José María Zavala: "Cuando vivía al margen de Dios el demonio me dejaba tranquilo"
Tras el éxito de su primera película sobre el Padre Pío, se lanza al rodaje de «Renacidos», con testimonios de personas a quienes «este santo que leía el alma» les cambió la vida.
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Tras el éxito de su primera película sobre el Padre Pío, se lanza al rodaje de «Renacidos», con testimonios de personas a quienes «este santo que leía el alma» les cambió la vida.
Gracias a él se acercó de nuevo a Dios, inició un verdadero matrimonio con su mujer, Paloma, y encontró la felicidad. Reconoce que se lo debe todo a san Pío de Pieltrecina, conocido como el Padre Pío, un sacerdote famoso por sus dones milagrosos y por los estigmas que presentaba en manos y pies. Por ello, se ha convertido en el gran impulsor de su devoción. Su última contribución se llama «Renacidos», una película con el testimonio de 24 personas que, al igual que él, han sido tocadas por este santo.
–Lo suyo con el Padre Pío sí que da para un libro....
–Y para dos películas enteras (risas). La primera, «El misterio del Padre Pío», se ha convertido ya en la más vista en toda la historia del Festival Internacional de Cine Católico de Estados Unidos. Y la segunda, «Renacidos», la cual estoy dirigiendo ahora, va a ser todavía más impactante que la primera.
–¿De qué trata?
–Es una selección de 24 testimonios actuales, a cual más alucinante, de la intercesión del Padre Pío, el santo que leía el alma de la gente y era capaz de estar en dos lugares distintos al mismo tiempo. Testimonios de personas que dieron un vuelco a sus vidas gracias a él, quien les acercó a Dios cuando vagaban por el mundo sin rumbo alguno; o que les curó de una enfermedad terminal cuando los médicos ya les habían desahuciado.
–¿Hay alguno que le haya tocado?
–Todos, pero le referiré uno solo como ejemplo: el de un oficial de las SS que acabó hincado de rodillas en el confesonario del Padre Pío. Un hombre sin escrúpulos a quien el fraile capuchino, canonizado por San Juan Pablo II, leyó el alma en un abrir y cerrar de ojos. Si Dios quiere que se estrene la película en 2020, conoceremos su estremecedor testimonio en la gran pantalla. Y ya advierto que no es el más impactante de todos...
–¿De qué depende el estreno de la película?
–Necesitamos dinero urgente para seguir adelante. Por desgracia, el cine católico no recibe subvenciones oficiales ni goza de otras ayudas. Hemos iniciado el rodaje gracias a las donaciones de personas devotas del Padre Pío y de otras que no lo eran, pero que han quedado tocadas tras ver «El misterio del Padre Pío» y ahora colaboran en este segundo proyecto. Hemos abierto una página de crowfunding y recibimos también ayudas en la cuenta de la productora Forgione Films. Toda ayudas es poca...
–¿Por qué está devoción por él y no por otro santo?
–Hace ya casi diez años, cuando unos amigos nos invitaron a ver en su casa una película del Padre Pío. Yo le dije a Paloma, mi mujer, mientras íbamos en el coche: «La película de un fraile que dura tres horas y media! ¡Lo que hay que hacer por amistad!». Pero él cambió mi vida cuando llevaba ya quince años sin pisar un confesonario, alejado de Dios. Desde entonces, le doy a conocer y amar como gran intercesor para los tiempos de hoy.
–Lo cierto es que durante mucho tiempo estuvo muy cuestionado, ¿cree que el Papa le hubiera creído y avalado como lo hicieron Pío XI y Pío XII?
–Francisco es muy devoto del Padre Pío. Llevó su cuerpo hasta el Vaticano para celebrar el Año de la Misericordia. El Papa ha estado ya varias veces recogido en oración ante su cuerpo, poniéndole como ejemplo también del hombre que soportó gravísimas injurias y calumnias hasta el mismo instante de su muerte y que, sin embargo, calló por amor a la Iglesia, ofreciendo todo ese sufrimiento por la conversión de sus perseguidores, como así sucedió en muchos casos.
–La historia de conversión con su mujer es ciertamente increíble... ¿Alguna pareja les ha pedido consejo?
–Precisamente hace unos días asistimos, en calidad de padrinos, a la boda de una pareja que, tras leer nuestro libro «Un juego de amor», decidió ponerse en las manos de Dios para resolver su vida incierta. Ahora, después de muchos sacrificios, ha obtenido por fin su recompensa y ha podido celebrar su matrimonio a los ojos de Dios. Son muchas ya las conversiones a raíz de nuestro testimonio. ¡Y cuántas más habrá que no sepamos...!
–¿El demonio le tienta con algo o cree que a usted ya le ha dado por imposible?
–(risas) El demonio quiere nuestra condenación y, cuanto más cerca está uno de Dios, más le ataca. Cuando vivía al margen de Dios me dejaba tranquilo convencido de que tenía mi alma ganada para el infierno. Pero ahora que intento estar cada día más cerca de Dios es cuando distingo mejor la luz de las tinieblas.
– Es también un estudioso del franquismo y ha investigado mucho ¿Cree que al Padre Pío le gustaría compartir el cielo con él?
–Yo no soy quién para juzgar a nadie. Jesús nos dice que, en la medida en que juzguemos a los demás, así seremos juzgados nosotros. De modo que solo a Dios corresponde juzgar y sólo Él sabe el destino de cada alma.