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Crítica de “Mi vacío y yo”: camino a la transición ★★★★☆

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección: Adrián Silvestre. Intérpretes: Adrián Silvestre, Carlos Marqués-Marcet y Raphaëlle Pérez. Intérpretes: Raphaëlle Pérez, Alberto Díaz, Isabel Rocatti, Marc Ribera. España, 2022. Duración: 98 minutos. Drama.
Diagnosticada con disforia de género en 2016, Raphaëlle Pérez busca a su príncipe azul. Lo más interesante de su camino hacia la transición es la candidez, la pureza con que se enfrenta a una identidad en formación, que no solo incumbe al cuerpo sino a una idea del amor romántico. Las preguntas que se hace Raphi son, al final, las mismas que puede hacerse cualquier espectador al pensar en cuál es el proceso emocional y psicológico que ha tenido que atravesar una chica trans. En ese sentido, “Mi vacío y yo” ofrece una didáctica, a la vez que empática, radiografía de los obstáculos y las alianzas que jalonan la construcción de un yo que quiere reafirmarse contra viento y marea.
Que Pérez se interprete a sí misma, y que la película esté basada en sus propias experiencias, abre en canal su relato ficcionado: la descarnada sinceridad con que se retratan algunos de los episodios de su vida -el brutal interrogatorio de la psicóloga, su primer encuentro sexual con una cita de Tinder, sus decepciones amorosas- es una muestra del compromiso de Adrián Silvestre -con el apoyo incondicional de Raphi, que se expone con coraje al escrutinio de la cámara- con su actriz y, por extensión, con la causa del colectivo.
No nos malinterpreten: en esta suerte de particularización de “Sedimentos”, no todo son dificultades, porque la evolución dramática de Raphi corre pareja con la toma de conciencia de su lugar en el mundo, de un aprendizaje y una integración que tienen que ver con la creatividad. La escritura íntima y la participación en un proyecto teatral proyectan a Raphi hacia una realidad menos sublimada, donde tal vez los príncipes azules no existen, pero es posible tener una voz propia que desafíe lo normativo, que sea aceptada y escuchada.

Lo mejor

La honestidad y la valentía de Raphi al contar, sin pudor, su camino hacia la transición de género.

Lo peor

Que a veces la ingenuidad de Raphi, sobre todo en lo que tiene relación con sus ideales románticos, parezca algo inmadura.