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«Como nuestros padres»: A la manera de «Casa de muñecas»

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Director: Lais Bodanzky. Guión: Lais Bodanzky y Luis Bolognesi. Intérpretes: María Ribeiro, Clarisse Abujamra, Paulo Vilhenam, Felipe Rocha. Brasil, 2017. Duración: 104 minutos. Drama.
Cuando Henrik Ibsen estrenó «Casa de muñecas», en 1879, el feminismo era un sueño por conquistar. Por eso el gesto de Nora Helmer al romper con la monarquía absoluta del matrimonio, pegando un portazo mientras huye en busca de su independencia, era de una radicalidad insólita. Resulta significativo que Rosa, la protagonista de «Como nuestros padres», sienta la necesidad de debutar como dramaturga escribiendo una secuela de la obra de Ibsen: tal vez en el siglo XXI aún haya demasiadas Noras que no han decidido vivir su vida al margen de lo que el heteropatriarcado les exige. Esto es: ser madres, trabajadoras, esposas y amas de casa perfectas sin despertar la suspicacia de sus maridos. Es interesante que los padres de Rosa no sean precisamente convencionales, y que, a pesar de su simpatía por la liberación sexual, la bohemia o la izquierda exquisita, contribuyan con su actitud a que su hija se sienta encarcelada por un rol de género escrito por las dinámicas del micro (y el macro) machismo. «Como nuestros padres» saca músculo cuando demuestra las contradicciones de sus personajes, desde las que animan a su protagonista, en tensión por la relación de amor-odio que tiene con su madre, como las que caracterizan a esta última, que, encadenando un cigarro tras otro, evoca su pasado activista y comprometido mientras no duda en defender a su yerno, el típico marido ausente. A veces da la impresión de que la película opta por un montaje seco, brusco, para sacarse personajes de encima que no sabe cómo desarrollar o para justificar sus cambios de humor, y tal vez parezca que no tiene cosas nuevas que decir sobre las prisiones de la mujer madura y urbana en la sociedad contemporánea, pero su gran acierto es hacer del personaje de Rosa y su entorno un ecosistema reconocible. A ello ayuda la calidez de la interpretación de Maria Ribeiro, de una enorme humanidad: hay en sus incertidumbres una convicción, unas ganas de dar un portazo, sopesado antes por encontrar una lógica en el impulso, que la convierte en una digna heredera de la heroína ibseniana.
LO MEJOR
Que los problemas de la protagonista para conciliar sus deseos y su rol de género no suenen a tópicos
LO PEOR
A veces el montaje parece ocultar cosas fundamentales para entender la evolución de los personajes

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