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Las rosas no tienen edad

Catherine Frot, que protagoniza la nueva película de Pierre Pinaud, asegura que en Francia las actrices maduras «tienen su espacio y su voz»
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  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Eve vive entregada a la perpetuación de la belleza y las rosas son la herramienta que utiliza para ello. Inmersa en una búsqueda espiritual de preguntas para las que no logra encontrar respuestas, esta artesana francesa de las plantas coloreadas a quien da vida Catherine Frot, dueña de una empresa al borde de la quiebra y obligada por la ferocidad del mercado a la reinvención del negocio, encabeza el relato de «Entre rosas», el nuevo trabajo de Pierre Pinaud.
En entrevista telefónica con LA RAZÓN, Frot se muestra orgullosa de la evolución interpretativa de las actrices que sobrepasan los cincuenta que asegura se ha producido en el territorio galo: «Considero que, al menos en Francia, tanto yo misma como otras actrices hemos tenido la suerte de interpretar papeles interesantes y nada encasillados para las mujeres que sobrepasan una determinada edad. Se nos da espacio, voz y sentido. La situación ha evolucionado y creo que va a seguir haciéndolo».

Extinción de lo artesano

Pese al componente gremial de la temática, no todo se queda en las flores: «Me enteré de que el director cultiva rosas como pasión personal y esto me llamó muchísimo la atención. Pero, además, gracias a mi participación en este proyecto, fui capaz de asociar y creer en un fenómeno social como la convivencia entre dos mundos que aparentemente no están hechos para conocerse. Sin embargo, aquí se encuentran y se aceptan. Creo sin duda que esta es una película sobre la belleza. La belleza de las rosas y la de las relaciones humanas», comenta la actriz. Y es que la incorporación in extremis al negocio de tres jóvenes procedentes de un programa de inserción social con el objetivo de remontar las ventas propicia la exposición de un debate esencial sobre las segundas oportunidades y la extinción paulatina de las profesiones artesanales: «Hoy hay grandes empresas que cultivan rosas y que incluso ganan premios en los concursos, pero esas flores no duran, en absoluto. Las rosas, tal y como las cultiva el personaje de Eve, se convierte en algo puramente artesanal, y eso es efectivamente algo que está cambiando. ¿Va a extinguirse lo artesanal? Personalmente, creo que no. Porque es obligatorio conservarlo y porque esas profesiones son las que hacen posible la vida. La sencillez de las cosas hechas con tiempo debe seguir existiendo», afirma.
La intérprete comparte un excepcional recuerdo cuando le preguntamos por las flores de su vida: «Las rosas más bellas que me han regalado llegaron de la mano de Yves Saint Laurent. Todavía estaba vivo cuando sucedió y cuando cumplí cincuenta años me mandó cincuenta rosas y me regaló un vestido maravilloso hecho a medida que supuestamente solo iba a prestarme para una función. Es un recuerdo que guardaré conmigo hasta el fin de mis días», señala conmovida antes de rematar: «Vivimos en un mundo sumamente agresivo en el que lo único que parece contar es el dinero. Falta humanidad y espero que los jóvenes sepan escoger. Hay que saber escoger lo que se come, lo que se lee, lo que se ve, lo que se vive, lo que se recibe, lo que se acepta y lo que no. Es un momento de selección».

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