Goya, el genio se retrata
La National Gallery reúne la mitad de los cuadros que el pintor realizó tanto en la corte como a sus clientes y amigos en una muestra excepcional.
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La National Gallery reúne la mitad de los cuadros que el pintor realizó tanto en la corte como a sus clientes y amigos en una muestra excepcional.
Cuando Goya recibió su primer encargo para un retrato era ya un pintor maduro. Tenía 37 años. Se lo pidió el conde de Floridablanca y el resultado fue «La familia del infante Don Luis de Borbón». Influido por Velázquez, se incluyó también él en el lienzo. Técnicamente la obra podría considerarse incluso ingenua. Demasiada parafernalia en la escena. Pero, poco a poco, los trazos luego fueron mostrando a un mordaz analista social, a un artista de sumo talento que transcendió los códigos estipulados del género. «Goya fue uno de los mejores retratistas de la historia», asegura Xavier Bray, comisario de la primera exposición que se ha hecho hasta la fecha centrándose únicamente en esta faceta del maestro aragonés. Se trata del plato fuerte del otoño cultural británico y también supone la puesta de largo de Gabriele Finaldi como nuevo director de la National Gallery.
Hasta la pinacoteca de Trafalgar Square se han traído aproximadamente 70 de los 150 retratos que Goya realizó a lo largo de su vida, desde sus inicios en la corte madrileña hasta su nombramiento como pintor de cámara del rey Carlos IV. «A Goya le gustaba el poder y supo jugar muy bien sus cartas porque fue el retratista oficial de varios monarcas. Los retratos suponían el mejor pasaje para estar entre reyes, aristócratas y políticos», explica Bray, quien ha dedicado los últimos diez años a preparar la muestra.
15 años de proyecto
La idea empezó en 2000, cuando hizo una pequeña exposición sobre uno de los grandes cuadros de Goya, «La familia del Infante don Luis». Luego en Bilbao, donde fue conservador jefe del Museo de Bellas Artes, encontró dos retratos más: Moratín, el famoso poeta, y Martín Zapater, su gran amigo. Y fue en el año 2005 cuando propuso el proyecto a la pinacoteca londinense. «Asegurar la presencia de “La duquesa de Alba” (1797) fue uno de los momentos más emocionantes», comenta. Es la segunda vez que el cuadro, que pertenece a The Hispanic Society of America, traspasa las fronteras estadounidenses y la primera que se expone en el Reino Unido. El retrato de la íntima amiga y mecenas de Goya muestra a la duquesa vestida de maja, de negro y con mantilla, señalando con altanería hacia el suelo, donde se han grabado las palabras «Solo Goya».
Fue con sus retratos aristocráticos donde el aragonés consiguió combinar su capacidad de observación perspicaz y su técnica depurada para crear rostros en lienzos singulares y memorables. En ellos condensaba diversos aspectos de la personalidad de sus modelos en una mirada o gesto sutil, que a menudo no los favorecía.
En «Carlos III en traje de cazador», por ejemplo, el rey está representado de pie, en una pose que toma su inspiración nuevamente de Velázquez. La naturaleza y Velázquez siempre fueron claves para él. «El rostro curtido y surcado por profundas arrugas, que muestra un gesto un tanto irónico, es exclusivo de Goya», explica Bray. «Era el Siglo de las Luces. Aunque ahora a nosotros nos pueda resultar un tanto ridículo, al monarca le encantó porque pidió al pintor que le retratara primero como Carlos, amigo de sus vasallos, y luego como rey», recalca. «Goya nunca tuvo quejas. Bueno miento. Godoy se quejó por cómo le había hecho las piernas, no consideraba que hubiera captado la belleza de sus músculos. Y un afamado académico de historia también pidió que empleara más tiempo porque Goya tenía fama de pintar muy rápido», matiza.