cultura
Crítica de «A real pain»: Ruta de turismo emocional ★★★ 1/2
Dirección y guion: Jesse Eisenberg. Intérpretes: Jesse Eisenberg, Kieran Culkin, Jennifer Grey, Will Sharpe, Kurt Egyawan. Estados Unidos, 2024. Duración: 89 minutos. Drama.
Está, claro, la cuestión judía, que en «A Real Pain» singulariza la complejidad de una relación familiar desgastada por el tiempo. Es interesante que el reencuentro entre David (Jesse Eisenberg) y Benji (Kieran Culkin), dos primos que se habían perdido la pista después de haber sido almas gemelas, se produzca en un viaje a Polonia en honor de su abuela recién fallecida, una de esas rutas del Holocausto que se organizan para que los judíos de tercera generación no se olviden de sus raíces. Ese viaje no solo es un pretexto para reunir a los protagonistas en un entorno inestable, en el que ambos pueden sentirse emocionalmente desplazados, sino sobre todo una forma de urdir un correlato histórico a una fábula sobre la culpa y las dificultades que tenemos para gestionar el pasado. El modo en que David y Benji reaccionan en las diversas etapas del «tour», así como la manera en que se relacionan con el resto de los miembros del grupo del viaje, definen su momento vital. Eisenberg impone el modelo del juego de opuestos y se reserva el papel de pasivo-agresivo, el hombre de familia gris que ha llegado a la madurez por una congénita falta de carisma y que contempla a su némesis con sentimientos encontrados, odiándole a la vez que preocupándose hasta el infinito por él. Benji existe desde la mirada de su primo, y Culkin, auténtico protagonista del relato a pesar de que haya ganado el Globo de Oro al mejor secundario, lo interpreta como un péndulo, una personalidad oscilante que vibra entre lo honesto y lo performativo. La película nunca lo diagnostica, aunque está a punto de romantizar su bipolaridad cuando lo retrata como el único capaz de detectar la hipocresía en algunos de los gestos del turista judío. Película verborreica, que cree encontrar en los interludios de Chopin sus momentos más «artísticos», «A Real Pain» gana puntos cuando abandona a sus personajes con sus pensamientos, cuando no describe su presente o su estado de ánimo sino que prefiere dejarles sentir ante nuestros ojos, ya sea llorando después de la visita a un campo de exterminio o sentados entre la multitud de la sala de espera de un aeropuerto. Esperando quién sabe qué.
Lo mejor: Culkin se adueña de la película con un personaje que genera compasión y simpatía
Lo peor: Es una cinta demasiado escrita a la que le da miedo desviarse de su esquema