagen de JRJ transmite «Vida»?

–Él siempre quiso publicar su biografía. Es un libro de varios tomos. Quería representar en «Vida» todo lo que ha cultivado. Deseaba que su obra completa quedara como un reflejo para que se le juzgara en toda su extensión. Estas entrevistas son parte de su obra completa, igual que sus cartas.

–¿Qué desapareció cuando saquearon su casa al acabar la Guerra Civil?

–Se quejaba de que había perdido obra y correspondencia. La biblioteca fue saqueada, pero gracias a los amigos y la familia se recuperó parte de ella. Aquellos que la espoliaron, arrancaron las primeras hojas de los ejemplares, donde estaban las dedicatorias de los poetas. Los libros de JRJ se reconocen bien: hacía anotaciones y su letra es inconfundible. Había un poemario terminado, «Ascensión», que contenía 80 o 90 poemas. Sólo hemos encontrado uno o dos. De su domicilio se llevaron los muebles y el retrato original de Vázquez Díaz, que no ha vuelto a aparecer. Se conoce por reproducciones. Algunas personas que entraron devolvieron cosas. Carlos Sentís, nada.

–¿Cuál fue su mayor herida?

–El exilio. Cuando Zenobia le preguntó a los médicos, ellos le responden que se moría de nostalgia, de tristeza. JRJ era escritor y creía que su vocación fallaba. Se sentía «deslenguado» porque creía que su español no era el mismo de 1936. Eso le enfermaba. Se negó a hablar en inglés,porque aseguraba que el inglés contaminaba su lengua y la tenía que mantener pura. Estaba en un exilio exterior e interior, y eso le produjo aislamiento. Puerto Rico le revivió luego. También le dolieron las críticas de la Generación de 27. Cuando revive Guillén la polémica que tuvo con él, JRJ casi se muere de pena, porque no puede defenderse. Está al final de su vida. Fue cuando dejó de escribir.

–¿La enfermedad le condicionó?

–Tenía un problema físico. Yo creo que era la enfermedad de Crohn. Estaba débil, sentía frío y apenas comía. Todo le sentaba mal. Sufría anemias importantes. En 1954 tuvo dos transfusiones de sangre. Los doctores decían que padecía depresiones, pero había algo físico. Yo pienso que estuvo mal diagnosticado. Hasta en verano iba abrigado. Hay que tener en cuenta que la enfermedad de Crohn produce úlceras en el estómago y el aparato digestivo.