
Estreno
Crítica de "Peter Pan: pesadilla en Nunca Jamás": el asesino de la eterna juventud ★
Dirección: Scott Chambers. Guion: Scott Chambers, Rhys Frake-Waterfield. Intérpretes: Megan Placito, Martin Portlock, Kit Green, Peter DeSouza-Feighoney. Estados Unidos, 2025. Duración: 89 minutos. Terror.

Aquellos que no estén familiarizados con el imaginario del Poohniverse tal vez pensarán que se trata de un ‘spoof’ de “Terrifier”, aunque la cosa no tiene la más mínima gracia. El plan es sacarle las vísceras a las criaturas celestiales de los cuentos infantiles clásicos, darle la vuelta a su presunta inocencia como quien dobla un calcetín, columpiarse en su dimensión más psicoanalíticamente macabra, algo así como invocar a Vladimir Propp o Bruno Bettelheim en nombre del nuevo ‘slasher’ viral. La operación salió bien, por partida doble, con Winnie the Pooh, y ahora le toca el turno a este Peter Pan (en la cola esperan, Dios nos asista, Pinocho y Bambi) convertido en secuestrador de niños, convencido de que con él sus víctimas viajarán hasta los confines del País de Nunca Jamás para no regresar si no es con la piel hecha jirones. No hay mucho más que decir, solo que ahora Peter Pan es un adulto (lo que pervierte por completo la relectura del cuento), y su aparición en escena le debe tanto al “It” de Andy Muschietti como al Art the Clown de “Terrifier”.
La atmósfera de la película intenta emular los ambientes enfermizos del filme de Damien Leone, pero sus acabados tienen más en común con las antiguas baratijas que se editaban directamente en vídeo que con el sadismo ‘underground’ de la saga “Terrifier”. Suponemos que el director disfrutó de lo lindo buscándole un papel a Wendy (aquí la hermana del secuestrado, que se viste de detective para redimir su sentimiento de culpa) o a Campanilla (en la dudosa, caprichosa queerización del personaje), aunque el principal problema de “Peter Pan: Pesadilla en Nunca Jamás” es su radical falta de sentido del humor.
No hay ninguna distancia sobre la decodificación aberrante del personaje, no hay guiños en las dobles lecturas (que se reducen a entender la obra de Barrie como el sueño húmedo de un pedófilo, algo así como la versión masculina de “Alicia”), solo un puñado de asesinatos brutales, ejecutados sin ningún sentido de la atmósfera ni del clímax, mal rodados y peor iluminados. Tal vez destaca la caracterización de Martin Portlock como un Peter Pan hediento, marcado por las cicatrices de un tiempo que sus fantasías de eternidad le gustarían haber olvidado.
Lo mejor:
Ver a Peter Pan como un It de segunda mano o, en el prólogo, imaginarlo como uno de los posesos del sótano de “Posesión infernal”.
Lo peor:
Que el futuro del Poohniverse amenace con sacar a pasear a Bambi y a Pinocho.
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