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La última frontera del western

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Atípico y épico al mismo tiempo. En «Deuda de honor» Tommy Lee Jones interpreta, dirige y es autor del guión.
Nebraska a mediados del siglo XIX. Una tierra donde el viento te lima la piel, las enfermedades se ceban con la población y solamente unos pocos granjeros consiguen arañar de la tierra algún alimento para sobrevivir. Tommy Lee Jones se pone tras las cámaras (también actúa y firma el guión) en un western inusual, con villano incluido. Pero el villano en esta ocasión no se presenta en forma humana sino más bien a través la dureza y aridez de la tierra donde la historia se desarrolla. El paisaje y la dureza del mismo otorgan a la película un enfoque diferente en el que destaca la perspectiva femenina que ofrece su protagonista. Mary Bee Cuddy (a quien interpreta Hillary Swank), una mujer en la treinta, tiene la complicada misión de transportar a tres mujeres aquejadas de locura a través del país con la ayuda de un personaje de los bajos fondos interpretado por el propio Jones, un tipo al que encuentra con la soga al cuello, literalmente, a punto de ser ahorcado, y a quien la vida a cambio de que le sirva de escolta.
Para la actriz, protagonista de filmes tan notables como «Boys Don’t Cry» (2000) y «Million Dollar Baby» (2004), el peso de su personaje es evidente: «Si tuviera que describir a que género pertenece “Deuda de honor” sin duda lo definiría como un western feminista. Es muy original. Nunca he visto un filme remotamente parecido, y esa fue una de las razones por las que decidí interpretarlo. No se me viene a la cabeza ninguna película de estas características cuyas protagonistas sean mujeres fuertes. Por regla general todas las que pueblan este género cinematográfico son o prostitutas o amas de casa a cargo de la granja familiar. No son ni de lejos heroínas», declara Swank. Para la actriz, a pesar de que el filme se desarrolla en el siglo XIX, los paralelismos con muchas situaciones que las mujeres aún viven resultan cuando menos interesantes. La cosificación femenina y considerarla como un mero adorno es, según la intérprete, una circunstancia que aún hoy seguimos arrastrando. «Me gustó bastante mi personaje porque tiene una moral muy definida y unos valores que no encontramos tan a menudo en la actualidad. Es independiente y no esconde su opinión, pero al mismo tiempo resulta vulnerable y quiere que la amen», explica, al tiempo que quiere romper una lanza en favor del director, un hombre catalogado como hosco y de caracter difícil y de quien ella dice que «es necesario conocerlo y trabajar con él para poder emitir un juicio. Yo diría que es un artista que está muy vivo». No piensa lo mismo Jim Carrey, con quien compartió cartel en «Batman Forever», que aseguró tenerle verdadero miedo, o el cantante Sting, quien le tildó de «monstruoso» tras rodar juntos «Stormy Monday».
Dos tomas por escena
¿Existe un paralelismo entre Jones y Clint Eastwood, con quien también ha rodado, Swank, a la hora de trabajar? La actriz responde sin pensarlo: sí se parecen, «tienen cosas en común y una de ellas es la rapidez para rodar, pues a ambos les basta con dos o tres tomas para trabajar una escena».
Al director y coprotagonista, el término western, sin embargo, le hace rechinar los dientes: «Creo que la definición describe un filme con sombreros y caballos». A pesar de que no le gusta que clasifiquen su película, ésta posee algo de ambos elementos. «Deuda de honor» está basada en la novela del mismo nombre del autor Glendon Swarthout, de 1988. Esta es la cuarta película que Tommy Lee Jones dirige, aunque ahora también ha colaborado en el desarrollo del guión.
El productor Michael Fitzgerald con el que ya había trabajado con anterioridad, fue quien le envió el manuscrito. «Lo leí y me pareció que había buenas posibilidades de adaptarlo al cine. Su originalidad es lo que me enganchó. Se trataba de una oportunidad que no podía dejar pasar». El filme se presentó en el pasado Festival de Cannes con críticas muy positivas, y a pesar de que a Jones no le guste decir que es un western, otra cinta dirigida por él en el 2005 «Los tres entierros de Melquiades Estrada», que también participó en ese certamen, pertenece a la misma temática, sombreros y caballos incluidos. Para el director nacido en el estado sureño de Texas cualquier artista que se precie desarrolla su trabajo sobre del lugar donde ha nacido. Confiesa que las influencias que ha recibido han sido tan múltiples como dispares: fotografías antiguas, el teatro kabuki japonés y artistas como el pintor germano-americano Josef Albers o el minimalista Donald Judd, un creador famoso, sobre todo , por la utilización de neones. «La geometrías me antojaba un elemento clave en la película, por eso basarnos en artistas minimalistas nos pareció tanto a mi como a mi director de producción, Meredith Boswell, lo más apropiado», relata.
Para el director, la mujeres típicas de los western, del mismo modo que describía Swank con anterioridad, eran prostitutas con un cabello espectacular o amas de casa con delantal incorporado y siempre dispuestas a traerte un café. «Deuda de honor» rompe con ese estereotipo: «Mary Bee tiene algo mío en cuanto a tenacidad y fuerza. Es valiente y muy dura, y, sobre todo, independiente», explica.
Actriz sin reloj
Uno de los momentos que le resultó más complicado a la actriz fue el de subirse a lomos de un caballo, ya que no estaba precisamente familiarizada, con los equinos, aunque no le supuso mayor obstáculo. Obstinada y tenaz, como su personaje, se preparó a conciencia para ofrecer una imagen convincente. Y así se lo agradece el director, guionista y actor: «La mayoría de las actrices se hubieran ido a su tráiler a descansar, Hilary cogía el caballo y continuaba montando, no le importaba el tiempo. Esto demuestra la madera de la que está hecha».
La película se rodó en Nuevo México, donde las condiciones atmosféricas dejan mucho que desear, pues «puedes tener las cuatro estaciones en un mismo día, añadiendo una quinta a la jornada diaria, el viento», explica Jones, hijo de un trabajador de una explotación petrolera y de la dueña de una tienda de productos de belleza. Su brillante expediente académico le posibilitó conseguir una beca para acudir a la prestigiosa universidad de Harvard donde compartió habitación con Al Gore y se graduó en literatura inglesa y en cuyas aulas completó sus estudios con una tesis sobre la presencia del catolicismo en los libros de Flannery O’Connor. Siempre se ha mostrado bastante ambiguo respecto a sus tendencias políticas, a pesar de haber ofrecido un discurso es un mitin de Al Gore en 2000 para la nominación de éste a la presidencia del partido demócrata. Ambigüedad que se transforma en mutismo total en lo tocante a su vida privada. Sus tres matrimonios y su rancho de San Antonio permanecen siempre al margen.