«Negación»: ¿Que no existieron las cámaras de gas?
La película «Negación», de Mick Jackson, protagonizada por Rachel Weisz, retrata el juicio que enfrentó a finales de la década de los noventa a la historiadora Deborah Lipstadt con el negacionista David Irving. Un caso mediático que llevó hasta los tribunales la cuestión del Holocausto y que desmontó para siempre las teorías que todavía defendían que no existió el exterminio judío
La película «Negación», de Mick Jackson, protagonizada por Rachel Weisz, retrata el juicio que enfrentó a finales de la década de los noventa a la historiadora Deborah Lipstadt con el negacionista David Irving
La mirada objetiva de muchos supuestos historiadores (de ayer y de hoy, sobre el Holocausto y sobre otros tantos asuntos) en ocasiones no va más allá de sus prejuicios y principios ideológicos. No observan la historia bajo el acontecimiento en sí mismo, bajo la luz que arroja la documentación que conservan los archivos y las bibliotecas, sino como una materia maleable que pudieran adecuar a su antojo para respaldar sus particulares credos políticos o religiosos. Estas personas consideran que la historia es una especie de mantequilla que pudieran rebañar y extender a su antojo por las páginas de sus diferentes libros y artículos. Lo asombroso del caso judicial entre la historiadora Deborah Lipstadt y el negacionista británico David Irving, que ahora retrata la película «Negación», de Mick Jackson, es que sucedió en la década de los noventa del siglo pasado y que la sentencia sobre el mismo se produjo en 2000. O lo que es lo mismo: en esas fechas, un juez tuvo que pronunciarse en Reino Unido sobre si el Holocausto había existido o no, lo que ya de por sí debería resultarnosescandaloso.
Si el filme, protagonizado por Rachel Weisz– que en este trabajo, además, está respaldada por unos excelentes secundarios: Tom Wilkinson, Timothy Spall y Andrew Soctt– tiene un rasgo de clarísima actualidad es por mostrar de una manera abierta cómo el pasado, incluso aquellos sucesos y capítulos sobre los que no cabe ninguna duda, es manipulado en nuestra sociedad de una manera artera, astuta y malintencionada, y cómo sus tergiversadores extienden sus ideas y proposiciones aprovechándose de los nuevos altavoces mediáticos, sedientos de espectacularidad, amarillismo, polémica, escándalo, novedad y sensacionalismo. «Creo que debemos comprender de una vez que todas estas personas que aún niegan que existió el Holocausto no es por no haber consultado documentos concretos o por haber ignorado determinados hechos históricos», aclara a este periódico Deborah Lipstadt, que tuvo que afrontar un juicio por refutar y cuestionar a David Irving en uno de sus libros.
Antisemitismo
Según ella, los negacionistas se basan en otra idea más básica: para tener razón otros tienen que estar confundidos. La cuestión, entonces, es ¿quiénes son, según ellos, los que deben estar equivocados? «¿Los supervivientes? ¿Los testigos? ¿Los polacos que vivían en los pueblos y las ciudades cercanos a los campos de concentración que vieron cómo cada día iban trenes cargados de personas y regresaban vacíos? ¿Los asesinos que han reconocido “lo he hecho / lo hemos hecho”? Hay que subrayar que desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ninguno de estos criminales se ha atrevido a decir que no han cometido esta clase de actos», sentencia Lipstadt.
–¿Entonces?
–Los negacionistas, para creer que el Holocausto nunca ocurrió, tienen, primero, que ignorar millones de textos y de testimonios. Pero es que, además, lo segundo, tienen que pensar que los judíos fueron capaces de coordinar todas esas mentiras, conseguir que los aliados las apoyaran y las extendieran con documentación y, por supuesto, ocultar a millones de judíos. Voy más allá, mi punto de vista es que la negación del Holocausto no tiene nada que ver con un asunto de conocimiento de la historia. Es un asunto de antisemitismo.
–¿Y qué piensa del regreso del nacionalismo a Europa?
–Lo encuentro muy alarmante. Los populismos y los nacionalismos van contra todo lo que hemos aprendido desde la Segunda Guerra Mundial. Esto le divertirá mucho a Putin, pero realmente es muy inquietante. Creo que estos populismos y nacionalismos (Le Pen, Wilders, Trump, Erdogan) han dado alas a los extremismos y, entre ellos y en determinados casos, también al antisemitismo.
Lo interesante del juicio que ahora cuenta «Negación» es que lo inició David Irving, un reconocido revisionista, quien logró que Deborah Lipstadt, y también su casa editorial, Penguin, se sentaran en el banco de acusados por libelo. Él pretendía desacreditarla, adquirir reputación frente a sus colegas historiadores y conseguir una resolución que apoyaría sus tesis negacionistas. Vamos, ganar tres combates en un único round. El resultado no pudo ser peor para él: quedó absolutamente desautorizado como historiador ante la opinión pública y sus teorías ridiculizadas y desmontadas a lo largo de diversas sesiones. Lipstadt hoy recuerda esos primeros días, cuando se encontró con una citación y le obligaba a acudir a un juicio: «Yo nunca había estado envuelta en una demanda con anterioridad. Pero lo que más me costó de todo este proceso es que debía mantenerme en silencio y ceder el control del caso a otras personas (sus abogados)». El filme muestra el esfuerzo del equipo de letrados para que ella y los supervivientes de los campos de concentración nunca llegaran a declarar para evitar así que el proceso se convirtiera en un juicio sobre el Holocausto y desbaratar la demagogia barata de un hombre que llegó a ofrecer mil dólares si alguien le traía una orden firmada por Hitler ordenando el exterminio judío.
–Uno de los aspectos más interesantes de la película es cómo los medios de comunicación se prestan a recoger las palabras de Irving. ¿Qué papel juegan hoy?
–Los medios están siendo presionados por las personas que le he mencionado con anterioridad (Le Pen, Wilders...). La prensa tiene ahora un trabajo muy importante. Debe luchar contra las mentiras que se convierten bien en falsas noticias o en hechos alternativos y que son difundidas a través de los diferentes canales de comunicación.
–¿Teme que las futuras generaciones olviden el Holocausto?
–No creo que conozcan la verdad sobre el Holocausto y creo que, además, hasta pueden encontrarlo aburrido o irrelevante. Y esto es mucho peor que olvidarlo.
Una actriz con una carrera comprometida
No es la primera vez que Rachel Weisz se compromete con una película que refleja una injusticia (la más evidente es «El jardinero fiel», en la que compartía protagonismo con Ralph Fiennes, contra los abusos que comentía la industria farmaceútica en diversos países de África). En esta ocasión, la intérprete encarna a Deborah Lipstadt, una reputada historiadora que se encontró en el punto de mira de un negacionista que intentó acabar con su prestigio y con su trabajo. La propia Lipstadt reconoce a este diario lo urgente que es mantener todavía vivo el Holocausto y los acontecimientos que sucedieron a su alrededor. Y advierte: «Los negacionistas están aquí y lo están para quedarse. Los debemos tomar muy en serio».