Guerra en la academia de cine
Antonio Resines deja su cargo de presidente al tener a la Junta Directiva en contra y asegura que no hay «ninguna posibilidad» de que se vuelva a presentar.
Antonio Resines deja su cargo de presidente al tener a la Junta Directiva en contra y asegura que no hay «ninguna posibilidad» de que se vuelva a presentar.
Antonio Resines anunció ayer por sorpresa su dimisión como presidente de la Academia de Cine. Ha durado en el cargo menos de un año y llueve sobre mojado en una institución que lleva 14 presidentes en 30 años, más que entrenadores el Real Madrid, que ya es decir. Resines (Torrelavega, 1954) no disimuló como su predecesor, Enrique González Macho, que adujo «razones personales»: él abandona por «serias discrepancias con parte de la Junta Directiva que han imposibilitado en los últimos meses el trabajo diario de la terna presidencial en la institución», según anunciaba en un comunicado.
El actor había accedido al cargo como el único candidato tras la salida de González Macho, por lo que no precisó de elecciones para ser presidente. Su candidatura estaba compuesta por una terna que formaba con Gracia Querejeta (que dimitió a los tres meses de su nombramiento por «incompatibilidad del cargo con otros proyectos») y el otro vicepresidente, Edmon Roch, que renunció ayer también «de forma irrevocable». En el fondo de las discrepancias está el funcionamiento interno de la Academia, cuyo órgano supremo es la Asamblea General, que nombra a los miembros de las Comisiones de Especialidad, y a la Presidencia, cuyo mandato es de tres años. A la Junta Directiva, que es el órgano de gobierno, le corresponde fijar fecha y convocar elecciones para renovar los cargos. Las complicaciones llegan por su composición: la forman un presidente, dos vicepresidentes, un secretario y dos vocales por cada comisión de especialidad, que ascienden a 14: producción, guión, dirección, interpretación, fotografía, dirección artística, diseño de vestuario, maquillaje y peluquería, música, montaje, efectos especiales, animación, sonido y dirección de producción. Estos vocales son independientes del presidente y, de oponerse a sus propuestas, pueden paralizarlas. Esa ha sido la situación en los últimos tiempos.
«No perder el tiempo»
Resines abundó en estas razones en declaraciones a Europa Press, en las que precisó que no se trata de que el presidente de la Academia posea «más poder, sino más operatividad» para poder resolver cuestiones del funcionamiento diario de la institución. «Tener en contra a parte de la junta te deja un margen de maniobra muy pequeño», dijo. El origen de las discrepancias, unas «cuestiones internas» relacionadas con la elección del Director General de la Academia, que enfrenta a dos sectores de la Junta Directiva. «No merece la pena perder tiempo, dinero y esfuerzos para no conseguir nada –dijo el actor–. Para eso, que cada uno se dedique a su profesión», zanjó.
Una de las principales funciones de la Academia de Cine es la organización de la gala anual de los premios Goya, fuente inagotable de polémicas y de tensiones internas relacionadas, por ejemplo, con la creación de una agrupación de interés económico (AIE), un tema sobre el que admite que ha habido «desencuentros», especialmente tras varias «noticias extrañas» que hablaban de una privatización de los galardonados. En su balance también consta la creación de una fundación para sacar adelante proyectos que la Academia no puede afrontar, en la que pueden entrar patronos y aportar fondos que desgravan y que, según ha indicado, estará operativa «dentro de poco».
«Ha sido un honor –añade Resines–. En todo momento, nuestra intención ha sido desempeñar nuestras funciones de la mejor forma posible y siempre en beneficio del sector al que representamos. Hemos emprendido nuevos proyectos, algunos aún en desarrollo, que esperamos terminen fructificando para bien de la Academia». Preguntado por la posibilidad de volver a presentarse, el protagonista de «La buena estrella» dijo que «no hay ninguna».