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Lo que «La verdad» esconde

La película, protagonizada por Cate Blanchett y Robert Redford, narra cómo fue el «rathergate».

Cate Blanchett y Robert Redford, cara a cara en el reparto de «La verdad»
Cate Blanchett y Robert Redford, cara a cara en el reparto de «La verdad»larazon

La película, protagonizada por Cate Blanchett y Robert Redford, narra cómo fue el «rathergate».

En plenas elecciones por la presidencia de Estados Unidos de 2004, todo apunta a que George W. Bush va a ser reelegido mientras el país sigue en guerra contra Irak y Afganistán. La productora de noticias Mary Mapes (Cate Blanchett) y el presentador Dan Rather (Robert Redford) descubren algo que podría cambiar las elecciones: Bush utilizó todo tipo de influencias para evitar ir a la guerra de Vietnam. En «La verdad», James Vanderbilt, guionista de «Zodiac» (2007), debuta en la dirección con una reflexión sobre el periodismo basada en la turbulenta investigación de la cadena CBS sobre el servicio militar del ex presidente de EE UU George W. Bush, que amenazó los resultados de la elección presidencial y acabó prácticamente con el equipo de noticias de la cadena.

«Todo lo que ocurre en la película es cierto», asegura Blanchett. «Es transparente como un vaso de agua. Presenta los hechos tal y como sucedieron para que el público reflexione después sobre los medios de comunicación, sus propietarios y su relación con los políticos. Las preguntas que plantea son importantes también en Europa, Asia e incluso en Australia».

Vanderbilt, conocido sobre todo por su labor como productor y guionista, se sintió atraído por el proyecto. Da su razón: «Me encantan las películas que buscan lo que hay detrás de la cortina, que relatan cómo ocurrieron realmente los hechos y ésta era la historia idónea para una película de este tipo. Significó todo un desafío contar lo que ocurrió con alguien como Cate, a través de sus ojos, de los ojos de Mary Mapes», dice el director.

En el filme Redford da vida al renombrado periodista y Cate Blanchett, a Mapes, la productora del programa en el que ésta trabajaba. El 8 de septiembre del 2004 «60 minutes», presentado por Dan Rather, emitió un reportaje en el que se acusaba a George W. Bush de haber utilizado sus conexiones para recibir trato de favor mientras servía en la Guardia Nacional Aérea en Vietnam. Se basaron en supuestos documentos del entonces ya fallecido teniente coronel Jerry B. Killian. Todo apuntaba a que estábamos ante la noticia escándalo del año, un gol para la famosa cadena y en particular para un programa de periodismo de investigación de los más respetados. Pronto esta exclusiva cayó por su propio peso al descubrirse que la información en la que se habían basado no era cierta. Este escándalo descrito como «rathergate» o «The Killiangate» provocó el cese inmediato de Dan Rather y de su productora, Mary Mapes, que no ha vuelto a trabajar en la industria desde aquel suceso. La película desafortunadamente trata a la productora y al veterano periodista como mártires, pero la realidad es que dieron por buena unas informaciones falsas, algo que para unos profesionales como ellos con tantos años de experiencia supuso un error imperdonable.

Una batalla sin respaldo

Redford, curtido ya en mil y una película, una de ellas con el «Watergate» como nudo gordiano, explica cuál es la principal diferencia con aquel caso (película que él interpretó junto a Dustin Hoffman en 1976, hace casi 40 años) es que «Bernstein y Woodward se enfrentaban al poder de la Administración y al de la política, pero contaban con el respaldo de su editor y su periódico, ellos jamás estuvieron solos. Mary y Dan hacen exactamente lo mismo, pero sin contar con el respaldo de aquellos para quienes trabajan. Ahí radica la principal diferencia entre ambos casos», explica. El actor había tenido ocasión de conocer al verdadero Don Rather en 1974, gracias a un programa que preparaba sobre medio ambiente. «Cuando me puse en contacto con él para que supiera que iba a interpretarlo, le pregunté si quería decirme algo: ‘‘Sólo una cosa, Robert. Lo que hicimos fue una cuestión de lealtad, tanto con Mary como con mis jefes’’. Me lo tomé muy en serio y pensé que debería quedar bien reflejado en la película».

Para Cate Blanchett trabajar junto a Robert Redford ha sido un verdadero placer: «Es un actor de enorme generosidad, le sale de modo natural, sin pensarlo, no es forzado. Pone el listón muy alto pero te incluye. Es capaz de desarmarte con su naturalidad. Ha sido una experiencia inolvidable poder tener el honor de trabajar a su lado», asegura.

Para Redford este filme significa «una forma de mostrar la competencia brutal entre los programas y las distintas cadenas», comenta. «Lo más importante hoy es traer algo diferente y si es una exclusiva que otro medio no tenga, perfecto. Creo que el mayor error que cometieron Dan y Mary es que se vieron forzados por el momento en el que estaban viviendo. La elecciones estaban a la vuelta de la esquina y se sintieron obligados porque, de haber salido bien, la historia no hubiera sido la misma. Hasta el día de hoy vemos que un presidente como fue George W. Bush, cuya política se cuestionó, sigue contando con una elevado número de simpatizantes, algo de lo que se va a beneficiar su hermano Jeb en la actual carrera hacia la Casa Blanca», concluye Redford.

Para Vanderbilt éste es su primer trabajo como director. «Un consejo que me dieron antes de colocarme tras la cámara es que no utilizara mi propio dinero. Yo adquirí los derechos del libro que escribió Mary Mapes tras el escándalo. Me costó bastante convencerla porque no quería venderlos. Estaba muy a la defensiva. Tuve que viajar a Texas con mi esposa y mi mánager donde, tras un arduo esfuerzo, conseguimos convencerla».

La cinta, que ha cosechado buenas críticas y fue un éxito en el Festival Internacional de Cine de Toronto, se centra, para Vanderbilt, en la ambigüedad y la importancia de cierta éticas periodísticas. Y éstas se pueden resumir en esta frase que pronuncia Dan Rather en la película: «No necesito ser validado ni redimido. Soy lo que dice mi historial, un historial largo con sus más y sus menos. Soy un apasionado de mi profesión, siempre lo he sido, y lo sigo siendo. Pero si nuestra historia ayuda aunque sea a un periodista a plantar cara a la intromisión y la intimidación, todo habrá valido la pena».

Y es que las películas sobre escándalos políticos siempre han contado con un público fiel. Red-ford tiene ya experiencia con la citada «Todos los hombres del presidente» (1976). «El año que vivimos peligrosamente» (1982) es otro de esos filmes con fondo político donde un joven fotógrafo australiano intenta adentrarse en el enfangado mundo político de Indonesia durante el mandato del presidente Sukarno con la ayuda de una fotógrafa. La película estaba protagonizada por un joven y apuesto Mel Gibson.