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Gisela: «Después de ‘‘Operación Triunfo’’, llegué a sentirme sola»

El último single de la «triunfita», «Sigue el ritmo», es un tema con aires de teatro musical cabaretero, muy movido y bailable.

Gisela
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El último single de la «triunfita», «Sigue el ritmo», es un tema con aires de teatro musical cabaretero, muy movido y bailable.

Gisela marca un ritmo frenético y trepidante en su último single, un tema con aires de teatro musical cabaretero que se aleja del pop convencional y sube la temperatura a las puertas del invierno. La Campanilla de «Operación Triunfo» conserva el síndrome de Peter Pan e intenta volver al País de Nunca Jamás, «como mínimo, dos veces por semana». Un hada con escoba, una bruja con varita, una mujer luchadora que canta y baila a cualquier hora.

–¿Se le puede seguir el ritmo a Gisela?

–(Risas) Es complicado, pero el que quiere, puede. Querer es poder. Mi ritmo se ha acelerado muchísimo por todos los proyectos que llevo a cabo. Soy feliz, aunque es difícil seguirme el ritmo. No lo hago casi ni yo.

–«Sígueme el ritmo y verás», dice en el single. ¿Qué verán quienes lo consigan?

–Se enterarán de lo que es bueno. Conmigo nada es aburrido. Verán que la vida tiene un ritmo trepidante. Hay que echarle humor a todo.

–¿Cómo carga usted las pilas?

–Con buen rollo, con humor, con temazos musicales, con una buena comida... Me motiva mucho mi profesión. Mi carrera es vocacional y eso me hace mantenerme a flote y con las mismas ganas del primer día.

–¿Le gusta ir a todo gas?

–No siempre. El gas sólo hay que usarlo cuando realmente sea necesario. También me gusta saborear y darle a cada cosa el tiempo que requiere. Cuando vamos muy rápido nos perdemos cosas por el camino.

–¿Y usted es de las que aceleran o frenan?

–Depende. Soy muy ecléctica en ese sentido. Cuando hay que ir a tope, voy. Pero cuando hay que disfrutar y detener el tiempo, lo detengo. Eso sí, soy muy curiosa, me encanta aprender, descubrir cosas nuevas. No puedo estarme quieta.

–¿Es ésta una canción que sube la temperatura?

–Absolutamente. Cuando le metes ritmo al cuerpo la temperatura sube automáticamente.

–Para calentarnos, que ahora hace frío.

–Efectivamente. Para entrar en calorcito, que falta hace.

–¿Qué le vuelve loca?

–Mi familia, mi chico, la música, el teatro, el cine, los retos, mi blog... Todos deberíamos estar un poco locos para disfrutar de la vida.

–¿De qué va su libro mágico?

–Es un cuento escrito por mí que no deja de tener una raíz clásica. Trata de la lucha del bien contra el mal aderezado con magia, música y mucho humor.

–¿Algún capítulo que tenga una especial fantasía?

–Hay momentos de auténtica magia, de apariciones, recomposiciones... De repente, sale agua de una hoja. Los niños alucinan.

–¿Cuánto tiene Gisela de hada?

–Es una parte que no dejo que se escape. Deberíamos guardar esa inocencia infantil para sorprendernos de todo y que cada día sea una experiencia e ilusión nuevas.

–¿Y de bruja?

–También (risas). Cuando veo cosas que no me gustan o injusticias me vuelvo un poco bruja.

–¿Prefiere la varita o la escoba?

–La escoba, fíjate lo que te digo.

–Me está empezando a dar miedo.

–(Risas) Barriendo para fuera y quitando lo que no nos sirve se pueden arreglar muchas cosas. Además, con una escoba puedes salir volando, que está muy bien.

–Ahora que la iba a llamar Campanilla...

–(Risas) Puedes hacerlo, porque los polvos mágicos existen. Me encanta que me llamen así, estoy feliz de ese sobrenombre.

–¿Cada cuánto regresa usted al País de Nunca Jamás?

–Intento hacerlo como mínimo dos veces por semana.

–¿Conserva el síndrome de Peter Pan?

–Si no lo hiciera no podría dedicarme a esto.

–Si usted es la bella, ¿quién sería la bestia?

–Mi chico (risas).

–Calle, no se vaya a enfadar...

–No, ya sabes que lo importante es el interior y que al final la bestia se convierte en un príncipe maravilloso.

–¿Cuántos cuentos le han contado?

–En mi vida profesional, muchos cuentos chinos. Hemos escuchado de todo. Algunos te prometen cosas que luego nunca se cumplen. Diariamente tenemos que luchar contra cuentos y fantasías varias.

–¿Qué pasó tras las cámaras de «El Reencuentro»?

–Vivimos un día especial, único. Nos lo pasamos genial. Nos reímos, recordamos muchas historias. Fue muy entrañable, de muchas emociones.

–¿Cómo es la relación entre ustedes?

–Muy buena. Nos hace gracia todo lo que sale sobre nosotros. La gente habla porque tiene boca. Si no, no se entiende. Somos 16, y cada uno vive su vida. Pero coincidimos en la energía, que es lo importante.

–¿Cuál fue el fracaso de «Operación Triunfo»?

–Querer exprimir demasiado el formato. Si hubieran dejado más espacio entre una edición y otra cada concursante habría tenido la oportunidad de llevar mejor su carrera, sin tantas prisas. La industria no puede absorber tantos artistas.

–Tras llevarles a la cumbre, ¿les dejaron caer?

–Yo estoy muy agradecida a «Operación Triunfo». Nunca he renegado de ese título. Me cambió la vida y me ha dado la oportunidad de dedicarme a lo que me da de comer. Pero no es un camino fácil. Hubo un momento en el que los mánagers que tenían que llevarnos la carrera no lo hicieron. Me llegué a sentir sola, sin saber a dónde ir, a quién llamar, qué hacer...

–¿El verdadero triunfo de su vida?

–(Piensa) Haber tenido a los míos cerca y que ellos hayan decidido estar en mi camino.

–¿Quién es esa persona o cosa por la que vive?

–Por la música. Para mí lo es todo: mi profesión, mi hobby, mi vía de escape, mi refugio, mi compañera...

–¿Canta en la ducha?

–Sí, bastante. Canto cuando cocino, en la calle, en el coche... Siempre voy canturreando.