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Fran Perea: «Soy un tío afortunado, me siento muy querido»

El cantante y actor repasa su trayectoria, desde su participación en la serie de televisión «Los Serrano» hasta los últimos proyectos que baraja y su manera de afrontar la música ahora que la industria ha cambiado tanto
Fran Perea
Fran PereaAlberto R Roldán

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Quién nos lo iba a decir: uno más uno no eran siete, sino veinte. Veinte son los años que han pasado desde aquel fenómeno, éxito rotundísimo, de «Los Serrano». Veinte de tararear la sintonía que todos nos sabíamos (y nos seguimos sabiendo), de andar enamoradas de Fran Perea, de discutir sobre aquel final. Que veinte años no es nada ya nos lo cantó Gardel y ahora nos canta Perea que no, que veinte son, más que nada, uno más uno e igual a siete. Y no le podemos decir que no es así. Por eso se alía con Víctor Elías, el que fuera su compañero de reparto y gran amigo, para reunir y reinventar algunos de sus grandes éxitos de entonces, que son hoy más nuestros que suyos, casi himnos generacionales, y los reinterpreta con grandes colaboraciones (La oreja de Van Gogh, David Otero, Ana Guerra, Despistaos) en un trabajo singular que no deja indiferente. Uno en el que se encuentra totalmente volcado, que le tiene ilusionado y emocionado, y con el que realiza un repaso festivo a una carrera, la suya, que es casi banda sonora de nuestra juventud. Con él estará en Barcelona el 18 de mayo, donde las entradas están ya agotadas, para recalar más tarde, el 2 de junio, en Málaga y el 3 en Toledo. «Es un proyecto muy bonito», explica orgulloso, «pero también muy humilde. Somos nosotros, no tenemos a ninguna gran compañía detrás, ninguna multinacional. Esto también nos ha permitido hacer exactamente lo que queríamos hacer. Es algo que nos apetecía mucho y que nos hace mucha ilusión».
«Soy muy afortunado de poder desarrollarme en muchas facetas creativas»Fran Perea
Como ilusionante también para todos ellos (y para los que veíamos «Los Serrano», no lo negaremos) ha sido el reencuentro de la gran familia de Los Serrano al completo, con motivo de grabar juntos el videoclip de la icónica canción. «Es algo que nos rondaba la cabeza hacer desde el principio, desde que se empezó a gestar el proyecto. Nos apetecía mucho volver a reunirnos. Lo que vivimos juntos fue muy especial, una experiencia única. Fue algo muy fuerte, pasábamos juntos más tiempo que con nuestras propias familias. Así que éramos como otra familia. Y ese cariño entre nosotros permanece. Fue fantástico ese momento de volver a estar juntos». Y tanto que fue una experiencia única aquella, en un momento en que no existían las redes sociales y esa familia se colaba en las casas pasando a formar parte casi de la propia. «Y no solo aquí. En los Balcanes, por poner un ejemplo, fue también un fenómeno. Fueron muchos allí los que aprendieron español viendo “Los Serrano”. Gracias a cosas como esa he podido desarrollar proyectos interesantísimos en lugares que de otro modo habría sido dificilísimo, por no decir imposible. Además de lo interesante que resulta que a través de una serie como aquella alguien, por algo en lo que has participado tú, en otro lugar del mundo se interese alguien por nuestra lengua y nuestra cultura, y decida aprenderla y conocerla. Eso es muy bonito». Habla el cantante de proyectos como «Viaje a la palabra», para el que contó con la colaboración del Instituto Cervantes y algunas universidades serbias. Pero también de la oportunidad de protagonizar una serie en Finlandia, sin olvidar sus trabajos aquí en teatro, cine o música.
Y es que es Fran Perea una de esas escasísimas rara avis capaz de huir del encasillamiento, de superar incluso el estigma (si es que así se puede llamar) de su imagen de ídolo de adolescentes, papel que ya encarnó de manera insólita: no solo las adolescentes querían ser sus novias, sino que los novios de estos, en lugar de odiarle, querían ser su mejor amigo y, las madres, le querían de yerno. Y en todas sus facetas, que son muchas, le sonríe la buenaventura: «Soy un tío afortunado, me siento muy querido. Creo que tengo mucha suerte de poder dedicarme a lo que me gusta y durante tanto tiempo, aunque detrás de eso hay mucho esfuerzo y mucho trabajo. Y también hay muchos momentos de tomar decisiones que se deben meditar y que son importantes para que te tomen en serio, para crecer en tu profesión y que no te perjudiquen. Para no quedarte estancado en un registro. Pero sí, yo soy muy afortunado de poder desarrollarme en muchas facetas creativas en las que he sentido necesidad de experimentar: el teatro, la música, la televisión, el cine… Y en todas me he sentido querido y respetado».
«No tengo la necesidad de expresar mi opinión delante de todo el mundo»Fran Perea
Y si así fue y así se ha desarrollado todo, cuando ni había plataformas digitales ni redes sociales, cuando había que esperar a una hora concreta de un día exacto para que «Los Serrano» se colaran en nuestro salón, a saber cómo habría sido con twitter y memes, compartiendo y comentando a todas horas. «No soy capaz de imaginarlo. Si en aquel momento tuvo aquella repercusión, lo que habría podido ser ahora. Ha cambiado todo mucho en muy poco tiempo. En una profesión como esta, además, ha cambiado totalmente la industria, desde la manera de producir la música a la manera de consumirla. Mis últimos trabajos los he producido yo y eso es algo que me han permitido todos estos avances. Utilizo las redes, sobre todo, para comunicarme con mi público de una manera directa, como herramienta. Esas redes me han permitido Aunque me gusta estar al tanto de todo, de la actualidad, de la política, trato de mantenerme al margen de polémicas. No tengo la necesidad de dar mi opinión ante todo el mundo. La utilidad que yo les doy es otra, es un uso más enfocado a lo profesional que a lo personal».
LA VIDA EMPIEZA AHORA
Por Javier Menéndez Flores
Veinte años después de aquel terremoto televisivo, la vida es otra. Ni peor ni mejor, otra. Con sus noticias para celebrar con champán y sus traspiés inevitables. Como dos décadas atrás, en fin, pero distinta. En 2003, Fran Perea vivía a bordo de un casting. La universidad quedó aplastada por un visitante inesperado llamado arte dramático, que le entró en la sangre con la potencia de un chute de amor naciente. Y un día iba caminando cuando una luz colosal lo abrazó con demasiada fuerza y le hizo pensar en una presencia extraterrestre. Aquello resultó ser otra cosa, casi tan anómala como esa: un puente hacia la popularidad. Lo cruzó, claro, sin sopesar pros y contras, como quien se encuentra con la lámpara de Aladino y la frota con avidez, y ya nada volvió a ser como antes.
Ser un escaparate con patas a los 25 años no es algo fácil de llevar
A Fran, «Los Serrano» se lo dio todo. No fue sólo una llave al éxito profesional, también una segunda casa que llegó a devorar la primera. Porque esa serie le exigía todo el tiempo que no empleaba en dormir. Y qué cohete el de la televisión, chico, qué bárbaro. Y en los años en los que aún no había redes sociales aquello ya era de locos, pues concentraba toda la atención y el que no te veía es porque andaba en la cara oculta de la luna. La calle Larios y la Gran Vía se convirtieron en manzanas que no debías morder, porque en el mejor de los casos podías salir de ellas sin camisa y cosido a chupetones. Y al rostro reconocible a un kilómetro de distancia se le sumó la voz, ya que aquella canción firmada por Mikel Erentxun, «1 más 1 son 7», incluida en su ópera prima, actuó como un turbopropulsor y terminó de conformar su omnipresencia.
El cine y el teatro le esperaban e impidieron que se estrellase
Sucede que ser un escaparate con patas de apenas veinticinco años no es algo fácil de llevar, y la cosa se agravó con las malditas revistas sin corazón, porque era como sentir un aliento en la nuca siempre. Eso hizo que a mitad de viaje se lanzara de un tren en marcha. Y menos mal que el teatro y el cine lo esperaban con los brazos abiertos e impidieron que se estrellase.
Y la vida siguió: películas, obras teatrales, canciones, más tele. Y a Fran, que era aún muy joven, el corazón se le subió a la ceja y la alegría que defendía se le atravesó como un hueso de pollo, porque tremenda fue la lluvia de asteroides que recibió por apoyar a un presi. Poco después, los «Viejos conocidos» le salieron rana. Pero logró rehacerse porque es de las caídas y no de los triunfos de donde ha de surgir el impulso que te lleve a ser mejor.
Hoy, con discográfica y compañía teatral propias, no cambia una coma de la letra de su vida. Pero, nervioso como un molinete, necesita vadear la rutina, remontar las jornadas con apariencia de días de la marmota. Libre ya de complejos, se ha soltado los rizos y dice: «¿El de “Los Serrano”? Y por qué no». Renegar de aquel que fuiste y de lo que tanto te dio sólo lo hacen los estúpidos, los ingratos o quienes todavía no se han enterado de que en este baile efímero sólo sobreviven los expertos en encaje de bolillos.
Reza el célebre tango que veinte años no es nada y que si febril la mirada y tal, pero miente. Veinte años es un océano y la vida empieza cada día, ahora. No hay nada hecho, las medallas pretéritas sólo sirven para adornar las estanterías. Hay que marcar en cada partido e intentar ganarlo. Y en eso anda Fran, que, entre tanto jamón raso, salió pata negra.