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Fernando Artacho: «Blas de Lezo era un héroe desde niño»

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Rinde homenaje a una de las figuras más olvidadas de la Historia de España, Blas de Lezo, en su novela «El almirante Mediohombre».
En 1741 Blas de Lezo derrotó a las tropas del inglés Vernon, evitando que los británicos tomaran Cartagena. No obstante, pocos españoles conocen al personaje y sus méritos. Un ejemplo más de que en este país es más fácil caer en el olvido que ser recordado.
–En 2014 se inauguró en la Plaza de Colón de Madrid una estatua a Blas de Lezo, ¿se ha cumplido así con él?
–Es una figura que hace mucho tiempo tenía que haberse reconocido. Es uno de los personajes que se deben tener en cuenta, uno de los militares y hombres de la Historia de España desconocidos, pero como Blas de Lezo hay otros muchos en distintos campos: cine, literatura, religión, filosofía... La hazaña de Blas de Lezo es que era un héroe desde que era niño, cuando con 16 años pierde la pierna en la batalla de Vélez Málaga. Además, le tuvieron que amputar la pierna un cuarto por encima de la herida porque en aquella época cuando un artefacto te alcanzaba, para que no te afectara te cortaban la carne que había sobre el hueso. Además, se había acabado la anestesia por las numerosas bajas, y este adolescente aguantó que le cortaran la pierna con un bisturí. Tal era su valor que su persona llega a la Corte pero él rechaza ser una personalidad de corte porque prefería servir en lugares más peligrosos, en batallas.
–Blas de Lezo luchaba por Dios y por su monarca, Felipe V. Cómo han cambiado los tiempos.
–El Trono y el Altar, como se decía. Recuerdo a mi abuela decir que su padre y su marido habían ido a servir al Rey, igual que mi padre cuando se fue a la mili. Desde chico lo he vivido. Ahora el mundo es más incómodo pero más avanzado en técnica, el nivel de vida es más alto pero la calidad más baja. La gente vive pendiente del reloj y la tecnología es esclava de todo eso. Hay que pararse a pensar cómo hubo un hombre como Blas de Lezo que dio su vida por sus ideales, y ahora no los hay.
–La última palabra de la novela es envidia, ¿pensaba en algo en concreto?
–Siempre he dicho que en España el deporte nacional es la envidia. Si vas a mi tierra, Sevilla llega al virtuosismo, a la fama, a las malas lenguas. Machado escribió «Sevilla sin sevillanos» y Lorca decía «Sevilla es una torre de arqueros finos». En el caso del Mediohombre la envidia ha marcado mucho. Gracias a él se mantiene el Imperio, aunque algunos historiadores lo nieguen. No se puede hacer historia ficción. La mayor parte de los historiadores opinamos que si Vernon toma Cartagena y con ello toma la colonia de americanos las puertas del Imperio español estaban tomadas. De todas formas hay que tener en cuenta que este libro no es ni un libro de Historia ni una historia novelada, sino una novela histórica. Yo he cogido el personaje de Blas de Lezo y su biografía desde que nace hasta que muere, las batallas, los hechos, todo lo que es incontrovertible e indiscutible de su vida. Entonces luego cogí y creé personajes propios de la creación literaria del novelista.
–Parece que conoce muy bien la sociedad sevillana de aquella época (siglo XVIII).
–Perfectamente. Era muy barroca, y en parte sigue siendo así, lo vemos en la Semana Santa. Hay sesenta hermandades que van todas con sus insignias, esculturas, tallas, que quizá se han hecho hace dos años y es puro barroco.
–Hay quien dice que la sociedad andaluza es la más estancada.
–En los ambientes altos es la más cerrada y culturalmente puede ser la más estancada. Como hay un nivel tan bajo en las universidades y en los colegios dime tú qué se les puede pedir a los niños de hoy en día. Yo tuve que pasar cinco años canutos de estudio y resulta que ahora te sacas la carrera en tres y, además, te dan un título más. Y con cuatro o cinco años ya eres médico, es un disparate, ¿en manos de quién estamos? Con los errores de un abogado vas a la cárcel, pero con los de un médico directamente vas al cementerio. En definitiva, el nivel cultural que tiene España y también Andalucía ha decaído muchísimo.
–Blas de Lezo era militar, ¿puede que su olvido se deba a que hoy no se le tiene mucho aprecio a los militares?
–En ese plan vamos a pasar 200 años. No se puede hacer presentismo histórico y analizar con la mente de un militar de los años 20 lo que pasa por la cabeza de un soldado actual. Lo peor de un país es cuando quiere reescribir su historia, si lo hace todos los días se la estará inventando. Por ejemplo, una Ley de Memoria Histórica es un disparate porque la memoria de cada uno es personal.

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