
Cine
«Insidious 3», sustos de muerte
Nueva entrega de la taquillera franquicia de miedo en forma de precuela. La más negra de la saga. Y van tres. Leigh Whannell, curtido en el cine de terror, se pone tras la cámara para rodar una nueva entrega de la saga. Casas encantadas y familias normales con problemas de fantasmas protagonizan el filme para el que el director pidió consejo al maestro William Friedkin («El exorcista»)

Procede de Melbourne, Australia, donde empezó su carrera como actor en series de la televisión australiana. Tiene 38 años y su destino estaba marcado a fuego por el cine y sabía que más pronto que tarde se pondría detrás de la cámara. Tras participar en las dos primeras entregas de «Insidious», Leigh Whannell (que escribió y protagonizó la primera entrega de «Saw» y trabajó en el guión de «Saw II», escribió y protagonizó «Saw III») decidió optar por una tercera, pero no como una continuación de las dos anteriores, sino como una precuela. El origen de los males de la casa encantada está en este tercer capítulo. Y como las dos precedentes, basada en hechos reales que le habían sucedido a él o a conocidos. «Cuando digo que han sucedido de verdad es porque es cierto. Mis amigos me han contados historias tan aterradoras que se me ponían los pelos de punta sólo de escucharlas. Incluso a mí me han sucedido. Recuerdo una noche en la que sonó la alarma de mi casa, me desperté de un bote, fui corriendo a la puerta de entrada y estaba abierta de par en par. Pensé que alguien había intentado entrar, pero no había rastro. ¿No es para asustarse?», pregunta. Pues sí.
Una vuelta al género
¿Cuál es el argumento de la historia? Una familia normal y corriente, Los Lambert, se ve asediada por espíritus. Sean (Dermot Mulroney) se ha quedado viudo y debe cuidar de sus dos hijos, Quinn (Stefanie Scott), una adolescente de 17 años postrada en la cama porque tiene sus piernas escayoladas y su hermano menor Alex (Tate Berney), un fanático de la electrónica. La muerte de la progenitora ha causado un profundo pesar en todos los miembros, aunque la joven resulta especialmente sensible, al encontrarse en una edad muy vulnerable, y toma la fatídica decisión de ponerse en contacto con la clarividente Elise con la esperanza de comunicarse con Lily, su madre.
Desde que conoció a James Wan (compañero inseparable, amigo y terrorífico director con quien ha compartido rodajes) tenía la idea de darle una vuelta al cine de género. Enamorados ambos de los sustos de muerte y de las películas de fantasmas y casas encantadas, se contaban historias aterradoras para ver si eran capazces de asustarse el uno al otro. Wan, asegura Whannell, le había dejado el listón alto, aunque, también dicen, que no podía tomar el testigo de nadie mejor. Su idea era partir de la autenticidad de sus personajes, «gente con la que el público se pudiera identificar para que, cuando los protagonistas empezaran a sentirse aterrados, los espectadores lo sufrieran en sus carnes». Visionó una cinta de terror tras otra, las mejores, empezando por «El exorcista», y decidió empezar su primera película como director por el «principio»: rodar una precuela. Wan, que ya estaba inmerso en el rodaje de un nuevo capítulo de la serie «Fast & Furious», le dio su beneplácito. Así, esta nueva entrega, además de incrementar el nivel de escalofríos, retrocede en el tiempo, pues se desarrolla años antes de los dos capítulos anteriores, que detallaban el acecho cada vez mayor al que unos espíritus sometían a la familia en cuestión. El director decidió fijarse de manera especial en Elise Rainier, interpretada por Lin Shaye, la especialista que trata de hablar con los espíritus: «Me encanta el personaje y me preguntaba cómo podía recuperarlo. La idea no era recuirrir a la típica del fantasma que regresa, que es lo más previsible, yo quería que estuviera viva. A la gente le gustaron las historias que se alargaban en el tiempo que presentamos en la segunda película, y pensé que eso me ayudaría a encontrar una historia que diera más sentido al viaje de Elise», explica. Cuando puso punto final al guión se encontró plenamente satisfecho con el resultado. «Empecé a ver el arco argumental de Elise en ‘‘Insidious 3’’ como una manera de reformular la clásica historia del Oeste del pistolero retirado que se ve obligado a volver a la acción. O, en la actualidad, es un asesino a sueldo el que suele encontrarse en esa situación. Pero, ¿cuántas veces tenemos ocasión de ver esa situación con una mujer mayor?», vuelve a interrogarse.
No todo fue sencillo a la hora de colocar los mimbres a la historia. Le asaltaron al director las dudas sobre si los seguidores de la serie se podrían sentir defraudados. Sin embargo, una idea básica le hizo apartar sus temores: «Todo el mundo tiene miedos, independientemente de la cultura o país en que haya nacido. En el fondo, toda historia de fantasmas trata sobre la muerte y la pérdida. Por eso la gente puede identificarse con ellas. Esta película no es ninguna excepción; la gente puede ir a la sala de cine sin necesidad de haber visto ninguno de los capítulos anteriores y entenderán todo por lo que pasan aquí los personajes».
Un correo a Friedkin
Ante el reto que se le planteaba, Leigh Whannell no quiso dejar ni un solo cabo suelto y eso que confiesa sin rubor que «me van a afectar las malas críticas si las hay. Me tomo los ataques como algo personal». ¿A quién podría pedirle un consejo para no equivocarse, pues? ¿Por qué no intentarlo con su admirado William Friedkin, padre de «El exorcista»?. Así lo hizo. Le envió un correo y éste inmediatamente le contestó. Quedaron para comer y nada más verse (un encuentro que el realizador debutante define como «surrealista»), el maestro del miedo le espetó: «Tienes que asustar de verdad a tus actores. En ‘‘El exorcista’’ disparé una pistola. ¿Crees que podría haber conseguido que el [actor que interpretaba al] sacerdote se sobresaltara así cuando en una escena concreta sonó el teléfono?». El joven no podía creerlo. Y puso en práctica el consejo con una bocina de aire comprimido que utilizó una sola vez. No necesitó más para que Mulroney diera un brinco espectacular. Sabio consejo el de Friedkin.
Con la joven actriz Steffanie Scott probó similares métodos. Quería que entrase en escena y consiguió atemorizarla. Durante media hora la encerró en un aramario con unos auriculares que la atronaban con música death-metal. De vez en cuando el director, sin avisar, se pasaba por la habitación, abría el armario a oscuras y comprobaba que la música no había dejado de sonar. Para la intérprete fue un tormento cercano al calvario, «pero cuando llegó el momento de rodar ella estaba lista», recuerda.
No hay que ser demasiado perspicaz para pensar que si el responsable de «Insidious 3» tiene fijación con algún cineasta, ése es Friedkin, aunque cuando se le pregunta por la primera película que le aterrorizó menta «Tiburón». Después llegaría su amada «El exorcista», «El resplandor» y «La cosa» al tiempo que comenzó a sentir una verdadera obsesión por cintas que fueran verdaderamente desasosegantes: «Aunque leía la revista ‘‘Fangoria’’ y me encantaba ‘‘Posesión infernal’’, siempre estaba más desesperado por encontrar películas de terror que me hicieran sentir verdadero miedo, en lugar de limitarse a provocarme sobresaltos con litros de sangre».
La cara millonaria de las casas encantadas
Las dos entregas anteriores se convirtieron en un par de golpes terroríficos a la taquilla, luego, ¿por qué no intentar un tercer asalto? Las cifras producen un cierto escalofrío, pues de lo que costó cada uno a lo que recaudó media un abismo. Atentos: empezó siendo casi un experimento y se ha convertido en una minifranquicia. La original (arriba) costó 1,5 millones de dólares y consiguió recaudar casi 100 millones en todo el mundo. La segunda entrega (debajo) invirtió cinco millones e ingresó 160.
Las dos primeras entregas contaron como protagonistas con Patrick Wilson y Rose Byrne (que no están en esta tercera entrega). El actor aseguraba que cuando le presentaron el guión no tuvo ninguna duda de que la cinta iba a funcionar: «Son cosas que sabes, aunque no siempre suceden. Y estaba convencido de que sería un buen proyecto». El actor, lo mismo que el resto del reparto, disfrutó como un crío durante el rodaje: «Lo pasamos muy bien porque todos creíamos en lo que estábamos haciendo, todos, desde el primero al último. Y eso repercute siempre en el resultado final», aseguraba. Tanto la primera parte como la segunda estaban dirigidas por James Wan. Él y Whannell se conocieron a los 18 años en el Real Instituto de Tecnología de Melbourne, donde tiempo después comenzaron a escribir el guión de una película de terror que ellos mismos financiarían. Primero hicieron el cortometraje y posteriormente, cuando llamó la atención de Hollywood, la película «Saw» vio la luz. Supuso el debut cinematográfico de Wan como director y en la película fue el mismo Whannell quien interpretó a Adam, el protagonista.
El detalle
Debut tras la cámara
Leigh Whannell decidió ponerse tras la cámara en la tercera entrega de esta factoría de terror. Conoce muy bien este cine de género. «Los retos me gustan y no podía dejar a un lado la posibilidad de aceptar el que me planteaban. La idea no me asustaba», asegura. Además, su amigo y compañero de fatigas, James Wan, se había embarcado en la octava parte de «Fast & Furious» y es el director elegido para llevar a la pantalla las aventuras de «Aquaman».
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