Cuando la criada Poncia es un barítono
El Teatro de la Zarzuela estrena el sábado la primera ópera de cámara basada en «La casa de Bernarda Alba», de Lorca, compuesta por Miquel Ortega
El Teatro de la Zarzuela estrena el sábado la primera ópera de cámara basada en «La casa de Bernarda Alba», de Lorca, compuesta por Miquel Ortega.
Una casa vieja, comida por los años, con telarañas de secretos que tejen su red tupida. Las hijas se arraciman al calor gélido de una madre a la que le asaltan los fantasmas. Este universo tan oscuro, tan ennegrecido, se hace por primera vez ópera de cámara y se estrenará el sábado en la Zarzuela. Cuando Daniel Bianco, su director, lo presentó meses atrás, destacó el título como uno de los más innovadores de la temporada. Nueve mujeres atrapadas en un pueblo mísero, Valderrubio, en la sierra de Granada. En un caserón con algún desconchón en la pared y que entre sus paredes, como asegura el escenógrafo Ezio Frigerio, hay mucho de manicomio y cárcel . Y ellas de negro, de riguroso negro, como cucarachas siempre. El pelo recogido por si asoma la tentación.
A lo largo de 8 funciones –hasta el 22 de noviembre– el amor de Adela por Pepe el Romano volverá a recitarse y a desgarrar bajo la batuta de Miquel Ortega, el artífice de este trabajo, que se estrenó como ópera sinfónica primero en Rumanía en diciembre de 2007 y después en España y que ahora llega convertida en un trabajo camerístico con «sonidos descarnados», como los gritos de Bernarda que atruenan, con la garganta rasgada de tanto silencio.
Plantar cara a Bernarda
Ocho mujeres y un hombre, porque en esta versión Poncia, la criada, tiene la voz del barítono Luis Cansino, decisión que el director de la Zarzuela, Daniel Bianco, justifica así: «Me parecía que como era la única persona que se enfrenta a Bernarda tenía que ser una mujer y así es cuando aparece en escena, aunque la garganta sea la de un hombre. Es la única que se atreve a cantarle las verdades a Bernarda Alba». Eso era lo que pretendía el director, que se notara ese cambio de registro, de ahí el haber elegido un barítono, asegura. Existe cierta tradición en que el papel de Bernarda lo pueda interpretar un hombre, pero cuando me propuso Bianco que fuese Poncia casi me gustó más. Y él se ha adaptado a la tesitura, no ha habido que cambiar salvo un par de notas. Hace el 95 por ciento de lo que está escrito», comenta. El reparto lo completan Nancy Fabiola Herrera (Bernarda, que también estará presente en la cartelera en el documental «El amor y la muerte», de Arantxa Aguirre), Carmen Romeu (Adela), Carlos García (Martirio), Marifé Nogales (Amelia), Belén Elvira (Magdalena), Berna Perles (Angustias), Milagros Martín (la otra criada) y Julieta Serrano, reciente Premio Nacional de Teatro, y que es la anciana madre de Bernarda, María Josefa. Ella es la única que no canta y que ayer confesaba «tener un miedo espantoso», al tiempo que agradecía que «a mi edad me llegue un papel de estas características». Y es que la primera vez que interpretó a Lorca en un escenario fue en 1964. Un tema tan desgraciadamente candente como el de la violencia hacia la mujer sube a escena. «Es un drama muy intenso. Y lo hacemos sin pausas, una hora y cuarenta minutos del tirón», desvela Ortega, para quien Lorca le sirvió este turbio drama en bandeja: «Desde siempre me ha subyugado. Y ponerlo en escena en versión de cámara es cumplir un sueño». Como que se vaya renovando el repertorio «que se tiene que ver. Y este teatro ahora está siguiendo esa filosofía», añade el compositor.