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Comida rápida saludable para consumidor atareado: el éxito del sushi envasado

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Fabricar comida rápida saludable es una receta infalible para conquistar a un consumidor cada vez más absorto en la rutina y preocupado por su dieta; en este contexto se enmarca el éxito de empresas como Sushita, la fábrica de sushi más grande de España, pionera en el envasado de comida oriental.
Desde la creación de esta empresa española en 1995, la demanda de sushi en España ha crecido sustancialmente, fragmentada en dos sectores: el de la restauración y el de comida preparada para consumir en el hogar, porque hacer sushi es muy laborioso y pocos se atreven a probar en casa.
En apenas dos décadas han proliferado los locales que ofrecen sushi para llevar, aunque Sushita sigue siendo la única empresa que lo produce en grandes cantidades, con una media de 6.000 bandejas al día que se distribuyen en 500 puntos de venta en España y con una amplia oferta gastronómica.
Desde el sushi tradicional, hasta el californiano, pasando por recetas únicas como los makis de frambuesa, foie y pera caramelizada, la empresa pretende ser fiel "a la forma de trabajar de los japoneses", asegura la fundadora, Sandra Segimón.
Un cocedero de arroz importado de Japón y otras máquinas para completar el envasado dan prueba de ello en la fábrica de San Sebastián de los Reyes (Madrid), aunque sorprende ver que en casi todo el proceso se requiere el trabajo humano.
"La mayor parte del proceso sigue siendo muy manual. Es la única forma de hacer sushi auténtico", argumenta Segimón.
Todo el que se haya embarcado alguna vez en la elaboración del sushi lo recordará como un arduo -aunque divertido- trabajo: hervir el arroz, enfriarlo, rellenar cuidadosamente las piezas, enrollarlas y cortarlas sin que todo se vaya al traste; incluso en el caso de la elaboración industrial, ese sigue siendo el secreto.
"Nosotros queremos que el producto siga siendo artesanal: aunque hayamos crecido seguimos preparando los nigiris y los makis (distintos tipos de sushi) a mano y se meten pieza por pieza en cada bandeja", afirma.
La empresa acaba de introducir al mercado "dim sum"-pasta rellena- y woks, con la idea de convertirse "en una referencia en el mercado de la comida oriental preparada".
"Queremos ofrecer un producto saludable 'ready to eat', que sea bajo en calorías. En las piezas de sushi hay soja, arroz y verduras y, en solo dos bandejas, la cantidad diaria de pescado que recomienda tomar la Organización Mundial de la Salud", defiende la empresaria.
Sushita cuenta además con un restaurante propio en Madrid y un grupo de "sushi-man"que elaboran los productos en directo en distintos puntos de venta -también ofrecen servicio en bodas y eventos de empresa-, para crear bandejas personalizadas; "la gente lo demanda porque es algo original y muy visual", asegura.
Otra de las cuestiones que afloran en la producción industrial de sushi es la seguridad alimentaria: para evitar el anisakis la ley obliga a congelar todo el pescado, mientras el etiquetado debe precisar la fecha de envasado y de caducidad.
La fábrica, de 4.000 metros cuadrados, es solo el inicio de la aventura de centenares de piezas de sushi, que se transportan en camiones isotérmicos a no más de 12 grados, pero su consumo no puede demorarse: el tope para su conservación está establecido en siete días.

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