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Opinión

Ernest Urtasun, el ministro «woke»

Quizá no lo sepa, pero defender los derechos de autor y promocionar a los creadores es lo propio. Una cosa muy diferente es aplicar un criterio ideológico al arte o a los productos culturales

Ernest Urtasun
MADRID.-Urtasun, ante un posible traslado del Guernica al País Vasco: "Sé que es una reivindicación histórica"Europa Press

Urtasun es ideal para mostrar en una clase universitaria cómo funciona un político «woke», uno de esos que repiten el posmodernismo deconstructivo y esa moda de la cancelación para hacer «justicia social». Es perfecto para ilustrar la aplicación irracional de la ideología a la gobernanza, y el empeño del ingeniero social que, como indicó Karl Popper, acaba siempre en menos libertad y pluralismo. Tras citar los tópicos de todo responsable nacional, autonómico y municipal sobre la promoción cultural, Urtasun soltó en su discurso la bilis posmoderna. Quizá no lo sepa, pero defender los derechos de autor y promocionar a los creadores es lo propio. Una cosa muy diferente es aplicar un criterio ideológico al arte o a los productos culturales, y hacerlo desde la desinformación o la malversación del conocimiento. Su plan es meter mano en los museos nacionales, en especial en el de Antropología y América, para «superar el marco colonial». Como muestra de la mentalidad de ministro «woke» en este aspecto cabe citar su equiparación del genocidio de Leopoldo II en el Congo con la presencia española en el continente americano.

El objetivo, dijo Urtasun, es «visibilizar y reconocer la perspectiva» de las comunidades indígenas. Con «perspectiva» se refiere al discurso victimista y falso sobre la destrucción del paraíso protocomunista precolombino, lo que nunca existió. La realidad es que era un continente inmerso en guerras civiles y étnicas que hubieran sepultado la cultura de los pueblos más débiles. Poco importa que su historia se hubiera perdido si no llega a ser por los españoles que llegaron a América y que recogieron por escrito sus lenguas, religión y tradiciones. Es preciso recordar que en el imperio inca, el más extenso antes de 1492, no se conocía la escritura. ¿Cuánto se perdió antes del Descubrimiento? Sin aquellos españoles de los siglos XV y XVI no se podría «visibilizar» hoy esa cultura en su esplendor. Creo que esto, la ciencia y la verdad, van a dar igual al equipo de Urtasun, y todo lo que no sea la exaltación del indigenismo será censurado por su ministerio.

El resto del proyecto es la lucha cultural contra la derecha, lo que llamó «conservadores y ultraconservadores». El uso de ese concepto es paradójico en un ministerio, el de Cultura, que se basa en la conservación del arte y las letras desde los primeros vestigios humanos a los últimos. ¿Qué mejor que un conservador para defender el valor de la tradición artística sin perjuicio de lo bueno que se haga en la actualidad? Es evidente que el ministro «woke» considera el pasado como una losa, salvo el indigenista, y es partidario de transformar lo cultural en político.

No lo pudo evitar, ni quiso, y Urtasun acabó confesando que su ministerio será una plataforma de combate a las autonomías y municipios gobernados por el PP y Vox. No solo recreó el artificio de que la izquierda es sinónimo de cultura y la derecha de barbarie, sino que prometió combatir los «relatos excluyentes», de «veto» y «odio» que proceden de los «conservadores». Bueno, bien. Pero no dijo nada de los que proceden de la izquierda ni de los nacionalistas. Hasta ahí podíamos llegar. Lo cierto es que Urtasun dará de qué hablar, aunque sea con tonterías, porque Sumar lo necesita para remontar en las encuestas.