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Eva Hache: «En el amor se finge, como en el sexo»

Da vida a Ana en «Los vecinos de arriba», que estará hasta el 4 de junio en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Y aspira a llevarse un día un Goya como actriz.
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Da vida a Ana en «Los vecinos de arriba», que estará hasta el 4 de junio en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Y aspira a llevarse un día un Goya como actriz.
Humor se escribe con Hache, el apellido mudo de la mujer que soporta los ruidos en «Los vecinos de arriba», una comedia que reflexiona sobre la vida en pareja y la sexualidad. Un revolcón emocional que demuestra que «hay tantos tipos de relaciones como personas, que nunca es tarde para decidir si se debe luchar y que hay que tomar decisiones», asegura. La obra estará hasta el 4 de junio en el Teatro Bellas Artes de Madrid.
–¿Qué tiene la vida en pareja de comedia?
–Mucho, aunque depende. Personalmente, incluso cuando me pasa algo tremendo pienso en el tono cómico para contarlo. Es muy importante no tomarse las cosas tan en serio. Debemos hacer el esfuerzo de desdramatizar. No hay nada que sea un asunto de vida o muerte, excepto la vida y la muerte.
–¿Y de tragedia?
–Pues también, porque nos han vendido durante muchos años la idea de la pareja perfecta. Hay que luchar por lo que uno quiere, sin empecinarse en continuar con lo que nos hace daño. En aras del amor eterno a veces la gente prefiere seguir sufriendo a la inquietante idea de afrontar una separación.
–¿Quién es el mayor enemigo de las relaciones?
–El aburrimiento. Las parejas son como un cuerpo de dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas. Hay que conservar la individualidad de cada uno, no anularse y no caer en rutinas. Al final, una pareja es como una planta que debe regarse.
–¿En el amor hay apariencia?
–Creo que sí. Y podemos verlo en las redes sociales, donde se suben fotos con el deseo de que todo sea precioso. Eso nos puede hacer mucho daño.
–¿Se finge?
–Supongo, como en el sexo.
–¿Pueden los vecinos de arriba echar abajo una relación?
–Sí. Sobre todo cuando los materiales de construcción son cada vez de menor calidad.
–Pero a veces las avivan.
–En la función vemos cómo gracias a la comparación tan odiosa que hay entre las dos parejas la de abajo se plantea tantas cosas que es probable que se arreglen.
–¿La envidia es cochina?
–Muy cochina.
–Si sus vecinos de arriba hicieran ruidos, ¿qué haría?
–Si me molestaran en mi vida diaria lo hablaría con naturalidad. Tiendo a solucionar los conflictos de manera tranquila, antes de que se enquisten.
–¿Y si los ruidos fueran gemidos?
–También. No me daría vergüenza hablar de sexo con mis vecinos.
–¿A usted qué le hace gracia?
–Prácticamente todo. No sé si es porque tengo cierta bipolaridad o porque llevo muchos años viendo mi trabajo desde fuera para mejorar, pero si veo una crítica o una broma sobre mí tiendo a no ofenderme.
–¿Y los chistes?
–Me gustan mucho.
–Cuénteme uno corto, ande.
–Van dos por la carretera y ven un cartel que pone: Aceros inoxidables. Y le dice uno al otro: ¿qué, nos hacemos?
–¿Prefiere hacer reír o que le hagan reír?
–Las dos cosas, casi por igual.
–¿Todo lo ve en clave de humor?
–No, pero sí que le doy un tinte de por si acaso.
–¿Qué tiene su vida de monólogo?
–Los monólogos son la vida contada.
–¿Cómo se inspira para prepararlos?
–Cualquiera que tenga tiempo para sentarse en una terraza y estar horas observando se daría cuenta de lo cómico que es el ser humano visto desde fuera.
–¿Es fácil ser monologuista?
–Cada vez hay más, el registro se va asentando con mucha calidad. Pero no es un oficio sencillo. No creo que el cómico deba autocensurarse para sobrevivir, aunque pienso que hay que ser cuidadoso y generoso. La provocación también es buena, pero como las cosquillas, que si te pasas no dan risa. En el humor vale todo. En la dosis está el veneno.
–¿En Twitter hay humor?
–Desde luego. Pero también hay mucha ofensa.
–¿Y en el humor puede haber delito?
–Ahora vemos que sí. Eso depende de las leyes.
–Reconocerá usted que el humor, a veces, tiene mal gusto.
–Por supuesto. Lo bueno es que en el humor las respuestas son muy rápidas. Hay risas o no. Y eso es lo que debe marcar el límite. La vida, como el humor, es ensayo y error.
–¿España es más cómica que trágica?
–Es muy tragicómica.
–¿Cuál es su mayor talento?
–Ser tenaz con las cosas que quiero.
–Tras presentar su gala durante dos años, ¿conoce a Goya?
–Perfectamente (risas). Nos llevamos bien y mal a partes iguales. Ojalá me dieran la estatuilla algún año porque significaría que he hecho una carrera nueva, de actriz de cine. Y eso me encantaría, tengo ganas.