Crítica de cine
Crítica de 'Muy lejos': Tan cerca de vosotros ★★★★
Direccion y guion: Gerard Oms. Intérpretes: Mario Casas, David Verdaguer, Ilyass El Ouahdani, Raúl Prieto, Hanneke van der Paardt, Jetty Mathurin. España, 2024. Duración: 100 minutos. Drama.
Podría ser, el título de esta crítica, muy parecido a uno de los que el «antiguo» Mario Casas protagonizó de veinteañero, esas comedias románticas «teen» tan dulzonas y débiles como adictivas donde era el mejor chico de la moto, el malote en apariencia con un corazón que apenas dejaba entrever, no fuera a desmoronarse la leyenda, grande como un melón, pero se refiere a su recién inaugurada etapa «adulta».
Porque se nos hizo mayor, y más sabio y mucho mejor actor. Comienza el filme: los hombres, forofos del Espanyol, se agolpan, cantan himnos, enarbolan banderas, se empujan para entrar pronto en el estadio de fútbol. Entre ellos, Sergio, que parece mirarlos de reojo para espiar los gestos, todos los gestos, de una masculinidad estridente, para sentir que forma parte del grupo aunque él se sienta fuera (tan lejos), y que, tras acabar el partido en Utrecht, ciudad hasta la que han viajado para ver el enfrentamiento de la UEFA del año 2008/2009, ir hasta un bar pequeño con la única finalidad de hablar a grito pelado y de beber cerveza hasta que revienten o acaben con la cabeza metida hasta el fondo en el inodoro.
Al día siguiente regresan a Barcelona, pero Sergio decide a última hora no coger el avión y quedarse en la ciudad holandesa (el pretexto es que le han robado el pasaporte, pero miente porque prefiero eso a mentirse más a sí mismo) para sorpresa de quienes lo acompañan, amigos, familiares, gente que creía conocerlo. Y el protagonista, envuelto en un hermetismo impregnado de una extraña tristeza, de rabia sorda, de una violencia encapsulada, rompe con el pasado y comienza una vida nueva, precaria, buscando trabajos que apenas le dan para comer con una bicicleta de segunda o tercera mano que acaba siendo robada. En la cocina sucia de un restaurante, acarreando muebles de un lado para otro.
Ni siquiera conoce el idioma en un lugar donde miran con recelo a los inmigrantes, sean españoles, árabes o de cualquier otro lugar del planeta pobre. Pero Sergio tiene algo parecido a la buena suerte el día que se topa con una mujer que decide finalmente alquilarle una habitación y quien intenta romper los silencios y el aislamiento del joven, tan perdido dentro de sí, tan alejado de su propia identidad, a la que no quiere mirar ni siquiera de reojo por miedo a saber que está condenado a asumirla.
Un ejemplo del mejor cine social europeo de hoy atravesado por momentos de alta graduación emocional (la conversación de Sergio con su hermano, quien regresa a Utrecht para saber cómo está, qué le ha sucedido, aunque ya lo sepa todo) y otros determinantes (las escenas en la discoteca, cuando Sergio decide que la máscara ya apenas puede ocultar el verdadero rostro que hay detrás), mientras al protagonista le sigue quedando jugar esas partidas en la calle, aún con la camiseta puesta de su equipo, y quizá piense que, esta vez sí y de alguna manera, ha encontrado su lugar en el mundo.
Lo mejor: La madurez de esta opera prima y Casas, que realiza su mejor trabajo hasta la fecha.
Lo peor: Quizá, al principio del filme, nos cueste entender la decisión del protagonista.