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Ernesto Ventós: «Percibo por el olor si una persona es de fiar o no»

Conocido como Nasevo, su nombre artístico, o «el hombre nariz», nos recuerda que la vida huele hasta el punto de alumbrar un arte olfativo
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Conocido como Nasevo, su nombre artístico, o «el hombre nariz», nos recuerda que la vida huele hasta el punto de alumbrar un arte olfativo.
Cuando hace más de veinte años leí «El perfume», la fabulosa novela del escritor alemán Patrick Süskind, me atrapó el «evanescente mundo de los olores», en el que ni siquiera había reparado. Más allá de la espléndida descripción del París de 1738 y del puesto de pescado entre cuyos desechos nacía el protagonista, Jean-Baptiste Grenouille, a quien su madre intentaba dejar morir, como a sus anteriores hijos, hasta que su llanto alertaba de su presencia haciendo que la mujer fuera colgada por infanticidio, los olores lo invadían todo. Empezando por el del propio Grenouille, al que las nodrizas rechazaban porque «no huele como tienen que oler los bebés». Imposible no recordar ese universo de olores ante la poderosa nariz de Ernesto Ventós, un hombre perteneciente a una saga familiar con enorme vinculación al mundo de las esencias, reconocido creador de fragancias, académico de mérito de la Academia del Perfume, apasionado coleccionista de obras de arte muy particulares, relacionadas con el mundo de los olores, y, además, artista. Ni tampoco dejar de preguntarme si es tan determinante el olor de las personas. «Cuando yo era joven – me cuenta Ventós– y jugaba al hockey, sabía cuál sería el jugador problemático por el olor. De alguna manera, sudaba más o distinto. A veces, si alguien es simpático huele bien y si no lo es huele mal. Y el mismo perfume huele diferente en cada persona. Yo percibo por el olor si es o no de fiar».
Está claro que Ventós, tal vez porque es sordo, advierte el olor de otra manera. «En realidad, los olores son distintos para cada uno. Para mí los barrios de Barcelona a veces huelen a surrealismo, o a cubismo o a arte abstracto; sin embargo, lo clásico no huele. Los olores del barrio son los de nuestras experiencias y costumbres. Se supone que yo, al perder un sentido, desarrollé más otro. Pero, además, nací en el seno de una familia dedicada a las esencias y en el barrio de Sans, donde había bidones de esencias. Así que nací con los olores a mi alrededor».
Olores de vida, con capacidad para impregnar los recuerdos. «A mí cada instante me huele a algo distinto: al tiempo en el que vivía con mis hermanos pequeños, a cuando corríamos por el campo, a la tisana de la abuela... Más que a una cosa concreta, la memoria olfativa corresponde a momentos vividos». Es curioso cómo los olores que a unos les son más gratos a otros les provocan rechazo. «Pues sí. A mí el olor que más me gusta es el del estiércol de la montaña. Es un olor muy especial que me recuerda momentos muy felices. Los olores tienen que ver con muchas cosas, pero no porque vayan encerrados en lujosos frascos han de ser buenos».
Un extenso bagaje
Lo dice un maestro perfumista, con talento testado en sus creaciones, pero también un artista apasionado por el arte olfativo, Nasevo. «Nasevo es mi nombre artístico. Nas (nariz en catalán) y mis iniciales (Ernesto Ventós Omedes). Todo el mundo me de-
cía que no había nadie que haga narices y yo, a través de mi bagaje como coleccionista y artista de perfumes, me decidí a empezar. Primero lo hice debajo de casa, luego en un estudio y ahora tengo una nave en la Colonia Güell». Todo fue progresivo en él. Primero fue «hombre nariz», químico, perfumista, luego coleccionista, pero le faltaba la rama del arte más allá de la creación de las esencias. «A raíz de una exposición en la Fundación Miró en 1979, cuando me pidieron una serie de esencias para la exposición “Sugestiones olfativas”, empecé a concebir una colección relacionada con los olores. A partir de entonces comencé a coleccionar obras de arte relacionadas con el olfato, hasta que, en 2002, empecé a hacer mis propias obras de arte en forma de nariz».
Así nació Nasevo y su ilusión de expresar y comunicar a los niños que aprendan a oler a través del arte, tras el que se encuentra Ernesto, un hombre con dos talentos relacionados: «Mi capacidad de percepción se mueve entre el ser perfumista y la sensibilidad artística. Es la suma de todo. Son vasos comunicantes. El perfumista no se entiende sin el coleccionista y artista y viceversa». Me interesa saber si son muchas las obras de arte relacionadas con el mundo del perfume. «No existen obras relacionadas directamente con el perfume. En mi caso y en mi colección soy yo quien encuentra las obras y las relaciona con el perfume porque me sugieren alguna memoria olfativa. Difícilmente se hace una obra pensando en un perfume o en un olor. Hay casos en los que ocurre, pero de natural no existe».