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Película documental
Paul Naschy, la mayor fantasía de Jacinto Molina
En «Llámame Paul», Víctor Matellano rebusca en los orígenes del pionero del cine de terror en España, a quien reivindica

Los distribuidores alemanes de su primera película «La marca del hombre lobo», de la que fue guionista, insistieron en que cambiara su nombre, Jacinto Molina, porque sonaba «demasiado español», lo que supuestamente habría perjudicado las posibilidades de la cinta en taquilla en varios países extranjeros. Nació entonces Paul Naschy: «Paul es una contracción de Pablo VI y Naschy, una españolización del apellido de un levantador de pesas húngaro amigo suyo, Imre Nagy», explica el cineasta Víctor Matellano, que dirige la película documental «Llámame Paul», donde, desde una mirada restrospectiva y psicoanalítica, se analiza y se reivindica la trayectoria profesional de Jacinto Molina, aka Paul Naschy, el pionero del cine fantástico y de terror en España.
Esta anécdota del cambio de nombre es importante, más allá de dar origen a su denominación artística, porque explica la situación del cine fantástico en España en los años 60 y 70. Como cuenta Matellano «estas películas nacieron con una necesidad mimética para venderlas en el extranjero: tenía que parecer que estaban rodadas fuera de España, en Centroeuropa, y que sus actores eran forasteros». «En España entonces se negaba la posibilidad de lo fantástico, de lo extraordinario –prosigue el director del documental–: no podía haber un hombre-lobo asturiano pese a que en Asturias se hayan dado casos reales de licantropía, tal y como lo entiende la psicología».
«Esto ha cambiado, por supuesto –asegura el director de «Llámame Paul»–, especialmente a raíz de la irrupción de Álex de la Iglesia con películas como ‘El día de la bestia’, donde se muestra un cine de fantasía... diferente. Que hoy se haya revalorizado el cine de Jacinto se debe a que existen unas generaciones mucho más desprejuiciadas, que miran estas películas de otra manera: se divierten con una propuesta diferente, contextualizándolas de manera adecuada».
Sabemos cómo nació Paul Naschy –el hombre que hizo 14 veces de hombre lobo– y que detrás de la máscara estaba Jacinto Molina, un castizo madrileño, colchonero hasta la médula, que se tomaba muy en serio la fantasía. También sabemos que se fue en noviembre de 2009; lo que desconocemos es si se fue sintiéndose reconocido, si como se pregunta en la película «ha merecido la pena». Víctor Matellano, que fue amigo personal de Paul, revela que «al final sí se sintió reconocido, pero no al 100%. Sintió siempre el calor en el extranjero, no tanto en nuestro país. Desde su fallecimiento es mucho más reivindicado; aunque en el lecho de muerte le confesó ha su hijo Sergio–productor de la cinta– que sí, que había merecido la pena».
Reivindicar la autoría
Expone Víctor Matellano que los dos axiomas fundamentales de los partieron el coguionista Ángel Sala y él para construir el documental son el concepto de autoría y cómo nos marca el periodo de la infancia. Por un lado, «por qué no va a existir autoría en el cine fantástico cuando alguien está reinventando constantemente el género: eso de clasificar en cine de autor y comercial me parece antiquísimo», y, por otra parte, «lo que vivimos de los 7 a los 18 años nos marca muchísimo: Jacinto se crió viendo a Frankenstein y al hombre-lobo en la Universal; pero también tiene recuerdos de la posguerra: todo eso está en su cine».
Pero una constante en su cine, siempre, es la aparición de una protagonista bellísima, ¿sería hoy acusado de machismo? «Las películas son productos de cada momento. Pero él no era machista –asegura Matellano–: en sus películas la mujer es temida, tiene mucho poder y es la que resuelve los problemas».
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