Estreno
Crítica de "La niña de la cabra": amigas para siempre ★★ 1/2
Dirección y guion: Ana Asensio. Intérpretes: Alessandra González, Juncal Fernández, Lorena López, Javier Pereira, Enrique Villén. Música: Marius Leftarache. España, 2024. Duración: 95 minutos. Drama.
En “La niña de la cabra” parecen convivir varias películas que a veces discuten entre sí: la elegía nostálgica, que evoca la España de los ochenta buscando una suerte de poética del barrio periférico, con los ojos bien abiertos ante los atentados de ETA y el famoso secuestro de Alejandro Revilla; el retrato neorrealista sobre los apuros económicos de las clases obreras; el relato de iniciación de una niña en la edad adulta, a partir del descubrimiento de la pérdida y el duelo por un ser querido; y la fantasía de aventuras infantiles, un poco a lo “Petite Maman”, entre la protagonista y una niña gitana.
Tal vez son demasiadas cosas para un solo filme, y aunque Ana Asensio se agarre escrupulosamente al punto de vista de Elena (Alessandra González) como factor cohesionador, el resultado se resiente de una cierta dispersión, en la que los temas del racismo, el acoso escolar y la represión religiosa también se atreven a asomar el morro. El segundo tramo de la película, en el que Asensio, que parte aquí de material parcialmente autobiográfico, se dedica a filmar las correrías de Elena y Serezade en descampados y bosques polvorientos, entre arbustos y cabinas telefónicas rotas, es el más satisfactorio. Como dos heroínas de un castizo e imposible Studio Ghibli, y con la presencia de una cabra que significa cosas opuestas para ambas (para una lo diabólico, para la otra lo sagrado), vivirán una experiencia sin otro objetivo que el de estar juntas, el de compartir un rito de paso para morder la manzana de la madurez.
Lo mejor:
La segunda parte del filme tiene algo un encanto singular.
Lo peor:
Todas las películas que alberga no acaban de cuajar en un conjunto coherente.