Espido Freire, la nueva zarina del Premio Azorín
La escritora gana el prestigioso galardón en el cincuenta aniversario de la muerte del escritor, con «Llamadme Alejandra», una novela sobre. la dura vida de la Romanov.
La escritora gana el prestigioso galardón en el cincuenta aniversario de la muerte del escritor, con «Llamadme Alejandra», una novela sobre la dura vida de la Romanov.
En 1994 el premio Azorín echó a andar. Homenajeaba a una de las grandes figuras de la Generación del 98, un hombre fascinado por la literatura desde temprano, nacido en Monóvar en 1873 y fallecido en Madrid a los 94 años, fecha de la que ayer se cumplieron exactamente cinco décadas. Novelista, periodista, ensayista, crítico literario, traductor, viajero, asiduo de la fiesta de los toros y pionero de la afición a la crítica del cine, tomó su seudónimo de un personaje de uno de sus relatos y lo convirtió en el que sería su nombre a partir de 1904. La noche de ayer, por tanto, resultaba especial y lo fue sobre todo para una mujer.
Bajo el seudónimo de Dolores Fernández de Seoane se ocultaba Espido Freire, que se alzó con el triunfo con «Llamadme Alejandra». Nació en 1974 en Bilbao y tras estudiar música y canto publicó su primera novela en 1989, «Irlanda». Un año después obtuvo el Premio Planeta con «Melocotones helados». Le llegaba el galardón a muy temprana edad y se convertía así en la escritora más joven en obtenerlo. Ahora ha vuelto a hacer pleno con una novela que cuenta cómo fue la vida de la última zarina, Alejandra Románova, que según confesó ayer la autora se había convertido en una «obsesión porque era una mujer que lo tenía todo para ser feliz, pero nunca lo fue. Era rica, noble y guapa pero vivió constantemente luchando contra la muerte y la enfermedad. Además era odiada por su pueblo, que siempre la consideró una extranjera». Su timidez, que disimulaba tras un caracter de extrema frialdad y su manera de ser distante la alejaron totalmente de la corte. La ansiedad por dar al imperio un heredero culminó cuando nació Alexei y se descubrió que padecía la terrible hemofilia. A partir de ese momento su vida daría un giro copernicano. Necesitada como estaba de consuelo se entregó al pérfido y maquinador Rasputin, considerado por ella como un enviado de Dios. Él se coló en las estancias del palacio de Tsarkoye Seló donde poco a poco fue ganando influencia y poder.
Sola y odiada
La escritora subió al escenario para reconocer que el galardón es «un honor» y tuvo un recuerdo para Alicante, ciudad que describió como «generosa», que siempre le ha tratado bien, donde ha sido «feliz» y a la que no le unen lazos de sangre, pero sí «emocionales». «Mi novela habla de una mujer que no es desconocida, de la última zarina. Constantemente estuvo luchando contra la muerte y la soledad, fue odiada por su pueblo, y se empleó en una lucha imposible, salvar a su hijo menor», aseguró la autora para describir su historia y la comparó con María Antonieta, en el sentido de que «no pudo estar a la altura» de lo que se esperaba de ella desde el momento en que decidió abandonar su Alemania natal para casarse con el que, a la postre, resultaría el último zar de Rusia, Nicolás II. La lucha de la protagonista de su novela recuerda también, tal y como reconoció, a acometida hoy por los escritores, que combaten contra factores como la crisis económica o la precariedad laboral. La directora de Editorial Planeta, Belén López, reconoció que el nivel de esta edición ha sido «muy alto», con novelas «con oficio, preocupación por la lengua y una gran madurez». Aun así, reseñó que la novela ganadora consiguió arrebatarles el corazón manteniendo el «pulso narrativo» de la Rusia de los Romanov, pero también su vida personal.
La gala concluyó con una potente representación de «O fortuna» de Carmina Burana, interpretada por la Fura del Baus y la orquesta del ADDA, que había dado inicio a la ceremonia al ritmo de la «Obertura Festiva» de Shostakovich en esta XXIV edición de los galardones promovidos por Editorial Planeta y la Diputación de Alicante. Tras la música llegó la historia de Calisto y Melibea y la de muchos otros clásicos novelescos, que sirvieron de introducción a la figura del que da nombre al certamen, José Augusto Trinidad Martínez Ruíz, más conocido como Azorín. Juan Echanove recitó a «Hamlet» de Shakespeare, interpretación que le valió una gran ovación. La periodista María José García le tomó el relevó para recordar la prosa del maestro de la Generación del 98 con su «Doña Inés», envuelta por un lúgubre montaje audiovisual, la delicadeza del baile de una de las intérpretes de la Fura dels Baus y una vez más, la música del orfeón. Las palabras del presidente de la diputación de Alicante, César Sánchez, sirvieron de antesala al fallo del jurado. Este calificó la gala como «grandiosa, expresiva, escénica» y como un «homenaje a la cultura y la literatura» y señaló haberla vivido con «intensidad en plena y intima concordancia» con todo lo que rodeó la tarde. Asimismo, anunció que en el «gran Año Azorín» de Alicante se celebrarán «eventos por toda la provincia para poner en valor la figura de literato».