"Quiero comerme tu páncreas": Y también tu corazón
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Dirección y guión: Shin’ichirô Ushijima, basado en la novela homónima de Yoru Sumino. Música: Hiroko Sebu. Japón, 2018. Duración: 108 minutos. Animación.
No es una película de miedo ni, mucho menos gore, aunque el título le pueda parecer ideal a Rob Zombie; todo lo contrario, créanme. La opera prima de Shin'ichirô Ushijima entronca con otros títulos recientes de la animación japonesa, como la hermosa «Your name» o «A Silent Voice», cine de adolescentes que recién despiertan a la edad adulta, al amor y todos sus calvarios, a las injusticias sociales, al sexo y, en el caso que nos ocupa, también a la concepción de la muerte, tan cerca de nuestras existencias aunque aún tengas acné. Un solitario estudiante de secundaria y obsesivo lector encuentra un diario durante una visita rutinaria al hospital, cuya dueña es una compañera de clase que describe en esas páginas la enfermedad pancreática terminal que padece. Pero la niña, aunque en ocasiones reconozca el miedo, sigue emocionándose frente a un parque de cerezos en flor, mientras lee «El Principito», cuando protagoniza una escapada que desemboca en una noche de borrachera inocente. Y continúa soñando un beso y se apasiona por el simple hecho de seguir viva aunque hable con esa soltura sobre el final. Él, sin embargo, querría ser invisible para que nadie supiera que está, de ahí la confusión que siente cuando la chica hace disparatados planes para los dos, siempre a corto plazo. Desde el punto de vista técnico, su animación parece algo tosca comparada con obras similares, pero el alma de la cinta destila tanta ingenuidad y dolor ante una despedida, tanto romanticismo «caníbal», que ya solo por eso no querríamos decirles adiós.
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